-Hablar por teléfono mientras se conduce está prohibido por el código de circulación mencionado. Descarte la idea.
-¡Calla, so bobo! Maldita sea, se quedó sin batería.
-Mejor para usted, pero la intención es lo que cuenta. Ha perdido uno coma cinco puntos por una falta grave de intenciones. Es mi obligación comunicarle que procedo a redactar denuncia por insultos: soy un cuerpo tecnológico de última generación y usted insiste en maltratarme psicológicamente. La envío por correo electrónico al juzgado, así como la comunicación a policía de su pretensión de hablar por teléfono al conducir.
-Juzgado-A-28 minutos-Dé-La vuelta-Y-Manténgase-A-La derecha.
-¿Qué te ocurre viejo amigo? Vamos por autopista, ¡¡aquí no se puede dar la vueltaaa!!
-Dé-La-Vuelta-Y-Manténgase-A-La derecha.
-¡Que no se puede! ¡¡Que no se puede!! ¡¡¡Que no se puede!!! ¡¡¡Que no se puedeee!!!
Recuerdo que aquel día amaneció especialmente raro. Una sensación indescriptiblemente dramática me acompañó durante toda la jornada. Me pregunto cómo fue que no vi las señales. Yo, con media vida laboral ciclotronando moléculas a golpe de señal. A veces, literal: en más de una ocasión, cuando alguna molécula irritantemente desobediente se ponía terca, yo le hacía entrar en razón atizándole con una señal de stop que me entró por la ventanilla del coche una noche de juerga. Por supuesto, no di parte del accidente y me quedé con el regalo: tengo una reputación que defender. Hoy no sé qué habrá sido de ella. De la reputación, digo. Pues de mi santa doy por hecho que habrá encontrado nueva pareja. No la culpo, quince años es mucho tiempo para añorar a los desaparecidos. Y yo lo estoy. La discusión con los GPS terminó en tragedia; no hay mejor forma de resolver los conflictos dialécticos: a hostias. Al final los arranqué de un manotazo y como uno empezó a gritar ¡Socorro, está loco!, y el otro no paraba de decir, Juzgado-A la derecha, Juzgado-A la derecha, me detuve en el arcén y colocados cada uno bajo las ruedas, los aplasté. Tres pasadas de confirmación borrado de datos completo ¿desea formatear? Un subidón de satisfacción que me duró seis días con sus cinco noches. Los que conduje sin parar. Obviamente, me perdí.
Y aquí sigo, con mi viejo Lada: nada iguala al comunismo en prolongar hasta el infinito la vida de las cosas. He dado varias vueltas al mundo nunca por el mismo sitio. He estado en lugares que no imaginé, vivido experiencias que ni soñé. He conocido reyes papas altezas excelencias ilustrísimas presidentes. También pobres mendigos santas putas ladrones terroristas asesinos caníbales. He vivido varias vidas y, aunque lamento que a mi compañía ya no ví, puedo afirmar lo que por perderme aquel día encontré:
La libertad, y a mí.
FIN
© CHRISTOPHE
CARO ALCALDE
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