LA CANCIÓN DEL EMIGRANTE
Madre he llegado bien. Todo ha
salido perfecto.
El viaje sin contratiempos. Llamé a
la prima Raquel,
ya tengo alojamiento.
¡Ay gracias mi hijo. Qué alegría
nos das!
Con lo preocupados que hemos quedado
en casa.
¡Qué lindo que llegaste sano!
Verás cómo tu tía Raquel es una
persona muy buena.
Te ayudará en lo que pueda.
-mama no he llegado bien. Me
detuvieron los guardafronteras.
Me exigieron un soborno, me dieron
una paliza.
Me quitaron la cruz del cristo. Ese
que me dio la abuela
para que me protegiera. La tía
Raquel no está. Aquí nadie sabe nada.
Unos dicen que se volvió. Otros que
murió alcoholizada.
Esta noche dormiré en la calle, y con
el frío que hace-.
Madre te llamo desde el trabajo. El
jefe, que se ha prestado.
No veas este chévere sí que es un
tío bárbaro.
De momento estoy sirviendo mesas,
las terrazas mi escenario perfecto.
Sabes cuánto me gusta la calle, ser
libre como el aire.
Los clientes muy amables, todos me
tratan bien.
Me dejan buenas propinas, se nota
que es gente con clase.
¡No hay nada como el primer mundo!
Ahorita que ahorre un poquito, le
mando a usté un sobrecito.
¡Ay gracias mi hijo. Qué alegría
nos das!
Por nosotros no te preocupes, no
necesitamos nada.
¡Sal adelante mi vida, que tú sí te
lo mereces!
-mama le llamo desde la cárcel.
Derecho a una llamada.
Como abogado no tengo aquí pasaré
seis meses.
Tres dicen si me porto bien.
Me detuvieron por robar. Sólo era
comida, pero todos me miran mal.
El hambre que estoy pasando. Le
juro que como nunca antes.
Lo miro del lado bueno: tengo tres
comidas diarias,
y al menos no paso frío.
Cuando salga volveré más fuerte.
Nada se pondrá por delante.
Vine para triunfar y lo que me
propongo consigo. Ya usté sabe-.
Madre perdóneme la tardanza. Aquí
voy de trabajo en trabajo
y ando yo atareado. Ustedes no se
preocupen, que es todo para mejor.
Saqué un carnet especial y soy
chófer de un gran bus.
Televisión y aire acondicionado,
madre. De verdad que aquí se vive.
Si siguen así las cosas, en nada
tengo negocio propio.
No me dijo si le llegó el
sobrecito. Y páseme a padre, que quiero decirle algo.
¡Ay gracias mi hijo. Qué alegría
nos das!
Por nosotros no te preocupes, no
necesitamos nada.
Aquí todos seguimos bien, sabes que
vivimos con poco,
pero nada nos hace falta. Padre… Padre
no se puede poner…
Salió esta mañana temprano... Con
tu tío, a hacer un trato en la capital.
Vamos… ¡vamos a cambiar de casa!
Qué contentos estamos.
-mama perdóneme la tardanza. Voy de
malo en peor.
Llevo diez meses preso y me han
trasladado de cárcel.
En un gran autobús, con ventanas de
rejas. Y mucho calor.
Dicen que nunca no saldré.
Primero fue mala conducta, nunca me
gustó obedecer, mama.
Y aquí si no te agachas te agachan.
Me alargaron la pena tres meses.
¡Cuánto echo de menos la calle! La
calle que ya no veré.
Luego fue homicidio. ¡Me robaron el
sobrecito, mama!
Y mire que era pequeño. Del
trabajador condenado
no da para mucho la paga.
Maté en el comedor a ese hijo de la
chingada ladrón.
Que yo por robar un melón fui
preso, con su ley,
en el cuello le clavé un tenedor.
Poco le llamaré ahora, mama. Los
homicidas estamos aparte.
No hay trabajo, no hay gimnasio, no
hay patio.
Y si te has portado bien, una
visita al año.
A mí esto no me afecta, que no
viene a verme nadie.
Tampoco tía Raquel.
La vida aquí no vale nada-.
-¡ay gracias mi hijo. Qué alegría
nos das!
Por nosotros no te preocupes, no
necesitamos nada.
Qué bien que hiciste en marcharte,
aquí todo está muy mal.
Tu padre murió hace un mes, lo
mataron volviéndose del laboro.
Por un reloj y una poquita de
plata.
La vida aquí no vale nada.
Ya tú sabes.
Bueno que te marchaste así no me
verás morir.
Me tiene mordida el cáncer, dicen
que no pasaré de abril.
Cuídate mi vida. Búscate una buena
chica, que te dé hijos sanos y fuertes.
Cuídate mi vida. Vive lo que aquí
no pudiste.
Te quiero hijo mío adiós-.
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