domingo, 20 de mayo de 2012

EN ROJO






EN ROJO


A veces me da por hacerme preguntas. Lo sé lo sé: mal vicio.
Que como todos los vicios terminan por joder la salud. Y, curiosamente,
para este no importa la edad.

Esto, lo de las preguntas digo,
se acentúa cuando tropiezo con uno de esos días “señalados”.
Señalados en el calendario, pues otra cosa…
Por la mano guarra, olvidadiza, práctica, o quizás romántica
que lo llena de cruces, de círculos, de cuadrados y de colores.

Amarillo para las fiestas de guardar. Que el amarillo es un color poco teatral.
Más gastar y menos guardar, pero bueno.
Verde para las citas del médico. No sé si relajante, o esperpéntico.
Azul para las reuniones de padres.
Esas algaradas mudas de resentidos, cobardes, y algún camorrista,
que no arreglan nada y estropean al hijo.
Rojo para los aniversarios: no se nos puede olvidar lo importante.
Cumpleaños bodas bautizos, quizás comuniones.
Y digo quizás porque es ahí, ya de pequeños, cuando nos obligan a comulgar
con lo que ni entendemos ni conocemos ni queremos.
Después, ya metiditos en años, seguimos igual y nos cabreamos. Normal.

Hay que anotarlo todo, que si no lo haces corres el riesgo de olvidar.
Y lo que olvidas no existe. Qué existencia la nuestra… qué fugaz.
Aquí nos asustan las dudas. En los malditos aniversarios.
Los mares de dudas que al menor descuido te atrapan en la resaca de tu confusión
y te ahogas.
Es lo que tienen los interrogantes, que son como anzuelos y te quitan el aire.
Diría que te sacan la sangre, pero hoy no quiero ponerme violento.
Y con el calendario todo teñido de rojo aplastado en la cara,
para que no te dé el sol y dormir mejor, una forma autorizada de olvidar,
te da por recordar. Y pensar. Y preguntar:
¿Qué hago yo aquí? ¿Por qué me dejo llevar? ¿A dónde y por quién?
Pues hace tiempo que ya has aprendido que tú no te llevas.
¿De dónde partí? ¿Para qué? ¿Qué es lo que me trajo hasta aquí?
¿Cómo fue que consentí? Que comulgué.
¿Qué y cuándo pasó que nada de lo que quise ocurrió?

Y con el calendario todo teñido de rojo en la cara
y la cadena de interrogantes colgando pesada del cuello
no sabes qué leches hacer con este día señalado.
Si disfrutarlo,
o tacharlo.


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