VELAS
Ella había nacido
para ser alguien. Importante.
Él con vistas
al mejor parque de la ciudad.
Y a ser alguien
importante.
Juntos formaron
la pareja perfecta. Para ganar en importancia.
Supieron disimular
carencias, muchas,
y potenciar
virtudes, pocas.
Magnificar éxitos,
inexistentes,
y minimizar
fracasos, evidentes.
Toda una vida
en la cuerda floja del disimulo y el engaño.
Crearon escuela,
no obstante.
Abrieron una
academia para mediocres importantes.
Y para importantes
con vocación de mediocres.
No podía ser
de otra manera: triunfaron.
En un mundo
de bajezas miserias y ruindades
era más fácil
que difícil.
Jugaban con
la ventaja del disfraz.
El que nos ponemos
cada día cuando sube el telón
de este teatro
del absurdo.
Y la mentira.
Sopla el viento.
Hincha las velas de un barco de juguete hecho pedazos.
Y de pedazos.
Ella y él salieron
a navegar. Se lo dijeron a todos.
Imaginando una
vez más ser alguien importante.
Cuando no volvieron
nadie preguntó.
La importancia
siempre es relativa:
depende de las
cosas que de verdad son importantes.
© CHRISTOPHE
CARO ALCALDE
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