-Dritt! –protesta Fausto.
-Merde! –protesta Charlotte.
Descienden los tres escalones y a la carrera llegan al enjaretado. Abren las puertas de hierro, después la inferior de la que emanó otra estampida de malos olores y venenos. Teniendo que esperar a que el aire enrarecido desaparezca, soportan con estoicismo el mal tiempo. Una expedición es una expedición.
-¡Acabarán por descubrirnos en esta movida!
-Espero que sea después de descubrir nosotros algo.
-¿No te parece suficiente el arma y el dinero?
-Un revólver no es gran cosa y el dinero… Más interesante sería saber de dónde procede.
-En la pelea se ha visto lo rápido que se animan a apostar. Se ve que están acostumbrados… Igual procede de ahí.
-¿De las apuestas? ¿Y a quién pertenece?
-¡Vamos adentro! ¡Merde! ¡Nos estamos empapando!
Pasan directamente hasta el almacén de trastos donde se encontraron la caja fuerte. Todo parece seguir en su sitio, o fuera de él, si no fuese porque en el cajón sobre la mesa donde encontraron el arma… Había otra.
© CHRISTOPHE CARO ALCALDE
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