-Dritt! Así no vamos a ninguna parte.
-Dritt! Así no vamos a ninguna parte.
-¿Fausto, has oído eso? ¡Alguien ha repetido tus palabras, por ahí atrás!
-Sí, lo he oído.
-¡Mon dieu! ¡Alguien habla tu idioma!
El representante del grupo le pide que se levante. Definitivamente, él es el líder.
-Behage. Hjelpe.
Bae: padre coreano madre coreano-nosesabeafirmabasernoruega de quien aprende algo el idioma. Palabras sueltas expresiones incorrectas y giros inapropiados, pero mejor eso que nada. En sentido opuesto, a Fausto le ocurre lo mismo con el japonés: chapurreos de turista y errores de analfabeto. Insuficiente para la situación: tendrá que bastar.
Rasgos faciales andróginos han llevado a Bae a ser confundido con una chica en varias ocasiones. Esta, no fue una de ellas. Hermoso para muchacho del montón para ser mujer. No importa, a sus clientes sus enemigos su familia no les ha importado nunca: insultado y maltratado por ésta, golpeado y violado por aquellos hasta el desgarro interno. En el último abuso lo dieron por muerto: un hombre, y una mujer, contrataron sus servicios sexuales para unas horas. Atado con cadenas y amordazado lo retuvieron durante días. Tanto ella como él abusaron y lo exprimieron como a un limón, hasta que por el ano goteó zumo de sangre. La pareja de depravados que con él cruzó la raya de la enfermedad y la aberración sexual para dar el salto a la psicopatía despiadada se deshizo de cuerpo en un callejón de Mosaya. Donde una fulana inicialmente compasiva lo arrastró como un saco de patatas una madrugada sin clientes hasta su casa.
© CHRISTOPHE CARO ALCALDE
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