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Aquel hombre con elegante sombrero de patriarca,
no de patriarca gitano como dijo ese guajirito español
galleguito de nacimiento poco patriota por convicción,
alzó los brazos unidas las manos en señal de victoria
o resistencia o ambas que en su resistencia está la victoria,
antes de partir.
-Vine, pasaron casi cien meses y más de cien lunas pero vine al fin.
Me voy con la cabeza erguida como siempre.
Como avanzan los guerreros al lugar de la contienda.
Y no sé si volveré.
Me voy al paraíso que perdí donde la vida derramé
gota a gota campaña tras campaña
haciendo armando defendiendo grandes planes.
A vueltas y revueltas hasta alcanzar que el respirar
sea también una gran revolución.
Me voy como un soldado al frente donde mueren los valientes
y el que no muere se entierra en la trinchera.
Vuelvo pues a mi trinchera con el corazón herido
y algo de felicidad en el alma:
la esperanza es la esperanza.
Marcho alzando el puño de la gloria
que a veces sólo aguarda a los que aguantan.
Si son tiempos donde vencer es resistir,
resistiré.
Resistiré igual que amé a mis hijos a todas mis mujeres
a la madre de todas las dichas y desdichas:
Madre Revolución.
Marcho guajirito anónimo cuida de mi pitirre
o me tendrás de vuelta dándote guantás en el cogote
hasta que aprendas galleguito bobo.
Y aquel hombre del sombrero distinguido
recogió sus sencillos objetos siempre personales:
cinturón de pantalón en huelga de piernas caídas,
billetera de CUC´S en el abismo del desplome,
reloj con segundos de acero y horas de plomo
que caerán todas encima de todos pase el tiempo o lo que pase,
y cruzó el arco que no celebra triunfos y sí define terroristas
sin que saltaran las alarmas.
Mal calibrada estaba la máquina pues no debieron,
no debieron,
dejarlo marchar.
Este país de los mediocres los inútiles y vagos
no puede permitirse derrochar otro talento
sin lanzar la pregunta más elemental:
¿Cómo fue que lo lograste viejo?
Cómo es que estás lúcido y entero.
Que a pesar de los reveses los contraataques
los asaltos al poder de las ideas,
sigues vivo y pleno de ideales.
Pero en este país de galleguitos asustados
con la crisis del dinero que no alcanza para fiestas como antes
nadie pensó nadie dijo nadie vio.
También es el país de los ciegos loros parlantes.
Y desde mi lado cómodo de la frontera lo vi partir
sin una lágrima en el rostro
No sé si heridas en el alma del olvido,
Que el viejo es viejo entero y no se arredra
así con naderías.
Como hacen los que no conocen las trincheras.
Victoria sí, que la victoria es resistir.
Queda por saber si el vacío que has dejado,
resistirá.
© CHRISTOPHE CARO ALCALDE
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