jueves, 3 de octubre de 2013

PÉTALOS DE PENSAMIENTO, parte LIX(relato alargándose)



El horizonte se suponía tras la gran cortina de agua. A la mente lo primero que le vino fue el trágico suceso con los ancianos. -¡Malditos viejos! –se dijo-. ¿Por qué tuvieron que insultarme así? ¡Que se jodan! Ahora están muertos los dos. ¡Por arrogantes!

No sentía ningún remordimiento después de lo ocurrido. Él sólo quería volver a casa y ellos se entrometieron en su plan. Con la habitual prepotencia de quien cree saberlo todo de la vida, más si es la vida de los jóvenes. Haciendo de la diferencia de edad un duelo generacional y una guerra imposible de ganar, todos pierden. No podía tolerar más que el mero hecho de acumular tiempo en las carnes fuera una garantía para todo: experiencia sabiduría conocimiento reflexión paciencia equidad justicia inteligencia. Nada de esto tenía por qué ser cierto. Conocía a jóvenes que las reunían todas y a viejos que no poseían ninguna. Por los que la vida parecía no haber transcendido, sin enseñarles nada y tan majaderos como el día que los parieron. Si no más, que un bebé siempre es inocente cuando un viejo suele ser culpable de su destino.

A más viejo más hipocresía más obstinación más recelo mas egoísmo más resentimiento. Menos confianza peor carácter. Eso eran para él los dos viejos: otro par de insoportables que afirmaban tener siempre la razón con el débil fundamento de haber superado los setenta. Setenta años perdidos, quizás. O mal empleados llenos de errores calamidades y faltas. Puede que más de un delito porque esos dos se enorgullecían de haber sobrevivido a la guerra pero, ¿de qué forma? ¿Fue su valentía o su cobardía lo que les salvó el pellejo donde otros lo perdieron? ¿Lucharon como el que más o como el que menos?¿A cuántos de esos enemigos mataron? ¿De frente, por la espalda, huyendo? ¿Seguro que no cometieron ningún abuso?



© CHRISTOPHE CARO ALCALDE

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