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Hoy soñé un sueño hermoso. De esos
que te alegran el día.
Bueno, la noche porque era de
madrugada.
La hora callada del campo donde
huyen los humanoides
y viven los animales.
Soñé que nos armábamos de valor, y
rabia.
Y algo de venganza, también puede
ser.
Pero venganza que es necesaria
cuando lo que busca es justicia.
Salíamos a la calle a recuperar
nuestras vidas. A poner orden
en este indecente desorden.
Para lograrlo, repartíamos hostias
a pares.
Sin convocatoria previa y por
generación espontánea,
de esta generación anulada,
tal vez producto aprovechable de la
repulsión momentánea
por tanta persecución colectiva
formábamos la tropa más variopinta
que por aquí se haya visto.
Aburrido y monocromático que se ha
vuelto este mundo ordenado:
por el orden y por obediente.
Armados con escobillas sartenes
cazuelas y sillas
montamos un estruendo que no dejó
un alma en la cama.
Tanto es el descontento que incluso
al frente formando filas
podíamos ver al ejército. Encabronado
que está de tanto payaso
diciéndonos “a callar todo el mundo”.
Y aquí callar solo callan los que
ganan, que son pocos
y a algunos no se les ve, pero
trincan lo de todos.
Hemos tomado el parlamento por la
fuerza.
Por la fuerza de las cosas
que torna inevitable lo que ayer
parecía imposible.
Al gobierno y a su cuadrilla de
ineptos hemos enviado al trullo:
a pensar más, es lo suyo.
A la corona a Suecia.
Acostumbrados que están a pasárselas
de mano en mano
que ya le han perdido el respeto a
las coronas los suecos.
Tenemos que ir aprendiendo.
No puede haber mejor sitio para los
reyes de turno
y sin ningún otro oficio.
A los jueces a servir en las cárceles.
Que conozcan en vivo
cómo viven sus sentenciados.
Así, gobierno jueces y juzgados harán
terapia de grupo:
los que inventan las leyes, los que
las aplican y quienes las sufren,
se intercambien los papeles.
Hemos mandado a la iglesia a
trabajar por los pobres. A pedir,
¡y dárselo!
Acostumbrados que están a quedárselo.
A la prensa le hemos cambiado el
dueño: ahora somos los de las cazuelas
quienes le ordenen que digan…
Que cuenten lo que de verdad ocurre.
Y no vamos a pagar por ello.
Que enseñen el cepillo que le hemos
quitado a la iglesia
y vivan de los donativos del pueblo:
por cada moneda una historia. ¡Ésta
sí que será verdadera!
Hemos devuelto lo robado a todos
los funcionarios,
sin olvidar que lo ocurrido ha sido
sólo un aviso
de que aquí nadie está seguro.
A los cuerpos de seguridad le hemos
completado el nombre:
De Seguridad Ciudadana.
Y cambiado cometidos:
Proteger al ciudadano de todo poder
conocido. El verdadero enemigo.
Los bancos hemos vaciado de
personal con cargo,
opciones preferenciales y preferencias
de encargo.
Puesto en una cuenta única lo que
nos han saqueado y,
creado por fin, el banco del
pueblo. Damos créditos a bajo precio
con pocas condiciones: la primera
la solidaridad de la idea,
seguida por la escasez y la
urgencia.
Hemos reducido impuestos a lo
estrictamente necesario:
eliminando altos cargos senadores
congresistas eurodiputados
prebendas exclusivas tratos
especiales servicios discrecionales
y dotación personal de esclavos,
hemos descubierto que para nuestra
sorpresa,
despedido todo lo que sobra,
lo que ahora nos sobra es dinero.
Con él no haremos estadios ni
monumentos a la desfachatez
ni museos vacíos ni plazas de
diseño ni puentes de autor
ni circuitos donde para
disfrutarlos, no se exija una carrera,
ni ciudades de ciencias de cultura
o de música,
hasta que en las ciudades donde
viven personas puedan de verdad
vivirlas.
Pondremos escuelas en pueblos, más
consultorios rurales.
Cultura de barrio, disciplina y
trabajo.
Y con esto no hacemos nada nuevo.
Los servicios sociales, los justos
y necesarios.
Más ayudarse a uno mismo y menos
vivir del cuento.
Basta de oenegés, que todo lo que
ellas hacen lo debe hacer el gobierno.
Estando en este momento afrodisíaco
y dulce
de reorganizar el sistema al
completo
sonó el despertador:
una radio reloj japonesa made in
china comprada de segunda mano.
“Seis de la mañana, noticias: Reunido
en sesión de urgencia el nuevo gabinete
aprueba su sexto paquete de contramedidas
en dos semanas. El presidente afirma
que será un duro ajuste pero
inevitable, y que nos ayudará a salir de la crisis. A
partir de las doce de la noche
bajarán sueldos subirán impuestos aumentará el
precio de los servicios básicos
se reducirán las asistencias a domicilio queda eliminado…”
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