-¡Faltaría más, bella dama! Son treinta marcos, señora. Es una reedición especial, como verá. Tapa dura. Apenas se publicaron ciento cincuenta ejemplares. Lo cierto es que el texto no dice más que sandeces, pero se hizo un buen trabajo de edición. Observe, observe qué bonita letra Copperplate. Gothic light para más detalle. No como en la primera, con aquella vulgar new roman que no convenció a nadie. ¿Lo ve? Una elegante dama como usted sabrá apreciar la diferencia.
-¡Uy! ¿De verdad le parezco bella? Es usted muy amable.
-¡Hermosa! ¡Verdaderamente hermosa!
-Tiene usted razón, librero. Ella es muy hermosa y yo muy buena persona. Ya he pasado treinta años y un día de condena a su lado. Se la cedo y no acepto devoluciones. Yo me voy con el libro, adiós.
Diez días más tarde, con una vida nueva y un libro viejo bajo el brazo, Jabes llama al timbre de un segundo piso en un antiguo edificio donde la modernidad caníbal ha desplazado al portero por un cachivache electrónico.
© CHRISTOPHE CARO ALCALDE
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