CUANDO LA VERDAD ESTORBA
Fácil fue, y es, vivir conmigo.
Me conformo con tan poco
que me avergüenza decirlo. Nunca
defendí mi sitio.
Sólo trabajamos por el suyo: era
más digno.
De ese largo pasado, hoy nos
acosa su desprecio.
Que las leyes están mal hechas,
no soy quién para decirlo,
hombre soy y por tanto
sospechoso,
pero sí lo digo pues quiero
aunque no puedo.
De la historia contada, sólo es
cierta la firma.
Más no importa, que la verdad no
te estropee una buena denuncia.
Y esta es de las mejores. Nadie
se hace responsable.
La verdad se le supone, es mujer.
Yo, ya lo he dicho,
miento como hombre por ser
hombre.
Pero en este amargo proceso:
amargo para mí y para los míos,
hay más de un culpable.
Los servicios, departamentos,
secciones y oficinas, no son espacios vacíos.
En ellos hay personas.
Debieron hacer su trabajo en el
momento que tocaba.
Me hubiera bastado con eso, no
digo bien no pido tanto.
El suficiente para ejercer la
obligación de separar mentira de verdad.
Qué hay de fuego, qué hay de humo
que es solo cortina.
Pero la verdad, siempre lo he
dicho, es paticorta.
Apenas se puede defender. Porque no
puede correr.
Y nunca, nunca escapar. Es presa
de sí misma.
La mentira vuela alto. Libre es,
por tanto.
Mucho me queda por decir, pues
nadie me preguntó y me prohibieron explicarme:
no vayas, no digas, no opines.
Sólo huye.
Cuando todos te persiguen, solo
huye.
Aquí no podrás vencer, sólo
perder o malperder.
Ya dije que esta era denuncia de
las buenas.
Así las cosas, sólo me pude
esconder.
En aquellas tierras del norte,
frías y húmedas donde me condenó la soledad.
En ese tiempo solo hablaba con
mis perras.
Testigos son de cuanto digo. No
puedo usar su confesión,
ninguna sirve en esta disputa
desigual.
No hay reparación al humillado.
Ni habrá protección al perseguido.
No habrá justicia para mí.
Nadie me devolverá mi noche en la
perrera.
Ni borrará el recuerdo del metal
frío estrangulándome las venas.
Hombre soy, por ello peligroso y
por peligroso preso.
Quedará un vete a casa olvida y
descansa. Si puedes.
Pero siendo el rincón donde
vivimos un ridículo espacio en el mapa del mundo,
no tendré paz. No tendremos. No
nos dejarán.
Sólo con mi muerte será
satisfecha la venganza.
Nunca seré la persona que fui,
tal vez porque ya no seré.
Me queda la inexistencia.
No caminaré sin proteger mi
espalda, la mentira por definición es traicionera.
No habiendo otro futuro, no
caminaré.
Papillón he quedado en la isla de
los condenados.
Condenados a no vivir y a vivir
muriendo.
Para mí no habrá reparación ni
libertad ni consuelo.
Nada cerrará este agujero en la
diana de mi alma.
No coserá este rasgón en las
entretelas de los sentimientos.
Nadie me curará el corazón.
Nos queda un vivir que será mal
vivir. Tal vez un sin vivir.
¿Qué hicimos mal para merecer
tanto castigo?
Debió ser en otra vida, en esta
no hallo el motivo.
Queda otra derrota para guardar
en mi baúl de los recuerdos.
Que es baúl de los fracasos.
Otro eslabón en la cadena de la
que arrastro mis pesares.
¿Qué otra cosa es, sino la cadena
perpetua?
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