INMERSIÓN A LAS MARIANAS
-¡Jodida basura
comunista! ¡Habla de una vez o te reviento la barriga con este destornillador!
-¡Déjalo ya! ¿No ves
que está muerto?
-¡No, no está! ¡Finge!
¡Estos comunistas son todos unos mentirosos! ¡Te digo que se hace el muerto!
¡Inyéctale más mierda de esa para que hable! ¡Métele ya!
-¡No hay nada que
inyectar! ¡Lo has matado!
-¿Yo? ¡Habrás sido tú
con tus inyecciones! ¡Te dije que me dejaras a mí! ¡Que le iba a sacar la
verdad a hostias! Pero tú ni caso. No le has conseguido una sola palabra con tu química.
-¡No te quejes que
gracias a la química se ha estado quieto! ¡No paraba de revolverse el muy cabrón!
-¡No es cierto! Han
sido mis puños y esta porra los que le han hecho entrar en razón. No ha parado
de dar patadas hasta que le he roto las piernas con ella.
-¡Pues no sigas! Ya está
muerto y no nos va a decir nada. Otro que se lleva sus secretos.
-Habrá que probar con
el siguiente. No nos vamos a casa hasta que sepamos quién es el líder.
-Con este ya van cinco.
Y ninguno ha dicho el nombre de su jefe. ¿Y si no tuvieran?
-¡Todo el mundo tiene
un jefe! Nosotros tenemos un jefe. Nuestro jefe tiene un jefe. ¡Hasta el jefe
del jefe tiene un jefe! Siempre hay alguien ahí arriba. Es el que da las órdenes
y nosotros obedecemos.
-Obedecemos por miedo a
las consecuencias. ¿Pero si pudieras negarte? ¿Lo harías?
-No empieces otra vez
con tus preguntas de enfermo. Ayúdame a tirar esta basura por la ventana. Diremos
que se ha despeñado tratando de escapar.
-Es lo que hacemos
siempre, decir que se mataron huyendo. Igual había que pensar en otra excusa.
-Aquí no hay nada que
inventar. Siempre lo hemos hecho así y ha funcionado. Detenido muerto detenido
que va por el acantilado y desaparece. Fin de la historia.
-Pues acuérdate del
presidente del sindicato de transportistas. Aquel salió a flote dos semanas más
tarde y casi nos ahoga después de muerto el malnacido.
-Ya te dije que el saco
no pesaba lo suficiente. Un par de piedras más y aquel desgraciado comunista no
sube. Por tu culpa casi nos lleva por delante.
-¿Por mi culpa? Yo fui
el que te dije que aquellas piedras no servían. Eran de granito y el granito
absorbe poco agua. Siempre usamos caliza, empapa más y en el mar gana peso. Pero tú no quisiste buscar más. Eso fue lo que
pasó.
-Suerte que el jefe
tiene amigos en la prensa y enderezaron el asunto. ¡Qué listo es el cabrón! Claro
que por eso es el jefe.
-Más que por listo fue
por sus amigos. Filtraron el bulo de que era un ajuste de cuentas entre bandas
sindicales y todos lo creyeron. La gente es tan estúpida, se traga todo lo que
sale en los periódicos. Aunque se les fue de las manos el asunto cuando dieron
nombres de los líderes sindicales implicados en el ahogamiento. Cerca estuvimos
de la revuelta ciudadana.
-Sí, es cierto, ja ja. Pero
aseguramos nuestro futuro con aquello. Este centro de interrogatorios se hizo más
necesario que nunca. Yo hice hablar a todos los líderes políticos. Tan fuertes
que se creían esos mamones, pero me veían con la porra y aquí cantaban la
Traviata. Los encarcelaron y se acabó el conflicto. By the way, ¿qué es la
Traviata?
-No lo sé, alguna
carrera tal vez.
-Bueno, basta de
charla. Vamos a desatar al mierda este y lo tiramos.
-Hazlo tú, que yo me
rompí una uña la última vez y aún me duele.
-¡Un día de estos me voy
a cansar! Siempre me toca a mí el trabajo sucio.
-No te quejes. Basta mirarte
a los ojos para saber que disfrutas dando palizas a los detenidos.
-Ah, eso es verdad. Y si
son comunistas, ¡más fuerte les doy!
-Más fuerte es
imposible. A aquella portavoz de jueces para la democracia le rompiste la mandíbula
de un puñetazo.
-¡No fue culpa mía! Era
una blanda. Tanta democracia reblandece a la gente. Y aquella desgraciada
chulita sudaba democracia.
-Sudaba miedo.
-Es verdad. Todos esos
jueces que se creen dioses, que se han vuelto intocables con la mierda esta de
democracia, se cagan de miedo cuando vienen aquí.
-No la portavoz
aquella. Sangraba por las orejas y se atrevía a amenazarnos con la cadena
perpetua. Secuestro, detención ilegal, agresión y crímenes contra la humanidad. Pensaba que esto era su juzgado.
-Sabría aquella zorra
qué era humanidad. Sentada en su trono condenando a desgraciados como nosotros.
Arruinando la vida de la gente por el día, y por la noche a dormir a su casa
tan tranquila.
-Aquí vio el otro lado.
Alecciona mucho ponerse en el lugar de otros.
-Lástima que no tuviera
la posibilidad de pasarlo a la práctica. Ja ja.
-Le diste demasiado
fuerte. Murió al segundo golpe.
-¡No es cierto! Mi autodefensa
fue proporcional a la amenaza. ¿No dicen eso los jueces? Y ella era una grave
amenaza.
-Más que ella, el
sistema que la mantenía. Toda esta democracia amañada para que los jefes sigan
siendo jefes.
-¿Ves cómo siempre hay
un jefe?
-Lo peor de estos jefes
es que nunca dan la cara. Sobran desgraciados sobre los que cargar las culpas.
-La democracia está
podrida.
-Lo sé. No deja de ser
otro engaño para concentrar el poder en los elegidos aparentando estar
legitimados.
-¿Legiti qué?
-Respaldados, apoyados
por nosotros el pueblo honrado y trabajador.
-Ah no. Apoyados por mí
no. Honrado y trabajador sí, mira esta sesión. Llevamos dos días interrogando comunistas
de mierda y no hemos protestado. No como esos progresistas que exigen un descanso
para el café, fines de semana libres y vacaciones pagadas. Aquí no. Disponibles
veinticuatro horas todos los días del año.
-¡Y con el sueldo
congelado desde hace tres! Demasiados vicios es lo que hay.
-Así es. ¡Cómo me
gustaría interrogar al ministro de trabajo sobre todas estas cosas.
-A mí también. Nunca he
disfrutado tanto como aquellos tres días que nos dejaron a solas con el
ministro de seguridad interior.
-Otro fulano de mucho
hablar, mucha declaración con amenazas, pero aquí blanco como la pared.
-La pared está roja.
-Bueno, fue blanca
antes de que le reventara los sesos con la porra al chulito ese. No te jode el
tío engominado amenazándonos. ¡Que soy yo el que manda! ¡Que soy vuestro
superior! ¡Que me dejéis libre! ¡Esto es un altraje!
-Ultraje, dijo ultraje.
-Pues lo que he dicho,
altraje. Y es cierto que al traje no le quedó una costura sin romper. Me harté
de darle hasta que me sangraran los nudillos. Y sabes que los tengo como
piedras, pero aquel ministrillo creyó que nos iba a intimar, aquí haciendo nuestro
trabajo.
-Intimidar, se dice
intimidar.
-¿Y yo qué he dicho,
eh? Vamos, abre la ventana y agárralo por los pies. Yo lo llevo de los
hombros.
-Ahora mismo. Qué poco
pesa la cosita esta.
-Es porque estos comunistas
pasan un hambre de dios.
-Bueno, comunistas y
dios no suelen ir juntos. Así que será un hambre canina, como mucho.
-Pues por eso pasan
hambre. ¿Te acuerdas de aquel obispo gordinflón?
-¿El de las cuentas
secretas con dinero de las donaciones a la iglesia?
-Sí. Escondido en las
islas caimán que lo tenía.
-Lloraba de miedo como
un niño.
-Sólo dos uñas pude
arrancarle antes de confesar.
-La Traviata esa.
-Sí eso, la Traviata.
-En cuanto me vio
meterle el alicate por el índice se arrugó como un papel.
-En el corazón. Era el
dedo corazón.
-Corazón es lo que le
salió por la boca cuando le di una patada de rabia. ¡Mira que confesar tan
pronto! ¿Dónde está tu dios ahora? ¿Dónde está tu dios? Pero a eso no respondió.
Creo que no le pegué lo suficiente, porque si lo hago nos lo dice.
-Hubiera sido un gran
hallazgo.
-Pero las órdenes eran
averiguar dónde escondió el dinero. Y las órdenes son las órdenes. Mucho sermón
para tan poco valor.
-A la de tres.
-A la de tres. Una,
dos, ¡ahora!
-¡Ahora!
-¡Eh, qué vuelo! Se nota
que pesaba poco, ha librado la roca primera esta de aquí.
-Sí, ahí se estrellan casi
todos. Está perdida de sangre.
-Este no. Mira, mira. Ha
caído sobre la roca de los percebes.
-Creo que ninguno había
llegado tan lejos, ¿verdad?
-Sí. Una vez. Hace
nueve años. Todavía estábamos en prácticas. ¿No te acuerdas del ecologista?
-Es cierto. Casi lo olvido.
Aquel fue el cuarto ecologista que interrogamos en una semana. Aún estábamos a
prueba y nos traían casos fáciles.
-¡Y tan fácil! Tú fuiste
el que le sacó el ojo de una hostia.
-Verdad, verdad. Aquel sí
que era un mierda. Salvad las ballenas, las jirafas, las focas, todo. Quería salvar
a todo el mundo.
-Te equivocas otra vez.
A las personas no. Mucho ecologismo pero la gente les importa una mierda. No
como nosotros, cuidando siempre de los demás. Por eso tuvimos que
interrogarles. Los jefes querían saber si habían previsto alguna acción por el
país.
-Fue sacarle el ojo
derecho y empezar a largar. Claro que con tanto grito resultó casi imposible
entenderle.
- Por poco nos deja sordos
el muy marica. Y total para nada, todo mentira y su organización un chiste. Sin
ninguna posibilidad de atentar contra nadie.
-Que lo hubiera dicho
antes. Además, no se puede quejar. Después de todo llegó más lejos que ninguno.
-Dos rocas más allá que
el comunista de hoy.
-Suerte que la marea
estaba alta, así no se espachurró.
-Los hay con suerte, sí.
Que entre el siguiente, a ver qué le sacamos a ese comunista.
-Un momento… Que mire
la lista. Ah, sí, aquí está. José Antonio Buendía.
-¿José Antonio… Buendía?
-Sí. Aquí lo dice,
mira.
-Es cierto. Pero…
-¿Pero qué? Te noto
blanco. ¿Estás mareado?
-Ese… es mi hijo.
-¿Cómo que tu hijo?
Nunca me dijiste que tuvieras hijos.
-Porque se fue de casa
con apenas dieciséis años. Dijo que me odiaba y no volvimos a vernos. Sabía que
andaba metido en líos, pero no tanto. La culpa es de la zorra de su madre y
toda la mierda que le ha metido en la cabeza con su libertad, igualdad y
fraternidad. ¡Maldita jipi yonqui! ¡Ha echado a perder a mi niño!
-No llores. Tienes que
ser fuerte. Recuerda que el mes pasado interrogamos a mi padre y no me derrumbé.
¡Yo mismo le abrasé los ojos con descargas! Yo mismo le metí la cabeza en el
cubo hasta que se ahogó.
-Parece que no sabía
nada.
-¡Por supuesto que no
sabía nada! Un viejo como él que pasó toda su vida reparando calzado, ¿cómo va
a estar metido en una conspiración contra el jefe del estado? Yo sabía que era
inocente, pero las órdenes son las órdenes. Obedecemos sin rechistar, para eso
estamos aquí. Lo ahogué por compasión.
-Tienes razón. Al menos
él cayó al agua, no se dio contra las rocas. Hubiera sido una falta de respeto.
-Sí. Debemos ser
considerados con nuestra familia.
-La familia es lo
primero.
-Así te quiero ver,
¡fuerte! Repítelo.
-La familia es lo
primero.
-Otra vez, ¡más fuerte!
-¡La familia es lo
primero!
-¡Mas fuerte!
-¡¡La familia es lo
primero!!
-¡No te oigo!
-¡¡¡La familia es lo
primero!!!
-¡Bien! Ya estás preparado.
-Lo estoy. ¡Que pase el
siguiente!
© CHRISTOPHE
CARO ALCALDE
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