-¡Konnichiwa, konnichiwa!
Misma repuesta: ninguna.
-No sé… -Fausto interviene- ¿Tú confiarías en alguien que saluda apuntando con dos armas?
-¡Ah!... ¿Tú crees que… ?
-Ya no sé qué creer, o mejor, me creo cualquier cosa. Pero es una idea.
-¿Y si nos asaltan?
-Otra vez… ¡Pues disparas y ya está! Algo me dice que nadie los va a reclamar.
-Nunca he matado a sangre fría…
-Oh, ¿y a sangre caliente? Mejor no pregunto lo que no quiero saber. Yo tam…
Él iba a decir yo tampoco, pero se traga la frase a medias para no soltar una mentira: los viejos, sí los mató.
Charlotte se aleja de la puerta. No soporta el olor.
© CHRISTOPHE CARO ALCALDE
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