LA GUITARRA SIN CUERDAS
Es culpable el artista.
De pensamiento y obra.
Por su obra por hacerla
y, lo peor,
querer mostrarla.
Y por esto y por lo
otro y por aquello
debe pagar. Y paga.
Paga con el desinterés
la indiferencia. Es lo habitual.
Paga con sangre paga
con tiempo:
el de toda su vida a
una causa entregada.
Seguramente equivocada
con el error de ser artista.
Al tiempo que esos
otros, piden y piden y piden… pista.
Paga con lo que más
quieren por lo único que quieren, los mismos otros,
el enjambre de
abejorros que rebuznan a su lado:
el dinero.
La más dulce miel para la
fauna:
de marchantes galeros
cuenteros sopleros de oído vendedores de humo
tratantes de ganado enfermo
camiseros pesebreros de menú diario
garrapatas mutantes
tenias acompañadas, de fastos servicios y vicios,
curatores snob arribistas
de último minuto oportunistas de manual
tramposos de banquillo
buscavidas de caramelo y violación
críticos adelantados
con grave retraso mental agentes de arte que no entienden
aprendices de estrella
sacapechos del engaño.
Fauna breve:
de mediocres mentirosos
ignorantes y parásitos.
Fauna arrimada
abrevando en el pilón
de agua clara:
agua nueva que mana de
la que el artista sangra.
Fauna sacudiendo el
rabo que las moscas espanta.
Al camastro cada noche
paja nueva que el artista,
quién si no,
con sumisión cambia.
Fauna necia como bueyes
torpe como moscas.
Como las moscas que el
rabo espanta.
A golpe de necesidad
que el artista calma.
Fauna soez fauna pulgón:
inútil vividor y gorrón.
Fauna succión, de la
obra
hecha toda ella con la sangre
del artista.
¡Morcillas, morcillas!
En ella sólo ve
morcillas,
toda esa fauna.
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