martes, 23 de abril de 2013

TRATO HECHO



TRATO HECHO


Voy perdiendo la vista, por la edad o el cansancio;
o porque nada hay decente que ver,
y lo que al principio surgió como el drama irremediable del momento
es hoy mi verdadera razón para estar con los dos pies en un mundo.
Que es este, pero bien podría ser el otro:
si sólo viera lo que hay que ver.

Tengo ruidos en el oído:
Pitidos zumbidos chasquidos crujidos. A veces,
gritos.
Como si alguien se estuviera quejando de que no encuentra su sitio:
bien sea porque lo ha perdido tal vez porque se lo han robado.
Tengo suerte, con cada chirrido nuevo,
me entero menos de lo que está pasando.

Otra razón de peso para no salir volando.
Los que se enteran no pueden, qué es la información sino un lastre
que atrapa a quienes todo quieren saberlo. Vano empeño.
¿Pues no empeñan la vida y las ilusiones?

Me mordí la lengua en mi último debate público:
efectos de la anestesia en la gobernabilidad de los pueblos.
Me la mordí y me la tragué. Para no debatir,
antesala de lo que concluye en discutir,
previo de lo que se llama luchar,
que por costumbre degenera en combatir.

Tras una tranquila digestión, he encontrado el bienestar en esto de no poder
hablar.
Como no ver, ni oír, y callar.

Vivo ahora en un mundo feliz. Tengo la paz completa.
Siento el nirvana y rozo el éxtasis, 
me embeleso con mi mismidad y me enajeno con mí 
tanto como conmigo mismo me pasmo, 
a cada segundo del tiempo. 

Desde esta isla de la ignorancia puedo deciros hermanos
que no os cambio mi sitio.
Que me sobra lo que sabía, me hiere lo que vi,
me molesta lo que escuché, me arrepiento de lo que dije.

No me supliquéis que vuelva.
Al igual que yo, por nada os pediré
¡volved!



© CHRISTOPHE CARO ALCALDE

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