jueves, 9 de octubre de 2014

PÉTALOS DEL PENSAMIENTO, parte 183 H



-Me estoy ahogando.


Fausto procede de forma inversa, se acerca repitiendo la contraseña.

-Konnichiwa.

Apaga linterna y cámara, mostrándose a su manera desarmado.

-Kon-nichiwa.

Una voz grave, ronca, de hombre, ha salido de la bodega como un genio de su lámpara: desconcertando.

-Mon dieu, ¿quién ha sido? ¿Quién ha contestado, lo sabes?

-¿Cómo? ¡Veo lo mismo que tú: nada!

-Pues enciende la linterna… ¡Merde! ¡Para qué la tienes!


Él obedece con dudas. No admitía discusión que apagarla ha sido un acierto. Como si la oscuridad diera al grupo un extra de seguridad y confianza dentro de su extrema fragilidad. No en vano, la negrura es el medio al que están acostumbrados. Además, les protege como nada ante intrusos desconocidos.


Fausto ilumina nuevamente al grupo, que continúa suplicante, pero lo hace sin agresión, pasando la luz por los cuerpos a ras de suelo. Evitando el interrogatorio policial de foco al rostro que esgrimió Charlotte. Nada es capaz de discernir hasta que una cabeza se levanta.



© CHRISTOPHE CARO ALCALDE

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