martes, 24 de junio de 2014

HUMANIDADES ENFRENTADAS, parte 18



Pero como digo, con el sol y una aparente tregua entre rivales, me llevé a los niños al parque. Sábado por la mañana, último sprint de soportarlos antes de mi posible domingo vacacional. Era su cumpleaños después de todo e hice un esfuerzo en ser amable; quise consentir al consentido. Mi otra chantajista, la conciencia, llamando a las puertas de la culpa.

El sujeto ya llevaba largo tiempo tras la idea de que me subiera a un pequeño artilugio giratorio donde unos y otros no paraban de impulsarse y dar vueltas hasta ver quién soportaba más el duelo. Yo ni muerta me sentaba en aquel chisme, me mareo como una loca al primer giro. Pero se lo permitía al niño pues en su afán competitivo se dejaba propulsar llegando casi a perder el sentido. Es ahí cuando yo entraba en escena a socorrerle, a fingir, y disfrutaba viéndole fuera de combate. Tanta maldad en ese cuerpo de niño y sin embargo tan indefenso en aquellos momentos. Tan tierno que daban ganas de comérselo, por los leones del zoo.

Aquel día que lo cambiaría todo, accedí. Sentada en la diminuta silla azul de las cuatro disponibles, el mocoso comenzó a girar el aparato. Para la tercera vuelta ya noté el subidón y le pedí que se detuviera. Ingenua de mí, era una trampa. Tanta candidez en ese cuerpo de mujer crédula… No puede ser, no pudo ser. El cabrón ya tenía el plan elaborado hacía tiempo. Desde el primer día que me invitó a jugar en su columpio, probablemente.

No sólo no frenó el aparato, sino que viendo en mí los efectos del mareo, comprendió que me tenía atrapada. En sus manos como un gorrión para aplastarlo hasta morir. Y siguió impulsando el chisme. Y yo girando a mayor velocidad. En la décima vuelta dejé de sonreír para comenzar a gritar. No de diversión. <<¡Para, te he dicho que pares!>> A la número quince suplicaba: <> En la veinte cesé la cuenta y pocas después me solté. No encontré otra forma de escapar de aquella noria horizontal. Salí despedida como una muñeca.




© CHRISTOPHE CARO ALCALDE

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