lunes, 19 de agosto de 2013

PÉTALOS DE PENSAMIENTO, parte XXVI (relato no tan breve)



Fausto gustaba observar las transacciones vendedor cliente, con especial atención a los rostros interesados. La pretendida superioridad del comprador, el contenido desprecio del vendedor. Un flujo de comunicación no verbal que revelaba al buen ojo el desapego y menosprecio de las partes donde, sin embargo y por razones que sólo obedecían al interés personal, se daba el trato. Hacia esos encuentros se dirigía ansioso cuando por la calle una mujer harapienta y deambulante rompió su cadena de pensamientos. Dirigiéndose agresiva a los transeúntes profería gritos, más que probables insultos, en un idioma ininteligible. La mujer o estaba ebria o había perdido la cabeza, que venía a ser lo mismo con la salvedad de que lo primero se pasa con las horas y lo segundo se agrava con los años.

Sin perder un minuto se detuvo junto a un portal simulando una espera y extrajo el tomavistas. La mujer y su zozobra atrapadas en la cámara eran un regalo que bien compensaban las naderías de Huesos. Tres minutos de un plano secuencia que para Fausto fueron el salto al reportaje callejero. El corto documental que suponía un ascenso en la experiencia cinematográfica. La existencia perdida de aquella mujer desorientada cautiva de sus desvaríos, y para siempre cautivada en los ocho milímetros del sencillo Yashica E8. Olvidada quizás por su familia repudiada tal vez por sus amigos evitada con temor por los viandantes, todo ello sintetizado en ciento ochenta segundos de cine mudo dramático blanco y negro. No era aquí el sonido lo importante pues nada se entendía de lo que la mujer decía y nada respondían los asustados asaltados, sino la imagen. El vaivén de aquel ser en expulsión social, las huidas de los caminantes cambiándose de acera, sus mediavueltas carreras retrocesos zigzagueos con tal de eludir todo contacto, incluso visual, con el apestado: la lunática era un temor real.



© CHRISTOPHE CARO ALCALDE

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