sábado, 19 de octubre de 2013

PÉTALOS DE PENSAMIENTO, parte LXIX (relato alargándose)



-Pues confío en que no sea así. Sería bueno que alguien condujera el barco.

-Gobernara.

-Bueno, gobernara. Como quieras.

-Yo también lo creo.


Se echaba encima la tormenta: olas golpeando el barco con fuerza, ocasionalmente alguna mayor salpicando de espuma los cristales en el espacio para pasajeros. La cubierta también era lavada por el agua. Era entonces cuando la escotilla se oía chocar con claridad.

-Habría que cerrar esa ventana, ¿no crees? 

-Tienes razón pero… -Charles se incorporó, sentándose a la par de Fausto. Hombro con hombro. Sin mirarle, añadió:

-Tendremos que hacerlo nosotros.

-¿Nosotros? ¿Por qué? No sabemos dónde está.

-El ruido nos guiará. Sólo hay que encontrarlo.

-Pero está todo tan oscuro… ¿Y si nos perdemos? ¿Y si nos encuentran andando por ahí?

-¿Tienes miedo?

-No, no es eso pero…

-¿Y si entra una ola como tú has dicho? ¿Por dónde va a salir? ¿Y si por culpa de la ola se hunde el barco?


Fausto quedó pensativo, reviviendo su trágico suceso en el mar. No le entusiasmaba la idea de repetirlo.


-De acuerdo, vamos.



© CHRISTOPHE CARO ALCALDE


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