FANS
Tantos años
metiéndose lo que pillaba,
cocaína,
heroína, al final, harina,
le
reordenaron las neuronas y geometrizaron el cerebro.
Un nuevo
orden neuronal para un nuevo orden mundial.
Consecuencia
a veces el otro de lo uno.
Ingresó en
la orden, qué si no, de los Espirituales Blancos:
tocaba la
guitarra de una cuerda
con un
grupo de excombatientes kurdos.
Cada uno
con su música y su mística. Mestizaje de última generación:
desentendimiento
entre culturas colgando de la horca de la moneda única.
Todos arrogantes
que cada uno es el mejor.
Repartiendo
drogas de diseño en Mp3, nuevos tiempos vectores nuevos,
el grupo
ganó adeptos. Adictos, en verdad.
Primero a
la música, luego a la letra. Al final, al mensaje.
Siempre violento.
A veces ignorante:
esta tierra
es nuestra tierra. Nadie entrará que nos la arrebate.
Empezaron levantando
barreras osmóticas. Portátiles, muy prácticas.
Siguieron anexionando
territorios. De salvajes reeducables, muy aprovechables.
Terminaron quemando
negros. Amarillos.
Judíos palestinos
sirios indios.
Asiáticos. Africanos.
Afroamericanos.
Americanos.
Kurdos.
Blanquitos blancos.
Espirituales
blancos.
© CHRISTOPHE
CARO ALCALDE
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