LLÁMALO
X
Llevas tantos años a la deriva
que ya no te das cuenta de que has olvidado los
cuatro puntos cardinales.
Sí, son cuatro no catorce como crees ahora que
tan confuso estás.
Perdiste el referente de ver por dónde sale el
sol.
No tienes ni idea de por dónde se esconde. Quién
sabe,
puede que de tanto ocultarse unos y otros,
os acabéis encontrando en un callejón solitario.
Y os asustéis el uno del otro. No por el
riesgo, sino por puro desconocimiento.
La falta de contacto es lo que tiene.
Y se lleva.
Te gustaría dar un golpe de timón.
Que un arranque de energía y pasión pusiera
rumbo a tu vida.
Tú, que nunca has subido a un barco ni barca ni
bote.
Llámalo prudencia. O miedo a ahogarte.
Que ese desorden, tal vez voluntario, en las
costumbres tareas e ideas,
pudiera resolverse.
Encontrar el punto de rigor necesario y mínimo
exigido
para despejar el camino que transitar debes.
¡Pero hay tanto por desocupar!
Te has llenado la cabeza de sueños que no se
cumplirán.
La vida de objetos sin valor. Con el tiempo, ni
el sentimental.
Y hoy no sabes por dónde empezar. A limpiar.
Regalar. Tirar.
¡Hay tanto por hacer!
Caminas a golpes entre tus deseos y
obligaciones.
Entre los impulsos, las emociones.
Y los recibos del banco. A éstos, llámalos
realidad aplastante.
Te gustaría abandonar este lugar:
única vía posible de cambiar la vida que tienes
por la que quieres.
A esto, llámalo libertad.
Pero el lastre de los compromisos y deberes es
tan grande,
que no podrás.
A esto, llámalo prisión.
¿Serán los años como los que ya fueron? Te preguntas
con el peso de la desesperanza cerrándote la garganta
y parándote un corazón en retirada.
Dudando deseando intentando. Luchando sin
fuerzas.
Buscando sin ganas.
Perdiéndote sin remedio.
A esto, llámalo vivir.
No era así lo que me prometieron. Ni lo que soñé.
Quizás, sí lo que merecí.
A esto, llámalo despertar. O morir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario