AJUSTICIADO
No habrá justicia.
Para mí no la habrá.
Si la justicia es reparar el daño
causado, al denunciado,
no la habrá.
¿Quién me devolverá mi noche en
la mazmorra?
En aquel banco de ladrillo sucio
y pegajoso.
A compartir con un dominicano al
que habían quitado los cordones de las Nike.
Yo tuve suerte, mis zapatos no
llevaban.
Sí me confiscaron el cinturón, no
fuera a tener deseos de ahorcarme… no sé.
Tal vez de la cámara de
vigilancia.
Todo por mi seguridad.
Para mí no la habrá. Justicia,
digo.
¿Quién me devolverá estos años de
huída?
A mí, que siempre fui de dar la
cara, he vivido escondido desde entonces.
Ocultándome entre matorrales para
no ser tiroteado.
No en vano, era presa fácil con
tanto cazador frustrado.
El hombre desarmado abatido por
el hombre mercenario.
Al servicio de quien más paga, lo
de siempre.
¿Quién me devolverá la fe?
En la verdad, la lealtad, la
honestidad. La fe en la justicia.
En los demás.
También en mí, porque todo lo
perdí.
¿Quién me devolverá mi corazón?
Se lo comieron los perros. Los
perros del cazador.
¿Quién me devolverá las lágrimas?
Las mías, las suyas. Las de todos
mis demás.
Mis noches de insomnio, mis
pesadillas, mis sufrimientos.
Bueno, estas mejor se las queden.
No quiero más.
¿Quién me devolverá el deseo de
vivir?
De enfrentarme a un nuevo día sin
creer que nada malo va a pasar.
Los amaneceres perdidos en la
niebla de mi soledad,
de aquel tiempo sin abrazos, de
camas vacías y techos oscuros.
De sábanas frías y almohadas
planchadas.
Silenciosas oscuras y frías como
la noche,
y los miles de días que corriendo
se fueron.
Que huyeron de mí cuando,
al hierro candente de la sospecha
fui marcado como ganado.
Hombre soy, y por ello culpable.
Hombre soy, sobra con esta prueba
de cargo. No hace falta decir más.
No habrá justicia.
Para mí ya no la habrá.
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