-¡Hombre al agua!
Grita en holandés el holandés ayudante del capitán. A lo que éste le da un cachete:
-¿Hombre? ¿¡Cómo que hombre!? ¿No ves que es una bella dama? ¡Paren máquinas! ¡Maniobra de recuperación! ¡Bote de rescate!
Sorprendentemente en ese barco de sospechas, el personal trabajador reacciona con rapidez y disciplina a las órdenes del capitán. El holandés para el motor, los dos chinos de mantenimiento juntos a los dos italianos mecánicos a la carrera preparan un bote de popa. Por suerte no el usado por Fausto y Charlotte, que ya lo consideraban un poco suyo, sino otro en estribor. El africano pequeño ordena en swahili a sus ayudantes lo que nadie entiende pero suponen, pues éstos se alzan al bote y lo aúpan a él.
Cuando el italiano más nervioso suelta el freno, bota con tripulantes cae a plomo contra la plancha de agua. El golpe es violento pero no mortal. La morena chapotea como perrito caído a la piscina: desesperada. Sólo grita algo parecido a<
© CHRISTOPHE CARO ALCALDE
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