FOREST CULTIVATOR
El ratoncito Pérez
enterró cientos de bellotas el otoño pasado:
provisiones hasta bien
entrada la primavera. Nunca se sabe
cuándo la despensa
escasea.
Pequeños balones de
rugby concentrando toda la esencia
de robles y otros árboles
de la zona.
Susanita su esposa
compensaba esta dura
labor de hortelano guarda tesoros
con mucho amor y
cariño.
Fruto del cual nacerían
numerosas camadas
de pequeños ciegos e
indefensos:
más bocas que alimentar
más bellotas que encontrar y guardar.
Una jodienda para Pérez
que trabajó sin descanso
hasta que un día le
reventó el corazón: tanto amor es lo que tiene.
Demasiado estrés.
Trabajo Los niños
Susanita… lo de siempre.
Sin testamento ni
cuaderno de notas
viuda y niños tuvieron
que buscarse la vida y alimento.
Una novedad imprevista:
ninguno sabía dónde guardó Pérez
las provisiones. El
tesoro del sustento para otro invierno.
Y toda esa comida cayó
en el olvido como su descendencia.
Por suerte, pues
cincuenta años después el bosque de Robles
Castaños Avellanos y
Nogales plantado por Pérez el Ratoncito
está protegido por
leyes gubernamentalmente gubernadas.
Hoy nadie conoce la
historia de Pérez. Y el alcalde de la ciudad
homenajea en una placa
la extraordinaria labor de los técnicos forestales
“Quienes en su denodada
labor proteccionista y conservadora
han logrado que este
bosque llegue vivo a nuestros días.
Démonos las gracias
hermanos".
Nadie se pregunta quién
plantó las bellotas… Lo de siempre.
© CHRISTOPHE CARO ALCALDE
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