viernes, 18 de julio de 2014

10:03

10:03


Caminan agotados los imbéciles.
Los turistas los vecinos
los amigos de éstos son aquellos.
Caminan arrastrándose como gusanos. Peor:
los gusanos no se arrastran, avanzan.

Se arrastran los imbéciles con las primeras horas de la mañana.
Tras la noche de excesos desinhibición y falta de criterio.
Horas a la luz de bares y farolas
bebiendo fumando esnifando metiéndose:
por la boca por la venas por el culo.
Por los lagrimales: directo al nervio óptico fundido a negro rápido
del último plano. Corto. 

Apagón de las ideas y sobreexposición de las emociones
a la quimioterapia poligonera.
Acceso rápido al fin del mundo.
Abscesos rápidos de cualquier manifestación ideológica
y sintomatología del desequilibrio.
Funambulistas sobre la cuerda del vacío
borrando penas con miserias
llenando soledades con tristezas.
Vacío al vacío sin otra cuerda que esa rodeando el cuello.
Moriréis antes de llegar al suelo.

Con las primeras horas de la mañana
salen de su agujero los imbéciles. 
Drogados para no ver el día.
Otro puto día donde amanecen los que sin meterse
ya están siempre drogados.

Imbécil ellos imbécil tú imbécil yo.
Ay de aquel que no se considere imbécil.




© CHRISTOPHE CARO ALCALDE

martes, 15 de julio de 2014

TODO VA BENE

TODO VA BENE


Desde mi ventana veo cómo ondean ajadas las banderas
donde ayer anunciaban el negocio de Chuchín,    
qué hombre tan majo.
Una tienda de muebles de categoría.
Media categoría que el cliente ni pide ni paga más.

Se espantaron los clientes con la crisis y Chuchín
espantado por las deudas se quitó de en medio:
siempre su mujer y los demás le dijeron que era un estorbo.
Fue coherente.

Los rótulos de confíenos su vehículo
mejor precio no admite comparación
hablan de un pasado glorioso.
Para el taller de reparaciones.

Mecánico a jornada completa Toñín el de la barba cana
cambió ruedas aceites pastillas de freno y escapes
a medio barrio.
Al otro medio no que andaba sin coche a cuenta de la escasez.

Hay en el taller docenas de vehículos sin retirar.
Para no tener que pagar.
El negocio de Toñín es un cementerio.
De coches muertos. Toñín también.
Una mala caída al foso de los cambios de líquidos y no salió.
Vivo.

Su viuda y cuatro niños dicen desde la calle que se tiró.
Tanto por pagar… Se quedó blanco cuando se encontró sin blanca.
Ni capacidad de recuperación.
Curiosamente, lo vio todo negro hasta ese día
en que cuentan que se cayó.
Sí fue cierto: calló.
Otro más que dejó de molestar.

Ya no pide permiso la enfermera, Lourdes la pelirroja
cuerpo de fábula para más señas ojos de jaula.
Se hartó de soportar a médicos impacientes a pacientes
que protestaban como médicos.
Ella entre dos fuegos los milagros a Lourdes.

Al borde del estallido laboral el consejero por turnos
redujo consciente y consecuente las jornadas.
De los demás la laboral y salarial.
La personal no dijo nada para no tener que callar:
qué mejor defensa que un silencio sepulcral.  
No para Lourdes.
Por callar y callar y callar
le seccionaron el sueldo tres veces.
Y a ella la yugular. Una vez:
y otra, que no pudo pagar.

Al consejero, al oligopolio de la electricidad,
al del gas a la compañía de aguas patrimonio privativo.
Al banco de Alí Baba y los ochocientos consejeros.
Todos ladrones mudos.
Lourdes ya no pide disculpas: ahora dice joderos.
Desde la cárcel. Como revancha.

Con un jeringuillazo sobrado de centímetros cúbicos 
mandó en una guardia a un barrio más calmo
al director de su oficina,
bancaria de confianza de toda la vida.

El tipo entró en coma etílico frenopático:
se hartó de celebrar con champán el último reparto
de dividendos.

El ministro que lamentó el suceso
sin saber quién era el tipo,
dice que todo va bien.
Al de la cara de iguana que todo le da igual.
Total, pa ná: Iguaná.   

Que todo va bien que lo peor ha pasado que lo bueno
está por venir. Que hay porvenir.

Va a ser que no para estos tres.
No para ti con tu cara de tomate ni para mí
con este rostro de mortadelo. Ni para ellos
con su jeta de pepino.

Desde mi ventana veo cómo se vacía la frutería
y se llena la calle de melones con piel de naranja:
más barata que la de gallina e igual de antiestética.
De fresones con minifalda remangada hasta el sobaco.

A la improbable búsqueda de un ministro
con guante blanco dedos largos
y cara de Iguana.
Que resuelva este caso y otros
sin mentirnos más.





© CHRISTOPHE CARO ALCALDE

P-P

P-P





Prefiero pedir perdón que permiso

Prefiero pedir perdón que permiso

Prefiero pedir perdón que permiso.



Desde la celda hoy sólo pedirás perdón.

Desde aquel día en que sin permiso de una joyería

te llevaste el mejor collar.



El collar de diamantes la joyería de un desconocido.

La policía, del pueblo. La cárcel, de todos.



¿Y tú?

¿Prefieres pedir perdón,

o permiso?







© CHRISTOPHE CARO ALCALDE

miércoles, 2 de julio de 2014

VALS-DES






VALS-DES



Caminando por la calle, yo te viii.

Vaya, no será así en esta ocasión. Insisto:

Tropezando por el camino te encontré.

Tropezaba yo paseabas tú.

Me recogiste, del suelo del aburrimiento,

del tropel de caminantes desmoronados

sin destino,

que andaban por allí.

Todos juntos, cogiditos de la mano como niños o viejos.

Como viejos niños.


Luego de un rato, tal vez años de descubrirnos los secretos

de una vida rápida y una muerte lenta,

nos despedimos para no vernos jamás:

te llamaré me llamarás.

Ni lo uno ni lo otro. Que la corriente no nos dejará.

En paz.

La corriente de gente corriente.


No pude verte no viniste por aquí. Amiga mía.

Nada será como nunca pensamos que podría.

Nos quedan un puñado de deseos antes del olvido:


Que la paz te llegue sin protesta:

tú y la paz.


Que el camino te traiga sorpresas, sean la mayoría

buenas.

Y las que no se borren pronto con la lluvia. Con el polvo.


Que las compañías duren lo necesario.

Que no aniden en tu balcón malos cuervos

ni buenos cucos.

Que se esfumen los fantasmas de un pasado mejor.

Que el presente sea auténtico y el futuro propicio.

Completo.


Que fumar te desagrade hasta que condenes el hábito.

Que cuelgues el hábito te sueltes la melena te tires al monte.


Que sepas cuándo correr y cuándo quedarse inmóvil,

es el mayor acierto.


Que tus veranos sean de niños y los inviernos breves.

Que estén permanentes tus naranjos en flor.

Y el limonero y el jazmín y el azahar y…

Que siempre huelas a flor. Tú,

y a los demás.


Que mirarte, en el espejo, te dé coraje y fuerza y ganas

para seguirte mirando.

Que lo que veas te guste lo que digas oportuno lo que hagas,

correcto.


Que si no eres hoy mejor que mañana,

y pasado y ayer,

lo parezca.

Que seas mala, mala muy mala.

Y nadie lo sepa.


© CHRISTOPHE CARO ALCALDE