jueves, 9 de octubre de 2014

PÉTALOS DEL PENSAMIENTO, parte 183 E



-Ah no, no. Yo de estos no me fío. ¿Y si nos atacan?

-¿Atacar? ¿Pero no ves que están muertos de miedo? Además, ¿con qué?

-No sé, con las manos. Todos estos chinos juntos, seguro que alguno sabe artes marciales.

-Pues quizás pero están delgados como palos. Míralos, ¿no ves lo poco que abultan? Están en los huesos, quien sea que los tiene secuestrados también los está matando de hambre. Además, no son chinos, son japoneses.

-¿Y tú cómo lo sabes?

-Porque douzo es japonés.

-¿Y cuándo han dicho eso?

-Al verte apuntando con las armas.

-¿Desde cuándo tú hablas japonés?

-No lo hablo, entiendo un poco. Al final yo tenía razón: aquí había alguien.

-Más hubiera preferido que te hubieses equivocado.

-Yo también.


Nueva pausa de silencio se abre entre ambos. Y entre todos. Los japoneses con la cara pegada al asqueroso suelo, suplicantes acaso por sus vidas. Desposeídos y maltratados, sin otra capacidad defensiva que el ataque suicida en grupo. En esa situación, quién lo iba a decir, ¡Fausto y Charlotte eran dos privilegiados! Considerándose poco tiempo antes como las personas más desdichadas de la tierra, habían saltado a un barco en busca de mejor fortuna; quizás un poco de justicia en forma de una vida más cómoda.




© CHRISTOPHE CARO ALCALDE

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