-¡Oiga! ¡Oiga señor! ¿Se encuentra bien? ¡Despierte! ¿Me oye?
-¡Dejadme! ¡¡Dejadme en paz!! ¡Ah! ¿¡Qué pasa!? ¡¡No!! ¡¡No!! ¡¡Me caigo!! ¡¡Me voy a caer!! ¡¡Tengo que seguir tengo que seguir tengo que seguir!! ¡¡No!! ¡¡No!!
-¡Pero oiga!, ¡¿Qué le ocurre hombre?! ¡No se asuste!
-¡¿Qué!? ¡¿Qué pasa!? ¡¿Dónde estoy!? ¡¿Quiénes son ustedes!? ¿Qué quieren de mí? ¡Déjeme, déjeme que me caigo! ¡No!
-¡Bueno hombre! ¡No se ponga usted así! Estaba tirado aquí en el suelo y le hemos despertado. ¡Nada más!
-Es cierto, señor. Nos ha parecido que quizás se encontrara mal. Tampoco era cuestión de pasar de largo, ¿no cree?
-Llevamos aquí un buen rato observándole, y como no se movía…
-Además, está usted muy cerca del borde. Y esta zona es muy peligrosa. ¡Podría usted caerse!
-¿Caerme? ¡No, no! ¡Caerme no! ¡Caerme no!
-¡Pero alma de dios dónde va usted arrastras! ¡Si parece un soldado en el frente!
-¿En el frente dices? ¡Peor! ¡Allí no corríamos así ni cuando silbaban las balas enemigas!
-Tienes razón, mira que esos perros nos sacudieron bien, pero ni uno se movió de la trinchera.
-Los de la cincuenta y dos éramos gente valiente. Ni un desertor. A casa sólo como héroes o muertos.
-Así pasó, que entre muertos, desaparecidos y prisioneros, no quedamos más que cinco.
-Sí. Y los otros tres murieron en el accidente de Cracovia. Una desgracia.
-¿Desgracia? ¡Una gran cabronada! Eso es lo que fue. Porque hace falta tener mala suerte para superar una guerra y morir abrasado en un camión. Pobres desagraciados. Veinte en la caja, dos en la cabina, todos muertos.
-Y por culpa de aquel capitán imbécil que se empeñó en que trasladaran las últimas cajas de granadas para aprovechar el porte.
-Yo siempre pensé que alguna debía estar defectuosa, porque estallar así, sin más…
-No me extrañaría. A saber dónde se fabricaron y para qué bando.
-Eso es cierto. ¡Pero oiga! ¿Otra vez arrastras?
-Si es que debe tener un miedo a las alturas que no se atreve a levantarse… Jóvenes…
-¡No se vaya hombre! ¡¿Pero quiere levantarse?! ¡Que aquí no le dispara nadie!
-Vamos, síguele que se nos escapa. Será algún drogado de esos. Dreckskerl sein...
© CHRISTOPHE CARO ALCALDE
No hay comentarios:
Publicar un comentario