CREENCIAS
John el sepulturero es un hombre
cabal. Para abrir una fosa
rara vez da una palada de más.
Y cuando lo hace siempre tiene un
motivo fundado.
Que si la familia quiere enterrar
al muerto con su mascota:
amantísimo de los animales que la
otra vida no os separe.
Su pipa favorita:
que la muerte que os unió para
siempre lo haga.
Su talonario de recetas:
que tu cáncer de pulmón ya no sea
un problema.
Por eso confío plenamente en su
cordura.
Y todo iba bien hasta su última
visita.
Vino a mí la semana pasada envuelto
en llanto.
Emocionado de haber visto la luz.
Bueno, las luces.
Acostumbrado a caminar de noche
creí que se trataba de faros de
coches.
John era aficionado a jugarse la
vida
en largas caminatas nocturnas por
la nacional.
Desafiando al denso tráfico de
camiones cargados de carbón.
Carga negra para negra noche.
Pero esta vez las luces eran otras:
venían del cielo. Nocturno.
John me había confesado su ateísmo
toda la vida.
Manteníamos largos debates llenos
de sensatez y orgullo
donde se reafirmaba en la debilidad
del ser humano.
Y su consecuente necesidad de
crearse un dios
para dar sentido a esta pobre
existencia.
Nuestras conversaciones sobre la
naturaleza del hombre y sus flaquezas
siempre concluían en que hay más
fortaleza en el ateo.
Para esto, decía, ¡Hay que tener
fe!
Y brindábamos con licor de ortigas
hasta emborracharnos.
Por eso todas mis referencias se
vinieron abajo
cuando John me habló de sus luces.
Y sus sombras.
Para mi espanto, me confesó que sus
paseos nocturnos por la nacional
no eran por deporte. Ni reflexión
ni paz interior.
Buscaba el contacto.
Esas luces del cielo le habían
guiado durante años.
Eran su razón y su destino. Eran…
eran sus alienígenas.
Y él, un hombre llamado a servir de
intérprete para el mundo.
John no creía en dios ni vírgenes
ni santos ni papas ni curas ni monaguillos.
Pero sí en extraterrestres en ovnis
en inteligencias superiores
esperando el colapso de nuestra
especie.
También en curanderos en
imposiciones de manos en médiums.
En la reencarnación en la tabla
ouija las conversaciones con muertos.
Los sanadores místicos las
operaciones con las manos las cucharas dobladas.
Las pirámides de la salud los
imanes de la salud las pulseras de la salud.
Las fuentes de energía la
aromaterapia aguaterapia colorterapia.
El envenenamiento de los acuíferos
por la industria farmacéutica.
El de los alimentos por la
transgénica.
En las conspiraciones corporativas.
En los gobiernos al servicio
de las conspiraciones corporativas.
En los líderes del mundo miembros
de una secta judeo masónica
al servicio de las conspiraciones
corporativas.
Cuando terminó su confesión quedé
consternado.
Amigos como éramos, le aconsejé lo
mejor que supe:
Olvida todo eso y quédate con dios.
Te resolverá lo mismo, que será
nada,
pero no te quitará tanto dinero ni
te hará tan esclavo.
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