TÉ CON HIERBAS
Convocados fueron los
artistas, a otra rueda de prensa;
hartos de ser prensados
hicieron boicot al sistema.
En sustitución del evento,
montaron un acto protesta:
ataviados con guitarras
cinceles plumas tinteros lienzos y flautas
expusieron por turno
ideas. Algunas atormentadas
y nada que ver con la
tormenta de ideas.
Los músicos demandan
locales, para tocar sin mojarse ante el público.
Que éste no les tire
botellas y los agentes no les roben la pasta.
Dramaturgos poetas y
novelistas, piden más editoriales serias.
Y menos listillo
oportunista:
hoy sobran aprovechados
que primero trinquen la guita y,
si acaso, publican
después a demanda.
Por no hablar de los
porcentajes que el escritor no los ve.
Y no será porque es de
letras.
Los escultores proponen
sacar su obra a las calles:
dotarlas con más
contenido y menos mobiliario urbano.
Suprimir concejales de
cultura y, a los marchantes,
con golpes de cincel y
martillo eliminarlos:
para sacar al David se
ha de quitar lo que sobra,
producto de desecho y
escoria.
Será por la rabia o las
ganas, pero la idea más aplaudida
fue esta por encima de
ninguna otra.
Por último, pintores y
grafiteros dieron color al encuentro.
A trazos de pincel
suelto, y veladuras de spray violento,
cubrieron la pared del
local con preguntas que todos se hicieron.
¿Cómo fue que nos
dejamos convencer por esta suerte de mentecatos,
conocidos como
marchantes y comisarios,
de que eran ellos
necesarios?
¿Cuándo pasaron de
vendedores sin lustre a,
siendo el gran
protagonista,
ser el único nombre en
cartel?
¿Por qué dejamos que
nos roben los garitos de cultura
ayuntamientos bajo
sospecha feriantes y galeristas?
Tratantes de ganado que
nos lanzaron sin rubor,
no a la gloria
prometida, sino a los pies de los caballos.
¿Qué falta para que nos
plantemos y a todos los comisionados
mandemos a la cola del
paro?
Por unanimidad pactaron
los artistas un trato:
Dejando recelos aparte,
formar un equipo sólido
para promocionar su
trabajo.
Aplausos abrazos besos.
Lágrimas de la alegría.
Sonrisas de la
esperanza por fin una puerta abierta.
Vaciado el local, una
señora de la limpieza pregunta a su compañera:
-¿Qué hierbas se echa
esta gente en el té?
-Viendo cómo les pone
yo también quiero de eso –responde la segunda-.
Pues si clarividencia no
aporta, sí que inyecta motivación. © CHRISTOPHE CARO ALCALDE
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