martes, 23 de septiembre de 2014

PÉTALOS DEL PENSAMIENTO, parte 168



Y si alguien llama y alguien responde, es una comunicación entre las partes. No pueden ser marineros, no tendría sentido. Tampoco ratones no son tan fuertes, ni cualquier otro animal: no hubieran tenido tiempo de alcanzar ese nivel de especialización y aprendizaje en lo que dura la travesía. Pero… ¿Y si llevaban meses encerrados? Charlotte alcanza la posición. Satisfecha, exclama:


-Aquí traigo la ayuda. ¡Mon dieu, cómo pesa! Toma, toda tuya ahora.


Él, que ha dejado colgando la cámara, recibe el paquete y con la otra mano se tapa los labios, repitiendo el gesto en silencio.


-¿Qué ocurre? ¿Callarme? ¿Por qué he de callarme? No nos oye nadie.

-¡Shh! Baja la voz.

-¿Por qué?

-¡Shh! –en un susurro- No estamos solos.

-¿¡Cómo!? –responde asustada.

-Shh. Silencio.


Una pausa. Ella se queda paralizada, quiere salir corriendo. No están en el mejor lugar para encontrarse con desconocidos. Piensa en los africanos, cuando salieron con sus machetes sangrientos. Tal vez fuera la prueba de algo más terrible de lo que cabría imaginar. Teme lo peor y lo peor es mucho. Pero está bloqueada. En un susurro apenas perceptible, Fausto repite:



© CHRISTOPHE CARO ALCALDE

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