domingo, 13 de mayo de 2012

1215M1Y.O.







         1215M1Y.O.



El bebé de la disidencia
pacífica amable buen rollista noblona y silenciosa
cumple un añito. Lindo y hermoso.
En la misma cunita que lo vio nacer:
mirando al sol y con una campana por sonajero.
Ha aprendido mucho desde entonces:
alzar los brazos, hacer los pajaritos y gritar en silencio.
Proeza de niño. Aunque aún no sigue la mirada de la gente.

Vino al mundo como el espíritu santo.
El mesías de la nueva era convocando a los fieles vía eseemeeses,
correo spam solidario y vídeos en you tube yo también. Estuve allí.
Vídeos para adultos, mayores de siete años,
de besos castos abrazos en grupo y cadenas humanas haciendo el corro de la patata.
Y banda sonora ad hoc:
“Que llueva que llueva que de aquí no nos moverán.
El pueblo hundido ya no será vencido. No pasarán no pasarán.”

De asamblea en asamblea, de iglesia en iglesia,
transmitió al universo todo ese dulce mensaje de que otro mundo es posible.
Que los justos no pagarán por pecadores.
Que los pecadores pagarán por sus culpas.
Que las culpas no serán cosa de todos.
Que todos haremos justicia.
Que la justicia existe en este mundo imposible.
Imposible no adherirse a tan noble propósito.

Pero solo hay dos formas de combatir las instituciones:
desde dentro para desmontarlas,
lento y laborioso,
o por las armas.
Contundente y rápido.
El pueblo de los conducidos no tenemos tiempo que perder
y ansiamos acciones rápidas:
más golpes de mano y menos golpes de efecto.

Los chicos,
y chicas,
del 1215M1Y.O. no son un ejército de conquista. Prefieren el diálogo.
Ni una legión con cabra loca al frente.
Que siempre tira al monte y esto es combate urbano:
barrio a barrio.
Ni siquiera una guerrilla escurridiza y hábil: pocos recursos, grandes logros.

Con el rosario de la liberté fraternité igualité en una mano
y las bendiciones en la otra
margaritas en el pelo el fular arcoíris al cuello
tatuado en el brazo, izquierdo por supuesto, make love not war
y a coro entonado “guif pis a cheins y pipol tu de pogüer”,
ungen a cada ciudadano converso del espíritu divino sublime y puro
que hará de este planeta un lugar más inocente y por ende mejor.
Menos salvaje.
Y todo sin disparar un tirachinas. Solo con paz amor y aviones de papel.

Organizados horizontalmente, han desterrado la figura del líder.
Enterrado al interlocutor válido. Al negociador colectivo.
Condenado toda posibilidad de éxito:
las instituciones, el estado, es el enemigo.
Y el estado, también el democrático,
tiene todos los mecanismos de defensa que el bien por el interés general otorga
para criminalizar cualquier acción que al frente le pongan.
El estado sí tiene ejército. Por si acaso.
Policía. Por si las moscas.
Jueces. Por la justicia.
La justicia que escribe el estado con letras de oro:
la justicia es cosa elevada y el pueblo quien paga.
Usemos los lingotes del banco. El del estado.

A nuestro tierno bebé del 1215M1Y.O. aún le queda mucho por aprender.
Se abrió la puerta de la posibilidad de madurar hace un año,
cuando a la democracia le da por preguntar al pueblo qué quiere
para hacer luego lo que le conviene.
Al estado. Que al pueblo en los próximos cuatro años se le calla.

Y los que le vimos nacer creyendo que nuestro bebé sería de verdad el padre,
el que sabe lo que te aflige te conmueve te duele,
pronto nos quedamos huérfanos.
Huérfanos hijo y padre.

No pasará nuestro bebé de la infancia si no madura,
se uniformiza y saca los dientes.
Hay que tirar los de leche para morder donde debe.
Meterse en el nido para arrojar a los halcones.
Hacerse con el control del territorio. Dominar al dominador.
Reestructurar ejércitos.
Reubicar policías.
Rediseñar leyes para poner a trabajar a los jueces:
a favor del pueblo y contra los que nos han enterrado vivos.
Hay que cambiarlo todo, pero tendrá que ser desde dentro.
Abandonar las hogueras mirando puestas de sol.
Dejar la acampada libre, las asambleas de plaza,
los delegados de acera, el voluntariado cautivo.

Hay que dejar de hablar.
Empezar a combatir.

Claro que, una vez dentro, quedan los miedos.

Miedo a cambiar la tienda por una casa en la playa.
La acera por una oficina.
La plaza por una consejería.
La bici por un coche oficial.
Los eseemeeses por congresos con cargo al gobierno.
Con banderas, insignias, vino español y todo eso.
Los delegados por ministerios.
El encargado de atender a los medios por el portavoz oficial.
Con nuevo discurso oficial.
Los bancos de tiempo y de alimentos,
por los que dan buenos dividendos.

Quedan los miedos de que todo cambie para volver a empezar.
Quizá por eso nuestro bebé no quiera madurar.

Sabe que,
de mayor,
será como los demás.


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