BODAS DE PLATA
Como ella quiso
cruzamos medio mundo
para llegar al Caribe.
Con una maleta breve y
un hijo pequeño.
Chancletas, pantalón
corto, gafas de sol, crema de factor 50.
Algo de dinero, una
reserva de hotel en habitación doble
y dos billetes de
vuelta.
¿Dos?
Sí.
Con sólo diez años el
hijo llegó molido.
Tras diez horas de
viaje, yo hecho polvo.
Tú, hecha cenizas.
Metidas en una urna que
no llegaba a diez kilos.
Como ella quiso
cruzamos medio mundo
para llegar al Caribe.
Y esparcirlas en el
agua azul turquesa de su tierra prometida prohibida.
Nunca olvidada.
Las cenizas volvieron gris
el azul turquesa.
Por unos instantes. Después,
no quedó nada.
© CHRISTOPHE CARO
ALCALDE
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