Con docenas de testigos fácilmente sobornables que gustosamente declararían contra él con la rapidez de un mordisco, como venganza por una bebida caliente o una pizca de sal mal calculada, la única vía de escape para el malayo ante una segura pena de muerte fue la huida: puerta trasera almacén calle. No sin antes liberar a todos los perros no para beneficio de los animales sino para bloquear la persecución. Un éxito de estrategia y de audiencia: publicaron su careto en horroroso negro todos los periódicos; había llegado el momento de darse el piro. No le fue difícil encontrar un armador sin escrúpulos necesitado de un cabotaje rápido. Lo contrató inmediatamente.
Tres años y siete buques más tarde subía el volumen de Frank Sinatra para apaciguar italianos. Aunque más le dolía que tuvieran razón: el café era una mierda y un insulto a su buen hacer, pero la guerra quitó de en medio muchos intermediarios, literalmente, y restablecer los canales de distribución tomaba su tiempo. Había que tejer una nueva red de corrupción y contactos; nuevos mafiosos distintas jetas mismos métodos.
-Mi concede questo ballo signorina?
El menos estridente de los italianos sucumbe a los encantos de La Voz, y con su mejor sonrisa de hombre inocente hasta que se demuestre lo contrario invita a la dama del vestido morado. Al fin y al cabo, el capitán había hecho de la cantina un salón de baile, así que por qué no él.
Ella, con más sorpresa y vergüenza que entusiasmo, responde << Да>>. Que en el territorio atravesado como un sable lo mismo por el transiberiano que por abusos de zares venganzas de bolcheviques o represiones en gulags, significa, sencillamente: <
© CHRISTOPHE CARO ALCALDE
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