JARRONES ROTOS
Oh querida, ya ves ahora
lo que no quisiste ver:
marchitaron las flores
quebraron tu jarrón de la ilusión.
Te enamoraste del
hombre equivocado. El que no te haría caso
el que no estaba por ti
el que no te iba a ser fiel.
Porque no te iba a
seguir,
que tus huellas son tus
huellas y las de él van por otro lado.
Porque no te quiso y no
te iba a querer.
Oh ya ves querida qué
poco te duró el encantamiento:
unos breves gritos de
placer.
Confundiste sexo con
amor.
Tanto ir venir correr:
al taxi al tren rápido
al avión.
Tantos sollozos sofocos
gozos.
Tantos planes que
hiciste tanto que te prometiste.
Tanto o más que te
juraron.
Oh mujer ya ves hoy cómo
se disipa el humo de aquel fuego.
Ya no quedan siquiera
unos rescoldos que calienten esos pies tuyos tan fríos.
Los pies, los pies al
menos.
Que el corazón helado
ya lo has dado por perdido.
Todo lo que ofreciste,
regalaste. Te entregaste. Tú, también te regalaste:
en cuerpo alma vida.
Con lo que has reído en
público,
hoy apenas una parte de
lo que a solas has llorado.
Oh mujer de otoño en
primera línea del invierno.
Con la vida hecha
pedazos la casa en tu soledad perdida los hijos idos.
El trabajo añicos.
El corazón astillas el
amor cenizas las esperanzas humo.
¿Qué haces ahí tentada
por el acantilado?
Oh hombre que detrás de
ella estás con intenciones de lo mismo.
Que por igual historia
en tus carnes soportada
aguardas impaciente a
que la desconocida se decida
para hacer uso de tu
turno en el trampolín de los suicidas.
¿A qué esperas para
cogerla de la mano y evitarlo,
daros la vuelta y por las
nuevas páginas sin escribir de vuestra historia
intentarlo?
© CHRISTOPHE CARO
ALCALDE
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