HACIA ADELANTE
He sacrificado a mis perros de
raza,
inmejorable pedigrí alta cuna
colegio de pago,
porque no los podía mantener.
Ahora tengo dos sabuesos de caza,
ellos son los que me van a mantener:
mataremos todo lo que se mueva
por el campo.
Que todo lo que vuela a la
cazuela.
Y lo que no también.
Fuera mascotas, nada de loros ni
gatos ni hámster.
El loro me lo comí, lo mejor que
pude hacer, en salsa tropical.
Para que al final se sintiera
como en casa. No vaya a ser que de la cazuela, ¡vuele!
El hámster bien rehogado en
zanahoria:
voy cumpliendo años y dicen que
conserva la vista.
Por aquello de que nunca se ha
visto a un conejo con gafas.
Y el gato… El gato se lo eché a
los perros.
Me faltó valor para darle con el
azadón,
que es la forma en que resolvemos
los conflictos en el campo.
He arrancado el césped de mi estúpido jardín
inglés porque bebía tanta agua
que me salía más cara que el
champán.
Haré un huerto donde partirme los
riñones
cultivando berza tomates legumbres
y patatas. Muchas patatas.
Que no tendrán forma de chips,
esas son para urbanitas que comen en macdonals,
y pasando hambre engordan: que lo
vean los demás es lo que importa.
Mis berzas y mis muchas patatas serán
para los cerdos.
Porque voy a tener cerdos donde
antes guardaba mi cuad y mi motora:
les prendí fuego la semana pasada.
No conseguí engañar a nadie como dejé
que me engañaron a mí.
Siempre he oído ¡mejor cerdos que
dan jamones!
Pues cerdos. Ya se verá si llegan
a jamones.
Y gallinas y patos y conejos. Si me
animo, puede que también algún cordero.
Será la única forma de asegurarme
los huevos el caldo y la carne.
A los súper ya solo van los
millonarios.
He talado el seto de árboles que
aísla mi propiedad del mundo de los otros
antes de que me los corten los
vecinos:
hay en ellos un buen montón de
leña para calentarse.
En los árboles, no en los
vecinos. O puede que también.
Y los combustibles fósiles ya no
están a nuestro alcance.
Caballo y carro como antaño. Vuelta
a la vida lenta.
A la escasez de los ascetas y la
aspiración básica del espartano.
Al agua de la fuente, a lavar en
el río. A lavarse en el río.
Nueva modalidad: ducha diaria
quincenal.
He encendido una lumbre donde
quemo todos mis caprichos,
y todo lo que sin serlo no puedo
pagarlo. Lleva el fuego seis semanas.
Y diría que sin haber leña para
rato, sí arderá todo el invierno:
tanto es lo acumulado por
presumir y aparentar.
Por consumir hasta apestar.
El chaparrón frío de la crisis
nos ha caído como agua helada,
y tiritando caminamos igual que espectros
hacia un futuro que es sombrío y
es lejano.
El mismo que hasta ayer era cosa
del pasado.
Queda alguna ventaja en todo
esto, de momento no apestamos.
Distinto será cuando en casa
entre el ganado.
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