FERIA
La comunidad de artistas de la ciudad
ha organizado un evento para mostrar al mundo su
arte y producto.
A fin a de aumentar su capacidad de
convocatoria,
si es que alguna tuvieron,
han invitado a todo artesano al evento:
no solo del Bel Canto se nutre el espíritu del
hombre.
Puede que de la mujer.
A la llamada se han sumado casi todos. Tal es la
voluntad de cohesión.
O la necesidad de llenar el zurrón con algo más
que migas de pan y tocino.
Como el buen pastor.
Ceramistas doradores ebanistas costureras alfareros
encajeras encurtidores zapateros pasteleras cordeleros pandereteiras panaderos
queseros carniceros viticultores conserveros…
La feria resultó un éxito.
En la cuenta final de resultados
el saldo fue tan favorable que inmediatamente
acordaron otra fecha en otro pueblo.
Las ventas de embutidos quesos vino y pastas
llenaron bolsillos.
Los de los artesanos de productos de mano
cubrieron gastos.
Y los artistas, los de la idea, los del trabajo
sensible y obra irrepetible
con derechos de autor a no cobrar, esos,
esos se volvieron a casa con todo el género
nada que llevarse al estómago y
ninguna ilusión por repetir.
La paradoja de las bellas artes:
No interesan a nadie, no giran el mundo,
no resuelven conflictos ni cubren necesidades.
No salvan vidas en esta feria de vanidades.
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