NO ES MÁS CIERTO
Y tú me pides que me calle. ¡Tú!
Que me defiendes porque quieres.
Y porque yo te lo pedí.
Que deberías decirme ¡grita que
es la hora de gritar!
De ser escuchados. De contar la
verdad.
Pero la verdad no importa a
nadie. Más diría,
no es más cierto,
que la verdad molesta.
Incluso a los que con la verdad
comercian:
para hacer de ella una mentira
disfrazada
de cosa cierta. Cosa juzgada.
¿No es más cierto que entre su
verdad y la mía,
la mía no vale nada?
Y tú me dices que me deje
emparedar entre los muros del miedo
para el resto de mi vida. Que aquí
no ocurre nada y que lo olvide.
Hablamos de justicia, ¡hagamos
con ella justicia!
Dejémosla donde la malparieron:
en el barro del camino que no
lleva a ningún lado.
Ese que orina y pisa todos los días
el ganado.
Miles de pezuñas batiendo la ponzoña,
a la carrera hambrientas,
hacia la hierba verde y fresca. Lejos,
lejos de la justicia.
Que no alimenta y siempre mancha.
Y tú que hablas porque sabes de
qué hablas me dices:
-
Cállate y estate quieto. Hazte el muerto. O te matará la policía
del estado.
Solo uno más soy entre cientos de
cadáveres. Que serán ejemplo para nada
y vergüenza para nadie.
La injusticia no lo es cuando
emana del estado.
¿No somos todos el estado?
No se hable más, pues hay
justicia.
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