lunes, 29 de julio de 2013

PÉTALOS DE PENSAMIENTO, parte XII (relato breve)



Entre tanto, el resto de plantas cultivadas seguía su lento pero continuo desarrollo ajenas al experimento. Indiferentes como la evolución a lo que pudiera venir. Visto así, no hacía nada distinto a lo que ya había ocurrido en la tierra a lo largo de los últimos tres mil quinientos millones de años; un ratito. Hojas secas de Loropetalum por aquí, una colonia de áfidos traviesos alojados en las petunias, nuevos capullos a disfrutar en las azaleas por el lado oeste. Lo habitual a lo que dedicaba el tiempo justo y no más del necesario. El interés estaba puesto en su investigación, lo único que conseguía quitarle el sueño; Fausto incluido.

Éste, arrepentido ya de haber cometido el error de construir El Refugio, refugió a su vez y más que nunca la propia soledad en el taller; taller por taller. Destrozando frustraciones a martillazos para reconvertirlas en angelitos negros. Con el paso de las semanas crecía el distanciamiento entre ambos: flores contra ángeles de mortero. Y desde la primera hora del día cada cual se iba con sus preguntas a su celda de trabajo y enclaustramiento, con my love lentamente metamorfoseándose en her own love y Fausto en his utter solitude.

La sexta semana de trabajo incansable her own love dio con un hallazgo importante. Gracias a su amplio conocimiento de la mente humana y su entrenamiento de años acerca de cómo manipularla, encontró el enlace químico suficientemente estable al que poder anclar un neurotransmisor. El primer paso para dotar de pensamiento a su creación estaba dado. 

Como suele ocurrir en todo descubrimiento, no hay avance si no hay gesto serendípico. Y aquella noche tormentosa de un caluroso diecinueve de agosto fue una de ellas. Una noche que la humanidad y el planeta entero marcaría como el día cero, o noche, de un nuevo tiempo.

Her own love dejaba las ventanas del techo en la casita de flores entreabiertas para expulsar calor diurno. A las tres horas y veinticinco minutos de la madrugada descendió bruscamente la temperatura y un fuerte viento se presentó sin avisar, seguido de rabiosa tormenta eléctrica y violenta granizada que terminó por romper una de esas ventanas. Piedras de hielo como guisantes entraron en la casita de flores, triturando las plantas colocadas justo bajo la oquedad liberada. Entre ellas, la favorita: una Viola con pétalos Amarillo Nápoles y Rosa Sicilia. Atardecer y sangre llamaba ella a este pensamiento.




© CHRISTOPHE CARO ALCALDE

PÉTALOS DE PENSAMIENTO, parte XI (relato breve)




Cuando ella reflexionaba sobre estos conceptos y sus vías alternativas, veía la infinitud de posibilidades abiertas como una ventana a la que asomarse con el vértigo del vacío bajo los pies, el asombro de lo desconocido y el largo camino por recorrer hasta el horizonte. Dispuesta la materia prima sobre la mesa dentro de su casita de flores, demostraría esta idea. Y el mundo vería que ella era algo más que una cuentacuentos con suerte. Si bien, cada vez le importaba menos lo que el mundo pensaba con su ingente mediocridad. De todo ello ya había tenido suficiente a lo largo de los años.


Cestrum nocturnum: un jazmín de floración nocturna y tóxico que le atraía especialmente por esta característica. Para su propósito el amparo de la noche y la alevosía del veneno interior eran necesarios. También lo escogió por pertenecer al grupo de las especies trepadoras. Le maravillaba la rápida respuesta de éstas a un entorno cambiante. Consideraba fascinante el comportamiento inteligente de las trepadoras y su casi visible movilidad. Afirmaba que con un suspiro más en el tiempo evolutivo, aquellas especies hubieran podido caminar; alimentándose a su paso de sales y minerales superficiales como hace el ganado cuando lame las piedras. Desplazándose sin problemas por tierra firma, avanzando por el sombrío cuando apretara el calor, refugiándose en grutas y árboles según el peligro, evitando el día o la noche en función de las temperaturas, su única limitación hubiera sido el océano. Después de todo, sales y minerales había en todos los suelos, así que… por qué no. 


Diseccionadas las células elegidas, extrajo pedazos de ADN que agrupó por categorías: genes de crecimiento, de movilidad, sensibles al tacto, la luz, la temperatura y, muy especialmente aquellos que determinaban el esquema y desarrollo de las raíces. Almacenó e identificó estos grupos en pequeños pero vistosos contenedores de aluminio, la presentación la presentación, que reservó en su cámara criogénica. Agotadora y minuciosa tarea a la que dedicó sus primeras cuatro semanas en la casita de flores. Sin apenas tiempo para comer y durmiendo lo justo. En mente tenía el objetivo: crear la especie suficientemente resistente, y hermosa, que pudiera adornar cualquier espacio del castillo. O jardín. Y en ausencia de vástagos propios ya pensaba en ella como su criatura: a un paso de la creación con todas sus consecuencias.




© CHRISTOPHE CARO ALCALDE

sábado, 27 de julio de 2013

PÉTALOS DE PENSAMIENTO, parte X (relato breve)



En la larga mesa central reservó los ejemplares más exóticos: difíciles de cultivar, caprichosos en sus cuidados, espectaculares en sus resultados cuando había éxito. Pero su naturaleza investigadora la empujaba a experimentar, a combinar genes rediseñar células alterar colores remodelar formas modificar su estructura y productos proteicos. A inventar, crear. La mesa central sería su laboratorio, su teatro de operaciones secreto. Quién sabe lo que saldría de allí, pero la sola idea del riesgo y el descubrimiento entre conducido y serendípico, le entusiasmaba.


Fausto seguía con la producción de angelitos negros, ahora tenía un gran pedido para Sudáfrica quién lo iba a decir, lo que sumado a la progresiva disminución de las visitas, éstas habían caído en medida inversamente proporcional al ascenso de los royalties, le proporcionaban el tiempo libre suficiente para sí misma. Y las flores: un sueño por fin hecho realidad.

Terminada la plantación, riego y abonado de todo lo comprado, y una vez que los ejemplares mostraron evidentes síntomas de enraizamiento, evitaba la palabra arraigo por considerarse ella misma una desarraigada, se zambulló con frenesí en el habitual corta y pega del investigador. Instaló microscopios, centrifugadoras, cámaras de vacío, hiperbáricas, criogénicas, equipos de rayos equis, gamma, cavitadoras, agitadores, su favorito por el nombre de tendencia revolucionaria, más todo aquello que consideró indispensable en una primera etapa de desarrollo cuyos nombres ya producen alarma. Para la obtención de resultados no escatimó en gastos ni medios. Ni siquiera llamó a un técnico para activar todo aquel aparataje como era recomendable: en una noche de insomnio nervioso se leyó, y aprendió, todos los manuales. A la mañana siguiente era una experta combinando tecnología punta para objetivos insospechados. 


Comenzó seleccionando células de Cestrum nocturnum, esas pequeñas cápsulas de información y procesos que posibilitan el milagro de la vida desde el liliputiense universo de los ácido nucleicos y sus grupúsculos moleculares vecinos. Agitadores todos que traducen el texto del compañero en uno nuevo y lo pasan al siguiente hasta alcanzar el espacio exterior. Su espacio exterior: aire, tierra o agua. Automatizando etapas que un día surgieron de la combinación azar-presión ambiental. Reaccionando, combinando, elaborando los productos químicos fundamentales para la supervivencia. Y todo ello sin unas directrices marcadas ni un programador superior que dirigiera el camino a recorrer o trazara un objetivo alguno. Si la biodiversidad había alcanzado tal nivel de especiación y complejidad de forma tan aleatoria, ¿qué no podría lograrse con un inductor externo? Algo o alguien que ya tuviera un fin determinado y un método de trabajo específico.



© CHRISTOPHE CARO ALCALDE

PÉTALOS DE PENSAMIENTO, parte IX (relato breve)



Aquel día transcurrió releyendo libros que fue seleccionando para la ocasión: el indeterminado momento en que pudiera habitar su casita de flores. Emocionada como un niño con un juguete nuevo, o como un adulto que ha encontrado sus juguetes de niño, apiló los libros sobre la mesa caoba del despacho: regalo sibarita autofinanciado con los royalties de su historia. Uno tras otro, extrajo nombres botánicos de las plantas que cultivaría en su casita, así como un diseño de cuál sería la mejor disposición para que las interrelaciones entre las mismas no afectaran a su crecimiento. Las plantas también se hablan, o se retiran el saludo si llega el caso –decía con la convicción de un ortodoxo.

Pronto vio que el tan deseado habitáculo verde se le quedaría pequeño para sus pretensiones. Tuvo que rebajar expectativas, algo que ya consideraba una necesidad superada pero… nunca es suficiente. Con más rabia que calma tachó de la lista especies que consideraba fundamentales para un jardinero que se precie, pero no cabían. No se resignó a eliminar todos los cactus, así que dejó una muestra breve pero significativa que ocuparía el rincón derecho del fondo: el más seco y soleado.

Tres días más tarde tenía el género en la puerta del castillo. Cortesía de Jacinto el complaciente de quien escuchó con paciencia todos sus consejos pero no puso en práctica ninguno: sólo se fiaba de los libros. Inmediatamente se metió en faena, tanto había sido el tiempo esperando su casita de flores que ya no podía haber más demora.

En las primeras filas: actinomorfas, tubulosas y papilionáceas. En las siguientes: bilabiadas, acampanadas, crucíferas, rosáceas. La última: dialisépalas, vesiculosas, cigomorfas, papaveráceas e infundibuliformes. Los cactus: todos juntos a su rincón como una camada de polluelos bajo la lámpara. Para la parte más elevada del graderío dejaría las especies de más porte y menos cuidados, por la distancia. Sólo agua y nutrientes pero nada de mimos.



© CHRISTOPHE CARO ALCALDE

PÉTALOS DE PENSAMIENTO, parte VIII (relato breve)




Leído en su historial la cadena de vicisitudes que lo habían arrojado hasta ella, reflexionó por primera vez acerca de si la vida era de verdad una cuestión de querer, de echarle esfuerzo y perseguir una meta con determinación. Se vio a sí misma como nunca lo había hecho: en la piel de ese enfermo, maltratada por una vida tozuda y resabiada. Despojada de todo suceso afortunado ocurrido en el pasado y determinante para su siguiente capítulo. Aquel día se percató de que si suprimía esos sucesos azarosos favorables su existencia podía haber sido muy distinta. Tal vez similar a la del miserable que ahora tenía ante sus ojos, con la mirada perdida en el agujero de la desesperación, la cara huesuda del moribundo, las manos quemadas de quien siempre se agarró a un clavo ardiendo. Un perdedor sin remedio un condenado por capricho un fracasado sin solución. Una vida de patadas con propina de insultos.

Fue entonces cuando unió las imágenes. El derrotado ante sí, los encerrados en su prisión y las palabras de Fausto: tienes que hacerlo por ellos. Ellos: todos los que no tuvieron la suerte de escapar. Porque ahora sí reconoció la fortuna por encima de una mera oportunidad bien aprovechada, como solía decir en un acto reflejo de autoafirmación. Y una vez alcanzado este momento de iluminación, doloroso como resulta siempre la verdad, ya no pudo evitarlo y dejó de engañarse con pintorescas excusas y débiles argumentos. Retomó el texto por el capítulo dos, y no paró hasta el séptimo con sus 687.000 palabras sin que sobrara nada, salvo el dolor que escondido en lo más profundo de su ser fue liberado gracias al efecto catártico de la escritura. En la cuneta de los objetos perdidos abandonó definitivamente aquel trance, y desprenderse de su pasado fue terapéutico pero también hubo en ello algo de desencanto: ¿y ahora?

Liberada de los fantasmas a los que acusar por los reveses de la vida, personajes infames convenientes donde descargar reproches, errores y el enorme peso de la culpa de equivocaciones acumuladas, tuvo a partir de ahí que enfrentarse al hecho inexorable de que, en lo sucesivo, lo bueno y lo malo sólo sería cosa suya. Sin competencia directa de ningún comité asamblea grupo ministerio o gobierno. Y no siempre ayuda ser directos responsables de las propias decisiones.



© CHRISTOPHE CARO ALCALDE

jueves, 25 de julio de 2013

PÉTALOS DE PENSAMIENTO, parte VII (relato breve)




Escribir ese puñetero libro suponía retroceder a un punto de infelicidad y falta de libertad que prefería olvidar como se olvida la cárcel para sobrevivir. La tortura se enquista en el recuerdo y ella no lo permitiría. Y hubiera tirado la toalla definitivamente, de hecho lo hizo nada más empezar, de no haber sido por una frase de Fausto, siempre Fausto: No lo hagas por ti, hazlo por los demás. Se lo debes a todos los que no tuvieron como tú la fortuna ni la oportunidad para huir. Al taxista que te llevó al aeropuerto, al personal de la limpieza que trabajaba ese día y te vio marchar sin saber ni quién eras ni adónde ibas. Al panadero que te hacía el pan cada día y con una sonrisa arrancada a la desesperación lo vendía. Al conductor del autobús que tantas veces te dejó en la puerta del trabajo. Al chófer de la rastra que diariamente traía alimentos y productos frescos del puerto a la ciudad a cambio de una salario insultante. Al fontanero al carpintero al electricista al celador del hospital a camilleros enfermeras libreros zapateros fruteros vendedores ambulantes músicos artistas buscavidas en general. Personas todas ellas que, siendo tan válidas como tú, no contaron en su momento con la fortuna de recibir el consejo necesario y oportuno que decidiera su futuro. Y a partir de ahí, vuestros caminos se distanciaron. Para aquellos, el más que probable fracaso. Para otros, el estrellato. Se lo debes a todos los que no pudieron huir y a los que por intentarlo fueron encarcelados. O peor, ahogados.

Estas duras palabras de Fausto machacaron sus oídos como un mazo y rebotaron en su cerebro durante semanas. Ella encajó el golpe como era su costumbre: contestatariamente. Y el enfado duró el tiempo que tardó en asimilarlos. Hasta que un día, un día cualquiera un día normal de trabajo, en su despacho se presentó un desquiciado.

Otro desventurado más que caía por allí pero que, a diferencia del resto, su mente no se había roto por las drogas o el alcohol o los malos tratos o la herencia genética. Aquel infeliz lo destrozó la mala suerte, sencillamente. Algo tan injusto e imposible de manejar como el azar le desarmó a fuerza de golpes. La vida siempre a golpes. Y por ese tobogán en espiral fue cayendo el desgraciado, recibiendo una sacudida en cada vuelta. Parecía que aquel desdichado hubiera nacido para el infortunio. Y con experiencias como la suya era imposible no ser un derrotado, un muerto, o un desequilibrado; como era el caso.



© CHRISTOPHE CARO ALCALDE

PÉTALOS DEL PENSAMIENTO, parte VI (relato breve)




Bajó él de la escalera con su martillo y una llave que entregó a su my love. La llave era simbólica: una manecilla de cerradura con forma de cuello y cabeza de cisne. Al otro lado de la puerta, en la manecilla interior estaban las alas.

-¿Qué es? –preguntó my love.
-Un cisne, ¿no lo ves?
-Tienes razón, perdona mi torpeza.


Ella colocó la manilla en su lugar y abrió la puerta de la casita de flores. Dentro, un pasillo rectangular separaba una larga mesa central de las estructuras laterales que, en graderío, servirían para colocar macetas a distintas alturas. Las más próximas al pasillo a cuarenta centímetros del suelo. Las más alejadas a un metro veinte. Techo paredes y cubierta eran de cristal, sustentadas las piezas en un simple pero eficaz esqueleto de madera. Bajo los pies un suelo drenante y arriba dos ventanas que se abrían gracias a un juego de engranajes accionado por una manivela. Forma de gorrión: a Fausto le perdían los símbolos. Con la emoción se le humedecieron los ojos a my love.


-Le he puesto de nombre El Refugio, no sé si te gusta –dijo Fausto.
-Me parece perfecto y muy apropiado.


Se dio la vuelta y salió. Dándole un beso añadió:


-Gracias, my love.
-Lo prometido –respondió Fausto.


Volvió rápidamente escaleras arriba a por los libros de jardinería que con ilusión guardaba en su biblioteca personal. Ya no creía que el trato fuera a cumplirse, había pasado tanto tiempo que pensaba si no había sido una estrategia más de Fausto para que ella terminara su dichoso libro. A decir verdad, perdió la motivación el mismo día que acabó el primer capítulo. Para qué escribir aquella historia personal, para qué revivir lo que bien permanecía enterrado. Para qué escarbar entre la basura del estercolero político y sus abusos sobre la población indefensa e ingenua. No creía necesario reabrir heridas de viejas batallas. Todo ello había sido superado con su marcha, y lo que no, enterrado bajo el peso de los días y la distancia.


© CHRISTOPHE CARO ALCALDE

PÉTALOS DE PENSAMIENTO, parte V (relato breve)





No te disgustes, my love –solía decirle ella compasivamente cada vez que uno de esos entendidos en las obras de los demás incapaces de crear una propia le despellejaba. Pero él no podía evitar hundirse en una grave y profunda depresión momentánea de la cual siempre salía a martillazos. Pues a martillazos furiosos rompía todo su trabajo por haber elegido el camino equivocado: ese que sólo aporta frustración, que alimenta el entusiasmo con decepción y que, en el mejor de los casos, premia con un reconocimiento post morten.

Así, con los pedazos resultantes de sus arrebatos de ira y algo de cemento, revolvía la mezcla en una hormigonera doméstica para hacer con ella un mortero con el que llenaba unos moldes… De angelitos tiernos. Luego los pintaba de negro como su humor y su carrera, uniendo en una metáfora todo su martirio vital. Con todo ello, sólo podía utilizar ese color dado a brochazos de odio.

Contra todo pronóstico, aquel producto elaborado con desechos de furia y cubierto de pesimismo fue el gran descubrimiento para un comisario de arte oportunista y mediocre, necesitado de un triunfo rápido y rentable, y director a la sazón del museo de la ciudad. Montó con las piezas de la rabia una exposición en la que involucró al ayuntamiento y su concejal de cultura. Ávidos todos ellos de un golpe de prestigio ante las inminentes elecciones pues en cualquier otro momento no hubieran hecho ningún caso, tiraron rápidamente de agenda de contactos. A la inauguración del evento acudió lo más refinado selecto influyente mediático frívolo y vulgar de la sociedad. Sobra decir que con estos invitados el acto llenó páginas en la prensa de todos los colores. Y que los angelitos negros terminaron por ocupar nobles estanterías de despachos, salones de bibliotecas, recepciones de edificios públicos, hoteles y grandes empresas de la ciudad. La mayoría de los cuales adquiridos más por empuje mediático y esnobismo que por un verdadero aprecio artístico. Si es que alguno tenían. Nada pilló por sorpresa a Fausto, pues bien sabía que para triunfar en el arte no es tan importante el talento como la oportunidad: gracias a un oportunista tuvo la oportunidad de demostrarlo.

© CHRISTOPHE CARO ALCALDE

PÉTALOS DE PENSAMIENTO, parte IV (relato breve)




Pues no hay libertad como la económica, o mejor, las amalgama todas. De expresión, de pensamiento, de movimiento, obras y ofensas. Vagones que se enganchan fácilmente a la locomotora económica cuando va sobrada de potencia. Y los royalties eran gruesas piedras de carbón que alimentaban ahora la caldera de su vida. A plena potencia que sobra vapor.


De dos en dos bajó las escaleras fabricadas con madera tierna: no castigan las articulaciones, según Fausto y sus desvaríos científicos. Y arrastrando los pies descalzos caminó por la almohadilla de hierba hasta llegar a él. Sólo pasear la playa de sus recuerdos superaba al enorme placer de pisar la hierba fresca de la mañana. Jacinto, el jardinero, había transformado completamente lo que antes era un espacio correcto tirando a pobre, con plantas autóctonas de secarral y malas hierbas, en un cómodo y elegante jardín para disfrute de la vista y el cuerpo. En él se había dado ella largos baños de sol en compañía de un westy y un scottish terrier. Pequeños diablos juguetones que la llenaban de lametazos y cariño que, de alguna forma, cubrían los vacíos de Fausto. Arreglando en cierto modo esas tardes de soledad en las que él se escondía en su taller a pintar angelitos negros.

Como artista siempre quiso ser un pintor de su época, pero al no conseguirlo se dejó fagocitar por la pintura de época: más digerible por el gran público, más codiciada por marchantes usureros, pero de menos valor y ninguna satisfacción. También él intentó el pelotazo literario: otro fracaso anunciado. Escribió entre dos lunas una pieza de teatro erótico que no convenció: faltaba carnosidad según la crítica lésbica especializada. Después, entre dos ferias de abril una novela de caballerías vacas y cuadras. La crítica entró a degüello al calificarlo de simple carnaza para la mesa y comer con los dedos en una taberna atestada de moscas. Aunque dura, al menos fue ocurrente la descalificación. Ya como último cartucho lanzó entre dos Nochebuenas una colección de relatos breves para digestiones rápidas; quizás por aquello de la navidad y sus pesadas comidas. Aquí la crítica fue más elocuente: carne fácil para onanistas compulsivos de clase media.


 © CHRISTOPHE CARO ALCALDE

miércoles, 24 de julio de 2013

FORMULARIO PARA LA FELICIDAD


FORMULARIO PARA LA FELICIDAD


Idealización de los sucesos
Magnificación de expectativas
Elaboración consciente de recuerdos falsos
Reestructuración positiva de hechos traumáticos
Reconversión de errores en aciertos
Análisis superficial de acontecimientos graves
Sobredimensionamiento espectacular de objetivos alcanzados
Discurso alternativo para metas no conseguidas
Confraternización espontánea con el enemigo
Sumisión ante el insulto disfrazada de indiferencia
Invención constante de oportunidades
Alteración espontánea de episodios confusos
Reinterpretación terapéutica de decepciones amorosas y otros cuentos
Análisis engañoso de las pérdidas y consiguiente supresión del duelo
Exaltación del entusiasmo
Represión del desencanto
Ensoñación del presente con ingredientes digeribles
Desmitificación de los sueños
Desvalorización de la familia los amigos y demás sujetos prescindibles
Desentendimiento de todo sufrimiento ajeno
Inhabilitación reiterada del desconsuelo
Evitación de compromisos incómodos
Elusión de responsabilidades
Negación persistente de episodios desagradables
Desactivación de la capacidad empática
Desconexión voluntaria del hipotálamo
Anulación radical de los sentidos:
Vista, Oído, Tacto.

Reinvención completa del Yo a escala molecular.




 © CHRISTOPHE CARO ALCALDE

SEXO EN LA MESA


SEXO EN LA MESA


Por la ventana entraron dos moscas nerviosas revoloteando.
En vuelo picado persecutorio.
Sobre la mesa de Rigoberta,
la monja superiora del convento con dieciocho mujeres para el rezo la comida
los postres la lavandería la limpieza las murmuraciones calumnias y envidias,
más un hombre para las tareas del huerto los viajes al pueblo a adquirir provisiones
proveerse de noticias rancias, además de las frecuentes visitas nocturnas a las celdas
de algunas,
se posaron. La una sobre la otra.

Rigoberta tomó un grueso libro de título:
Biblia Para Pecadores Compulsivos Y Otros Remedios Caseros,
y lo estampó sobre la mesa.
Con las moscas espachurradas en medio.

Aliviada, exclamó:
¡A follar a otra parte!




 © CHRISTOPHE CARO ALCALDE

viernes, 19 de julio de 2013

PÉTALOS DE PENSAMIENTO, parte III (relato breve)




El martillo que la despertó siguió golpeando. No recordaba haber encargado nada nuevo al jardinero, así que tras dos bostezos y un qué demonios decidió levantarse. Fausto sí, el demonio y su pacto: una casita de flores para invierno y verano, daba los últimos retoques a la pequeña gran obra. Pequeña para él grande para ella. Remataba con una veleta la línea que separa los dos planos inclinados de la cubierta. Una veleta con silueta de tortuga. Marina y viajera como ella. También con algunas cicatrices pues recorrer largas distancias tiene sus consecuencias: muchos depredadores a los que se ha de esquivar, numerosas las riñas que hay que ganar, fondos rocosos contra los que de vez en cuando nos estrellan fuerzas que no podemos controlar. Y nada deja indemne.

Ella se asomó al balcón de la casa embrujada donde vivían. Otra fortaleza para tiempos de ira que también construyó Fausto. Piedra a piedra, renglón a renglón de acuerdo al propio programa, y sin más ayuda que la rabia y sus garras. Sorprendentemente confortable, ambos moraban en ella como fantasmas por el castillo. Arrastrando las penas de sus tormentos, ocultando la razón de su sufrimiento. Solitarios en compañía buscando consuelo por las rendijas de la oportunidad y el roce del cariño sustraído al tiempo con furtivismo.


-¿Qué estás haciendo, my love? –preguntó ella con ojos de despertar.
-Lo prometido. Me dije que de hoy no pasaba y llevo toda la noche trabajando. Siento haberte despertado.
-No importa, bajo ahora mismo.


Lo prometido no era otra cosa que el pacto: la casita de flores a cambio de la epopeya que ella escribió. La del terremoto, la que sacudió los cimientos que desmoronaron un sistema ya enfermo y al borde del abismo. La que no sólo trajo la libertad a un pueblo de resignados acostumbrado a vivir entre celdas, sino también la riqueza económica para la autora. Por fin vio el fruto al esfuerzo de toda una vida entre desequilibrios neuronales, complejos químicos complejos y neurotransmisores con problemas de conexión inalámbrica. Gracias a los royalties de un libro traducido a cincuenta y tres idiomas y que ya iba por la edición treinta y siete, pudo ella de verdad sentir la libertad.


© CHRISTOPHE CARO ALCALDE

PÉTALOS DE PENSAMIENTO, parte II (relato breve)





Una oferta reducida de empleo precario le proporcionó el salvoconducto indispensable para abandonar aquella jaula y sus juegos de espejismos. Con el corazón al punto de dejar de latir, el equipaje mínimo del náufrago, el capital ridículo del desheredado y una sola bengala de emergencia, montó en un vuelo sin cólera. La vida como el sexo valiente: por detrás y por delante.

Diez horas de travesía con el temor de ser detenida en vuelo y arrojada por la borda sin duelo, dos refugios de libertad contenida, cien papeles, doscientos treinta y cinco desayunos de soledad y siete meses de incertidumbre más tarde, conoció a su Fausto: infatigable castor ávido de curiosidad torrente de preguntas que reconstruía su presa tras la última avenida sin control. Fausto y ella se empataron, y de ahí vino su pacto con el diablo: te cambio mi casa de flores por el libro de tus horrores, trato justo trato hecho.

Sin embargo, lo que debió ser una empresa sencilla se fue torciendo escapando disipando volviendo virando marchando. Adelante atrás cada vez más atrás cada día más lejos se diría que no la vas a alcanzar. Tuvo que ocurrir un seísmo político sin precedentes en el país de acogida para que en ella se activaran los neurotransmisores de la desesperación y la rabia de la venganza. La ira defensiva ganó la batalla y por suerte para todos, su historia y su periplo vital en ultramar no cayó en el olvido bajo pátinas de resignación.

7 capítulos como 7 días de la semana, 587 páginas 687.000 palabras y no sobraba ninguna. Ese fue el resumen de su historia. Lanzada la bola la nieve hace el resto: la pelota fue creciendo y de tanto rodar y rodar sacudió el mundo de ciegos y sordos. No aguantó ese embate la gerontocracia y sus corazones de hierro saltaron en cadena. En la cadena de fundición terminaron como pedazos de juguetes viejos. Y la cadena de presos quedó liberada. Como un terremoto sacudió el cambio los cimientos. De tal forma que no hubo lugar para nostálgicos: éstos se arrojaron al mar y en él se dejaron ahogar. Tiburones devorados por tiburones. 687.000 palabras, todas necesarias.




© CHRISTOPHE CARO ALCALDE


PÉTALOS DE PENSAMIENTO, parte I (relato breve)


PÉTALOS DE PENSAMIENTO








Y ella por fin obtuvo su recompensa.



Era domingo. Una mañana de las que tanto le gustaban: limpia y soleada; las campanas de la iglesia repicando con el monótono entusiasmo de las fiestas de guardar. Habituada ya este ritual estruendoso, no la despertaron éstas, sino la novedad de unos golpes de martillo: alguien trabajaba en el jardín.



Dos años atrás, cuando recién arribada al viejo mundo aún era una moceta con carnet de provisionalidad, una tarde inesperadamente desapacible de agosto ella hizo un pacto con el diablo. Así, sin pensar, y quién sabe si entumecida por el frío, acordaron que él construiría una casita de flores si ella completaba un libro con sus experiencias en el nuevo mundo; aquel que un buen día decidió dejar atrás.


Recóndito lugar donde una corte de decrépitos ancianos gobernaban entre telarañas párkinson y capas polvo. Sacudiéndose los ácaros de las barbas y los gusanos de las entretelas, mantenían con el discurso del miedo al enemigo imperialista y el habitual ejercicio de la represión un poder carcomido por la corrupción, abatido por la desgana, sustentado en las muletas de la servidumbre y custodiado por un ejército de hambrientos. En ese entorno decadente cuyos tiempos de gloria ocurrieron gracias al parasitismo enquistado en todas las capas relevantes de la sociedad, verdadero fenómeno revolucionario pues los más desfavorecidos ya no tenían espacio para clavar sus aguijones de sangría, nació y creció ella. Casi, sin saberlo.



Con el tiempo el estudio la reflexión y sus amargas conclusiones, apareció la vedad que arrebató para siempre la venda de sus ojos. Fue entonces cuando la vida dejó de ser un sueño y se hizo carne. Y la carne sangre. Y la sangre goteó hasta debilitarla, tanto, que optó por tomar medidas desesperadas con la urgencia del superviviente. O se diluiría como otros muchos en el caldo frío de los tiempos.


© CHRISTOPHE CARO ALCALDE


jueves, 18 de julio de 2013

CAMBIO DE PAREJA


CAMBIO DE PAREJA


Si rectificar es de sabios y cometer errores de idiotas
vamos a probar al revés a ver si esto mejora.

Con los primeros queda una oportunidad.  
A los segundos no hay quien los venza.
No digamos convenza.



 © CHRISTOPHE CARO ALCALDE

VENTA ANTICIPADA


VENTA ANTICIPADA


Desmontaremos el sistema paso a paso.
Palo a palo si fuese necesario.

Acometeremos las reformas imprescindibles y necesarias
para una mejora de las relaciones entre clases y un acercamiento
de posturas distantes.
Disidentes y reticentes serán eliminados sin reparo. Todo será por el interés general:
hoy a por ti mañana a por mí.

Apresaremos marionetas de gobierno, títeres del poder, obedientes, mediocres.
Sujetos en general y maniatados en particular.
Las fuerzas de inseguridad serán desmanteladas. Todos los poderes del estado
eliminados por voluntad popular: la que se expresa palo a palo.

Los actores económicos serán encarcelados y aristócratas y monarquías
fusilados hasta el último heredero.
Que no quede un vástago para tomar el relevo.
Que no haya un bastardo que reclame su puesto.
La anarquía dominará la mesa de pactos y el caos será el germen de todo cambio.
La oportunidad para nuevas propuestas, semilla de ideas nunca imaginadas.
Mezcla obligada de clases intereses objetivos y personas.
Abajo arriba serán la misma cosa. Derecha e izquierda el centro de todo.

De la mesa heterogénea con ingredientes diversos dispersos
surgirá un nuevo producto. La química orgánica
que evolucionará en un ser nuevo.  El salto definitivo necesario
para que de verdad y por fin se dé el cambio.

No puede haber tregua no se puede esperar.
Hay armas en la sala de música presos políticos en la biblioteca munición en la
casa de las ciencias voluntarios en la facultad de filosofía aprendices de torturador
en la escuela de mecánica asesinos sin sueldo en las chabolas de todos los barrios
arribistas en cada portal revolucionarios en cada rellano resentidos en cada piso.

Con activos así nada puede fallar.
La ira, no se puede controlar.



 © CHRISTOPHE CARO ALCALDE

HABITACIÓN CON HUÉSPEDES


HABITACIÓN CON HUÉSPEDES


Con exquisitez freudiana he habilitado un cuarto para las visitas:
Insonorizado aire a condición zona de reposo luz eléctrica megafonía
evacuatorios ventanilla de intercambios grifo de líquidos espejo de
reflexiones en el techo pared de rompecabezas al frente puerta blindada
resistencia probada a patadas puñetazos golpes y gritos.
Puro trabajo de orfebrería constructiva y obstinación refinada.
Ningún detalle se me escapa.

En él todo he dispuesto para cuando vengan a casa. Mejor de uno en uno
que el cuarto es individual, personalizado al gusto. Ya he dicho:
para reflexionar con intensidad monacal.
Una vez lo enseño, que a toda visita hago la ronda muestreo del hogar,
siempre quieren entrar. La curiosidad
puede ser perjudicial para la salud.

Y ya ellos voluntariamente dentro, los encierro voluntariamente yo.

Creyendo que es una broma ríen.
Después se enfadan, diciendo que es una broma pesada.
Luego gritan, incluso amenazan con ir a la policía, para ello
primero han de salir.
Cuando les entra el pánico, un par de días más tarde día arriba día abajo,
es mi mejor momento. Entonces toman conciencia de la nueva situación:
Sí, es mi habitación del pánico.
De causar pánico.

A partir de ahí siempre lloran.
Grandes pequeños hombres mujeres valientes cobardes chulitos apocados.
Todos en el mismo trance prometen lo que haga falta.
Con los días siempre se ablandan.
Con las semanas, mueren: de hambre.

No he dicho que mi habitación especial de las visitas
tuviera provisión de alimentos.
Para ello es mi ventanilla de intercambios.

Hasta la fecha, nadie ha reconocido sus pecados
ni dicho algo que mereciese un sencillo té con pastas.




 © CHRISTOPHE CARO ALCALDE

miércoles, 17 de julio de 2013

CONTRATOS


CONTRATOS


Son tantas las dudas que me despierta este trato
que más prefiero no seguir con el pacto
a dejarme arrastrar por la inercia del método
y las obligaciones que conlleva asumir tan duro contrato.

No seguiré a merced de los acontecimientos. O puede que sí,
si hago yo el primer disparo.
El restallido sobresaltado que activa las respuestas de la gente:
primero presentes luego contagios.

¡A la de 3!, que queda todo por hacer.
Y aún está por decidir qué se va a hacer.
Quién propone quién descarta qué interesa si es que por algo hay interés.
Qué sentido tiene lo que no tuvo sentido
y qué razones hay detrás de lo ocurrido.

Adelante adelante. Siempre hacia adelante.
Aunque sea porque hacia atrás ya no se puede.

Hasta la vista hasta la vista hoy sí, creo que sí debo decir,
caros amigos.



 © CHRISTOPHE CARO ALCALDE

¿DÓNDE ESTÁ MI PONCHE?


¿DÓNDE ESTÁ MI PONCHE?


Acudí al encuentro de antiguos alumnos por invitación expresa,
insistente y pertinaz,
de una vieja amiga. Del circo.
Ella trapecista singular yo payaso oficial.

La cosa pintó mal cuando en las presentaciones
tuvimos que dar nombres y apellidos.
Seguido de un ¡Ah eres tú perdona no te había reconocido!

Luego de unos cuantos vasos de ponche, hiperendulzado,
que ya no están los estómagos para sustancias fuertes,
con edulcorantes artificiales,
por aquello del no engordar a estas alturas de operación lifting total;
algún apretón de manos sin ganas unas arrugas mal disimuladas
varios peluquines al viento incontinencia verbal y urinaria
rematando con un mal polvo pendiente de años,  
decidí marcharme con un nuevo suspenso y la depresión a otro parte.

Con mi propia decadencia, ya tengo suficiente.  


 © CHRISTOPHE CARO ALCALDE

COMITÉ DE EMPRESAS


COMITÉ DE EMPRESAS


Conlleva el desequilibrio entre las partes
la aparición inesperada de opciones. De alternativas al orden establecido.
Con recorridos que nadie ha previsto.
Por este caos vivo y sin dominar, quizás se alcance alguna nueva solución.
O cuando no, al menos sí una vía de escape.
Una salida de este escenario tan confuso.

Se han propuesto hasta la fecha opciones inoperantes
y llegado a conclusiones que eran erróneas.
Se invirtió mucha energía en un plan de avance
que no prosperó por ser los cálculos equivocados. Y las previsiones
muy optimistas.
Tampoco se dejó madurar el proyecto el tiempo necesario.
En consecuencia, hay un antes y un después. Un ayer y un hoy
con sentidos contrarios y direcciones distintas.

Recalcularemos los plazos para implementar las nuevas decisiones.
Abriremos la puerta a otro diálogo de mudos
 y escucharemos lo que alguien tenga que decir igual que sordos.
No hay interés en repetir los errores, pero se hará lo que se tenga que hacer.
Si fuera necesario, repetirnos.

Con la colaboración interesada y egoísta de los miembros  
volveremos en breve al principio de este tiempo de tumultos.
Al origen de este caos,
desencadenante del desequilibrio entre las partes.



 © CHRISTOPHE CARO ALCALDE

CHV


CHV


¿Te imaginas que allí donde fuéramos
pudiéramos de una vez hacer lo que nos gusta y que,
tal vez,
nos merecemos?
¿Te imaginas que por una vez allí donde fuéramos o fuésemos
tuviéramos la opción,
para ti no sé cuál para mí sé que la primera,
de hacer con los demás un face to face
con esa seguridad que da el conocimiento, la convicción que otorga el talento,
la profundidad de una inteligencia en movimiento?
En desarrollo lo que desarrolla hacer preguntas adecuadas.

¿Imaginas mi amor poder liberarnos de la mediocridad en suspensión
y la incompetencia que al fondo nos arrastra?
¿Que allí donde fuéramos o fuésemos o fueyésemos  
se abrieran las puertas de la oportunidad y la esperanza?

Donde orgullosa tú puedas ser tú y satisfecho yo sea el yo que nunca fue.
Donde con estas manos de cerdito y estos ojos de cerdito y esta boca de cerdito
soplaré y soplaré y soplaré y tu casita construiré.

Te imaginas un lugar donde te escuchen y te lean y me lean y me vean.
Donde lo raro sea normal lo extraordinario frecuente lo normal no exista.
El tiempo no sea para matarlo sino para vivirlo.
Los proyectos se hagan hechos los hechos no pasen, ocurran.
Las ocurrencias cobren vida la vida no sea un remolino,
que nos arrastra al fondo, al fondo,
sino un vals para danzar y danzar.
Y dejarnos llevar por la emoción acariciar por la sorpresa.
Abrazados cada mañana al entusiasmo.
Bebernos a tragos las ganas de vivir. Hasta emborracharnos.

Te imaginas ese lugar mi amor donde estar no implique no ser.
Un lugar donde simplemente, nos dejen ser.

Con eso bastará porque el resto, el resto ya lo pondremos nosotros
que motivación, para echar el resto,
nos sobra.
Te imaginas, mi amor, que nada de esto hubiera que imaginarlo,
sino contarlo?

O sólo, fuera.


   
 © CHRISTOPHE CARO ALCALDE