RATONES DE BIBLIOTECA
Serénese mi comandante,
pose sobre la mesita
su taza de té y el revólver.
No vaya,
por la emoción,
a quemarse. O con los
nervios un tiro pegarse.
Que las armas las carga
el diablo y las tacitas de tertulia también.
¿No fue en una de ellas
que con un grupo de amigos pactó la revolución?
¿No pasó que tras un
puro dos carajillos de gallegos y cuatro tiros de ron
diseñaron entre
codiciosos y borrachos un nuevo asalto al poder?
Para mejorar la vida de
la gente
que es tonta de
capirote y necesita que la rescaten. No fueran a descarrilarse
todos esos ignorantes:
cultivadores de patatas
recogepimientos cuecefrijoles
conductores de ganado
paseantes de ovejas montadores de asnos
estrujatetas de vaca críalechones
píagallinas
comeberzas sorbetomates
cascanueces pelaconejos mataperdices.
Pobres desgraciados que
de ellos hizo unos desgraciados
más pobres.
Desheredados desocupados
descastados.
Descreídos desengañados
decepcionados.
Cálmese mi comandante
que el tiempo de salvar la patria ya pasó.
Y no lo logró. Otrosí:
la hundió.
Cállese de una puta vez
no opine más no diga nada no revuelva
no resuelva no
intervenga mejor se muera.
Matarlo ya quisieron
resultó que no pudieron los detuvieron.
Por liberarse del
libertador fueron matados.
Salvar al pueblo, al
ignorante al asustado al oprimido
sólo querían.
¡Ya lo ve igual que usté
mi comandante cállese!
© CHRISTOPHE CARO ALCALDE
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