domingo, 8 de julio de 2012

CREENCIAS






CREENCIAS


John el sepulturero es un hombre cabal. Para abrir una fosa
rara vez da una palada de más.
Y cuando lo hace siempre tiene un motivo fundado.
Que si la familia quiere enterrar al muerto con su mascota:
amantísimo de los animales que la otra vida no os separe.
Su pipa favorita:
que la muerte que os unió para siempre lo haga.
Su talonario de recetas:
que tu cáncer de pulmón ya no sea un problema.
Por eso confío plenamente en su cordura.
Y todo iba bien hasta su última visita.

Vino a mí la semana pasada envuelto en llanto.
Emocionado de haber visto la luz. Bueno, las luces.
Acostumbrado a caminar de noche
creí que se trataba de faros de coches.
John era aficionado a jugarse la vida
en largas caminatas nocturnas por la nacional.
Desafiando al denso tráfico de camiones cargados de carbón.
Carga negra para negra noche.
Pero esta vez las luces eran otras: venían del cielo. Nocturno.

John me había confesado su ateísmo toda la vida.
Manteníamos largos debates llenos de sensatez y orgullo
donde se reafirmaba en la debilidad del ser humano.
Y su consecuente necesidad de crearse un dios
para dar sentido a esta pobre existencia.
Nuestras conversaciones sobre la naturaleza del hombre y sus flaquezas
siempre concluían en que hay más fortaleza en el ateo.
Para esto, decía, ¡Hay que tener fe!
Y brindábamos con licor de ortigas hasta emborracharnos.

Por eso todas mis referencias se vinieron abajo
cuando John me habló de sus luces.
Y sus sombras.
Para mi espanto, me confesó que sus paseos nocturnos por la nacional
no eran por deporte. Ni reflexión ni paz interior.
Buscaba el contacto.
Esas luces del cielo le habían guiado durante años.
Eran su razón y su destino. Eran…
eran sus alienígenas.
Y él, un hombre llamado a servir de intérprete para el mundo.

John no creía en dios ni vírgenes ni santos ni papas ni curas ni monaguillos.
Pero sí en extraterrestres en ovnis en inteligencias superiores
esperando el colapso de nuestra especie.
También en curanderos en imposiciones de manos en médiums.
En la reencarnación en la tabla ouija las conversaciones con muertos.
Los sanadores místicos las operaciones con las manos las cucharas dobladas.
Las pirámides de la salud los imanes de la salud las pulseras de la salud.
Las fuentes de energía la aromaterapia aguaterapia colorterapia.
El envenenamiento de los acuíferos por la industria farmacéutica.
El de los alimentos por la transgénica.
En las conspiraciones corporativas. En los gobiernos al servicio
de las conspiraciones corporativas.
En los líderes del mundo miembros de una secta judeo masónica
al servicio de las conspiraciones corporativas.

Cuando terminó su confesión quedé consternado.
Amigos como éramos, le aconsejé lo mejor que supe:

Olvida todo eso y quédate con dios.
Te resolverá lo mismo, que será nada,
pero no te quitará tanto dinero ni te hará tan esclavo.










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