miércoles, 16 de mayo de 2012

LLÁMALO X






LLÁMALO X


Llevas tantos años a la deriva
que ya no te das cuenta de que has olvidado los cuatro puntos cardinales.
Sí, son cuatro no catorce como crees ahora que tan confuso estás.

Perdiste el referente de ver por dónde sale el sol.
No tienes ni idea de por dónde se esconde. Quién sabe,
puede que de tanto ocultarse unos y otros,
os acabéis encontrando en un callejón solitario.
Y os asustéis el uno del otro. No por el riesgo, sino por puro desconocimiento.
La falta de contacto es lo que tiene.
Y se lleva.

Te gustaría dar un golpe de timón.
Que un arranque de energía y pasión pusiera rumbo a tu vida.
Tú, que nunca has subido a un barco ni barca ni bote.
Llámalo prudencia. O miedo a ahogarte.
Que ese desorden, tal vez voluntario, en las costumbres tareas e ideas,
pudiera resolverse.
Encontrar el punto de rigor necesario y mínimo exigido
para despejar el camino que transitar debes.
¡Pero hay tanto por desocupar!

Te has llenado la cabeza de sueños que no se cumplirán.
La vida de objetos sin valor. Con el tiempo, ni el sentimental.
Y hoy no sabes por dónde empezar. A limpiar.
Regalar. Tirar.
¡Hay tanto por hacer!

Caminas a golpes entre tus deseos y obligaciones.
Entre los impulsos, las emociones.
Y los recibos del banco. A éstos, llámalos realidad aplastante.

Te gustaría abandonar este lugar:
única vía posible de cambiar la vida que tienes por la que quieres.
A esto, llámalo libertad.

Pero el lastre de los compromisos y deberes es tan grande,
que no podrás.
A esto, llámalo prisión.

¿Serán los años como los que ya fueron? Te preguntas
con el peso de la desesperanza cerrándote la garganta
y parándote un corazón en retirada.
Dudando deseando intentando. Luchando sin fuerzas.
Buscando sin ganas.
Perdiéndote sin remedio.
A esto, llámalo vivir.

No era así lo que me prometieron. Ni lo que soñé.
Quizás, sí lo que merecí.

A esto, llámalo despertar. O morir.


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