domingo, 29 de agosto de 2010

MESÓN


MESÓN


Los ramos de flores en la carretera son siempre siniestros:
en este punto, alguien ha muerto.
Pasamos por encima de la sangre de esas vidas truncadas,
como si nada.
¡Qué nos importa el sufrimiento ajeno si ya vamos sobrados con el propio!
Atendamos nuestras preocupaciones y conflictos,
que cada cual tiene lo suyo.
Y espero que, en este punto, lo tuyo no sea lo mío.

Quisiéramos dar por finalizada esta partida,
pero tan partidos estamos que no queda alternativa:
la ideación suicida.

Acompáñame al palo más alto de este barco. Lancémonos fuera de un salto.
No llegaremos en él a buen puerto.
Al menos, fuera de él, se acabó el tormento.

sábado, 28 de agosto de 2010

FACESEEK


FACESEEK


Y ahora que ya somos amiguitos en Facebook,
¿tendremos por fin el hijo que tanto deseamos?
¿Iremos de vacaciones juntos?. Como amigos que somos.
¿Al monte o a la playa? ¿Nos bañaremos en el mar o la piscina?
¿Será en la bañera?

Seguro es, que follaremos.
Contaremos tus orgasmos con los dedos de una mano.
Y no nos sobrarán ninguno. Tampoco diremos el tiempo que nos tomamos.
Ni que amar, amar no nos amamos.
Da igual, no vinimos aquí para eso:
ya nos tomaron el pelo así que nos lo cortamos.
Y el corazón, blindado está. Alejado de todo riesgo.
Emparedado entre la soledad y las mentiras del mundo.

Tú prometías ser azul cielo, yo un sincero caballero.
No fue lo uno, tampoco lo otro.
No lo llames mentira. Llámalo tomar medidas.
De seguridad.
Fuimos empujados desde el piso más alto del edificio de nuestras vidas.
De milagro no nos matamos, así que mejor no se repita.
Y cayendo, entre golpe y rebote, nos encontramos:
siempre ayuda un paracaídas. Otra medida.
Por si acaso. Que la traición la estábamos esperando.

En aquel descenso vertiginoso y tramposo,
hicimos lo que pudimos: sobrevivir.
Al final, sólo se trató de eso.
No eran los traidores razón suficiente para morir:
que de amor se muere cuando uno quiere.
Y para qué querer a quien no te quiere.

Hoy remontamos despacio, construyendo un edificio nuevo.
No será sobre los cimientos del viejo,
seguro que fallarán. Y no estamos ya para nuevos hostiones.

Hay que rehacerlo todo, reescribir otra novela.
Llena de personajes inventados:
muñecos para las fiestas, acompañantes para la cena,
amantes para la cama.
Ya ves, todo será variado.

A trozos vamos llenando los huecos.
Tapando deficiencias carencias y malas vivencias.
Los errores mejor pasarlos por alto. No queda tiempo para otro ensayo.

Nos emborracharemos con el licor alquitarado de esta destilación apresurada.
Ya le añadiremos la miel si no resulta de agrado.
Lo que sea con tal de no repetir cada paso, pues no hay tiempo para volver al principio.
Y no siempre es mejor estar solo, que mal acompañado.

Haz sitio, libera una parte del banco.
Trae papel lápiz y un doble sándwich.
Verás cómo, si lo haces, alguien se sienta a tu lado.

Y aunque te desconcierte no lo creas te apabulle sonroje escandalice,
y arrastre,
déjate llevar.
No nos sobran días para desperdiciarlos.

jueves, 26 de agosto de 2010

ALICE. -ELLA


ALICE. -ELLA


El día que Alice abandonó a su marido todos se sintieron aliviados.
A su lado había malgastado la mitad de su madurez.
En realidad, la mitad de su vida tirando del brazo de un armario:
armario no sólo por tamaño.

A pesar de su inteligencia,
física nuclear astrofísica universal,
Alice no tuvo suerte con los hombres:
porque a ellos no los analizaba como al resto de sus cosas.

El primero, funcionario de profesión jugador por vocación,
a la ruleta rusa apostó su última mueca. Y perdió.
Al menos murió riendo.

El segundo, apasionado deportista y devoto juerguista,
le engañaba siempre que se emborrachaba.
Y esto era cada semana.
A ella, en cambio, ni la tocaba.

El tercero fue definitivo.
Definitivamente un estorbo.
Consultor a tiempo parcial vago a tiempo completo.
Egoísta congénito.
Alice lo adoraba.
Lo adoraba peinaba lavaba planchaba cocinaba mantenía y follaba.
Todo un prodigio. Ella, no él.

Tanto fue el tiempo que le dedicó que a su lado, ella desapareció.
Como su alegría su sonrisa la vitalidad y la cartera.
Dejó que le parasitara y él todo le succionó.
Todo menos lo que debía.

Un día, Alice se dio cuenta.
Amaneció sola como siempre y realista como nunca.
Se derrumbó.
Aterrizaje forzoso en la habitación de su casa.
Sin protección ni medidas de seguridad.
No le gustó lo que vio.

- Tengo que poner fin a esta situación, se dijo.

Llamó a sus amigos y lo contó:
todos se alegraron de lo prometido. Por fin,
iba a abandonarlo.

Aquel día Alice salió de casa repeinada maquillada
tacones altos joyas en los brazos.
Su última lencería.

- Esto tiene que acabar. Voy a dar un giro radical a mi vida.
Tengo que escapar de esta cárcel.

Y lo hizo.

Cuando llegó a la mitad de aquel largo puente
dio el giro que buscaba a su vida.
Giró la mitad de su cuerpo sobre la barandilla.
La otra mitad, le siguió.

El día que Alice abandonó a su marido todos se sintieron aliviados.


ABRAZO SILENCIOSO. -ÉL


ABRAZO SILENCIOSO. -Él.


John Smith iba para autista pero se quedó en el camino:
le faltó doctorarse.
Sacó la carrera, no obstante.

Observándole en acción se le veía tratar a su mujer
con igual desinterés que a la mesa del café.
Compartir con ella el mismo amor que el que se tiene a una llave:
por muy inglesa y pelirroja que sea.
Idéntico deseo, a su mujer no a la llave,
que el que despierta una serpiente enroscada con pasión a una ardilla voladora.
La misma emoción que transmite una babosa.
Con baba o sin ella.

John Smith era un ser sufriente.
Sufríamos todos sólo con verle.
Sufríamos por su mujer:
la ardilla voladora que en su abrazo mortal dejó de serlo.
Pura felicidad reprimida e ilusión perdida.
Perdida desde que le conoció.
Pero así es el amor:
cuando falta pasión nos queda la obstinación.
El afán por preservar conservar y guardar.
Aunque valga menos lo guardado que el precinto.
El lazo amoroso, que quien hace el acto de mimar.

John Smith rompió tres matrimonios sin hacer nada.
Tal vez por eso.
Ajeno como estaba del mundo, sus desdichas y alegrías.
Abandonado a su deambular.
Entregado a su pesimismo
agarrotó los músculos que ejercitan la sonrisa:
a su lado todo era tristeza. La vida una gran pena,
un trámite forzoso.

John Smith no hizo nada por cambiar, por nadie.
Generoso como un árbol caído
Conversador como una caja fuerte
Amable como un perchero
Entusiasmado como una rueda de molino molida.

Al final, su obstinación sin pasión dio resultado:
a su lado no encontró ella la felicidad.
Sí la liberación necesaria y gratificante de la muerte.

John Smith tampoco acudió a su funeral:
no encontró el motivo por hacerlo.

SALTA


SALTA


Aún recuerdo las llamadas de la policía,
las visitas a los jueces,
la amargura del cautiverio en las cárceles de franco.

Veintitrés años de encierro por decir esta boca es mía.
Los poemas de Federico para papel de periódico.
Los de Miguel Hernández para papel de fumar.
Al final siempre lo mismo:
tabaco y bocadillo.
El vino es para los guardias.

Aún veo las tapias y siento en mi carne las alambradas:
los espinos entre los dedos el día que nos fugamos.
Las garitas con los borrachos
el cuerpo de guardia durmiendo.
Todavía tengo pegada a la piel la grasa de las cocinas
y la mierda de las letrinas.
El hedor tanto de una y otra.

El agua tirada en el suelo para no dejarnos dormir.
Los golpes con la culata, las patadas en la garganta.
Las manos amoratadas de colgarnos de las esposas.
Las uñas, todas arrancadas.
El hambre y el hombre:
el dolor que el hombre hace al hombre.

Los cortos paseos del patio
Las amenazas de muerte
Las noches en el armario.
Los largos días de un centenario.

Sobre nuestras cabezas el inmenso azul del cielo.
Los pies pegados a un metro cuadrado de suelo.

Veintitrés años perdidos de vida para que un juez hiciera justicia.
Pero es la justicia un fiero reglamento
mutante según cambia el momento.

Nunca habrá verdadera justicia:
demasiado depende del juez y los tiempos.

Aún tengo clavados en mi los espinos de alambre
del día que nos fugamos.
Nunca lo olvidaré,
porque también fue el día que, por hacerlo,
nos fusilaron.

LOOSING


LOOSING


No perderemos más.
Más de lo ya perdido.

No saltaremos al vacío de nuevo.
Ni lloraremos por los amores olvidados.

No sufriremos por lo que se fue.
Ni cómo por qué con quién.

No haremos preguntas pues no habrá una sola respuesta.
Y no nos gustarán.

No temeremos al desafío:
al desafío a ser desafiados.

No nos acobardaremos cuando nos arrojen un guante.
Y nos batiremos en duelo para defender lo nuestro.
Acaso lo nuestro sea acabar con lo vuestro:
por fuera y por dentro.

Largos serán los días después de la lluvia:
la lluvia de ojos.
Largos, cálidos y luminosos.

Nos beberemos las botellas de ron.
Dame mentira que quiero soñar que soy libre y feliz.
No quedará una que no esté vacía.

Mataremos un carnero para festejar el fin del infierno.
De aquellas llamas haremos la lumbre que nos abrigue el próximo invierno.
Encenderemos la antorcha que nos ilumine el camino:
el camino hasta encontrar un te quiero. Verdadero.
Juntos cada paso será más firme, decidido y seguro.

Haremos de la agonía del malvivir la alegría de vivir:
todas las horas como una sola.
Pero no estaremos solos ni sólo seremos nosotros:
será una potencia de n nuestro uno más uno.

Saltaremos, correremos. Otra vez lloraremos.
La lluvia de ojos.
Pero será de alegría.

En el lugar donde nos dejó la vida,
la vida que hemos dejado en nuestro punto de partida,
partiremos con algo más que lo puesto desde la casilla de salida.
Partiremos, ya lo hemos hecho, con el amargo pasado que tanto nos torció la vida.
Tal vez ya estaba torcida y sólo la enderezó.

Hemos trazado dos líneas, dos líneas en paralelo,
y así avanzamos la vía.

No será el transiberiano, tampoco el oriente exprés,
pero será nuestro tren al que, cogidos de la mano con fuerza,
con ilusión hemos saltado.

Hay tiempo para disfrutar del paisaje, renovar el equipaje.
Ver la luz al final de cada túnel.
Apearse de visita en cada estación que elijamos.

Llenaremos las maletas sólo con lo que valga la pena.
Deberemos ser cuidadosos para evitarnos sorpresas.

No perderemos más: es tiempo para ganar.
No saltaremos al vacío: juntos ya lo hemos llenado.
No lloraremos: el dolor algo nos ha endurecido.
Ponte aquí, justo a mi lado, que si no me siento perdido.

Largo quiero que sea el camino, siempre que sea contigo.
Cálido como tu abrazo. Luminoso como el fondo de tus ojos.

Me pongo aquí, justo a tu lado. Que todos sepan
cuál es mi sitio.

UMMA


UMMA


Hoy hemos tenido un mal día:
tú te rompiste una pata, y yo me corté una mano.
Da igual, a mi aún me queda otra.

Me gustaría decirte que lo siento, fue culpa mía.
No debí meterte por donde lo hice
Obligarte a dar aquel salto
Desde aquel viejo muro de piedras mal colocadas.

Me pudo la impaciencia.
Tan grande era mi deseo de marchar:
de aquí para no volver.
Sí, llámalo huir. Tendrás razón una vez más.

Son tus ojos tan oscuros, tu mirada tan profunda.
Tu paciencia, que conmigo no se agota no se agota.
Me seguirás hasta el fin del mundo. Sin rechistar ni preguntar.
Pasando calor y sed, comiendo restos. Defendiéndome, aún con todo.

Me gustaría decirte tantas cosas. Pedirte perdón por muchas.
Casi siempre creo que me entiendes.
Aunque no sepas hablar,
y yo no haya aprendido a ladrar.



SE NOTA


SE NOTA


- Ya no me quieres.
- ¿Por qué lo dices?
- Eso se nota.
- Tienes razón. Ya no es lo mismo.

Nada como los principios. Cuando tu olor,
tu piel tu conversación, eran mi entusiasmo:
La novedad.

Tu pelo manos ojos.
La mirada.
Tu boca y tu sonrisa. Hallé en ti:
La felicidad.

Cuando tu deseo de verme era un afán por conquistarme.
Casi, amortajarme.
Cuando con el mismo amor compartíamos el tiempo
que un melocotón.
Coleccionando conchas y tréboles. Caricias y amores.
Contando las horas del invierno en aquel refugio subatómico
y platónico.
Donde nos veíamos a escondidas en aquellas noches electrónicas
plasmáticas.

Yo te cogía filo de piernas y tú de hombros. Yo te cogía,
lo que podía.
Y juntos soñamos un futuro, también cogidos,
de la mano.
Plenos los dos, de planes.

Y en la caja de música de nuestras ilusiones guardábamos trocitos de tiempo:
que la película de nuestra vida tenga la banda sonora que merece.

De los paseos a caballo han quedado las fotos más hermosas.
De las piruetas rozándonos las alas, las más vertiginosas.
De las incursiones submarinas, la paz absoluta: del medio e interior.

Todo está ya en el baúl de los recuerdos, que es nuestro baúl de los momentos.
Tiernos y no tanto.

Han pasado los meses, casi los años. Y tienes razón:
ya no es lo mismo.
Distinto es todo ahora: tú, yo, los demás.
La vida entera metida en una pecera que podemos contemplar.
Mira, mira, ¿has visto cómo nada ese atardecer de color azul cerúleo?
¿Y aquel amanecer rosa Nápoles abriendo la boca?
¿Y las noches limpiando las piedras negras del fondo y renovando el agua?
Mira cómo burbujea el restaurante donde celebramos mi noventa cumpleaños.
Sí, ahí, justo al lado del pez cebra de tu carnet de conducir.
Hay tanto por mirar y descubrir y recordar, que marea la pecera.

Así que debo darte la razón: ya nada es igual.
Ahora es mejor.

Y con gusto, satisfacción y regocijo.
Con orgullo descaro y chulería,
me paro como tú te paras y digo:

Esto, ¡esto también se nota!

DEMASIADOS


DEMASIADOS


Somos demasiados: para todo. Y para todo sobramos.
Demasiados en la cola del pan. Y del paro.
Demasiados soñando que los sueños se podían alcanzar.

Pero nos arrolló la vida como un tren de mercancías.
Y quedamos en pedazos esparcidos por la vías.
Vivimos mutilados. Discapacitados.
El hecho luctuoso y traumático de vivir ya te incapacita para hacerlo.

Somos demasiados riendo las bobadas de quienes viven como bobos.
Y lo contrario.
Hablando estupideces, pensando simpleces.
Limitándonos a vivir bajo los mínimos.
Nuestra propia insignificancia inventó el minimalismo,
e hizo de él una tendencia.
No se puede ser más claro.

Somos demasiados gritando y por eso no se oye:
el bramido silencioso.
Demasiados trabajando inútilmente, opositando a todo para nada,
rezando y pidiendo más fortuna. Apostando jugando haciendo trampas.
Trampas a la mala suerte. Ni por esas.
Sorteando balas y golpes. Dando golpes.
Buscando, buscando la felicidad en una lámpara vacía,
o un vaso de güisqui lleno. Ni con eso.
En el sexo diurno o nocturno. En los hijos propios e impropios.
Demasiados queriendo triunfar y trascender.
Cualquier cosa por un aplauso, por favor.
Y por un beso, no digamos por un beso.

Pero somos demasiados.
Y allí, no alcanza para todos al lugar a donde vamos.
Pues somos, y no queremos lo que somos.

viernes, 13 de agosto de 2010

VECINOS


VECINOS


Hace días que no te escribo y hoy te eché de menos:
pensé en aquellas cartas de amor que nunca nos mandamos.
Las frases bonitas que no nos susurramos.
Las caricias que se quedaron tímidas,
abrazadas al calor tibio de una taza de café:
amargo silenciosa.

Hemos dejado pasar el tiempo
tal vez la vida entera
para sólo mirarnos. Acaso espiarnos:
tras la mirilla de la puerta
en la cola del pan
en los primeros pasos de la acera.
Por el hueco de la escalera
en el oscuro del rellano
en el negro del buzón.
¿Será la carta de amor que ella tanto espera y se la lleva?

No dimos los pasos necesarios.
No fueron suficientes las excusas:
¿te queda sal azúcar arroz harina leche condensada mermelada?

Hoy es mi sesenta cumpleaños. Sesenta, seis meses y seis días.
Y voy a dar la fiesta que todo el mundo espera.
Pero sólo para ti.

Abriremos las mejores botellas que nos quedan.
Tu música favorita en la gramola.
Haré tarta de nueces, bizcocho de moka.
Crema de piña y ciruelas glaseadas.
Te invitaré a bailar sobre la alfombra del salón.
Te miraré de arriba abajo. Como si aún no te conociera.
Como si esta noche fuera la primera.

He hecho muchos planes. Todos, excepcionales.
Querremos decirlo todo y son pocas las cosas que tenemos que contarnos.
¿Hay algo de nosotros que aún no sepamos?
Vecinos, al fin.

Hoy será el último día de escucharnos tras la puerta.
Porque será la primera noche
que juntos,
estemos en el mismo lado. De otra puerta.

Recojo todo, me escondo, me pongo nervioso y me apresuro.
No quiero que me veas hacer planes y esperarte.
Otra vez, espiarte
por el hueco de escalera.

ENTRE PALOMAS


ENTRE PALOMAS


Y llegó una paloma, llamada Paloma, que a mi oído susurró:
yo sé dónde está la libertad. ¿Por qué no te vas?

Aquella Paloma, también mensajera, llevó en vuelo rápido todas mis cartas,
mis secretos anhelos, mis criptogramas.
Al blanco lugar donde la victoria que comienza por Víctor se alcanza.

Noventa fueron los días que escondí bajo sus alas las mías.
Tanta era la paz que sentía, que aún hoy allí mando mis cartas,
ya sin secretos ni crucigramas.

Dieciocho veces un mes han pasado,
y sigue paloma buscando a su Pachi en un Guguel privado.
Algunos días nos vemos. Todos, nos añoramos.

Aún oigo su voz que me dice, ¿por qué de aquí no marchamos?
Juntas iniciamos un viaje. Fuera tal vez el viaje de nuestra vida.
Hoy hay algo que veo seguro: a ambas nos la cambió.

Sin duda, para mejor.

jueves, 5 de agosto de 2010

HOY TE PIDO


HOY TE PIDO


Regálame un minuto de tu tiempo
sal de la abstracción que te ausenta.
Ven a esta parte del mundo y siéntate a mi lado.

Haré que el esfuerzo que te cuesta bajar hasta mí,
valga la pena.
Haré que olvides tus tormentos por un día.
Que barra la ilusión toda amenaza
Toda sombra de temor y de sospecha.

Acércate a mi pecho y abrázame como si fuera nuestro último día.
Como si mañana no existiera y la vida que nos quede
pudiera condensarse en un suspiro.
Regálame tu tiempo aunque no quieras:
dame el beneficio de la duda.
Y haré que nunca más vuelvas a dudar ni preguntar.
No tendrás que adivinar porque antes de hacerlo
ya sabrás.

Interrumpe ese pensamiento que te absorbe y te perturba
y déjate llevar por mi corriente
arrumar por este murmullo que late porque tú estás aquí.
Y sólo para ti.

Concédeme las miradas que te sobran cuando nada hay más interesante.
Los ratos de escucha cuando la melodía de tu felicidad
ha dejado de sonar.
El tacto de tus manos en ese descanso que te das
hasta que empiezas a moldear otra cerámica en el torno torbellino
de tu vida.
Aceptaré de buena gana los besos que te quedaron olvidados
en el largo baúl de tus amores.
Los gemidos que no quisiste ni pudiste
disfrutar.

Haz algo por mí que cualquier cosa estará bien.
Si de verdad lo haces para mí.

Y las dudas que se elevan como el humo
también como el humo se dispersan en el cielo.
Formando nubes que nos traerán el agua
en futuros tiempos de penuria y de sequía.

Queda tanto por hacer decir vivir
que lamento todos los años que pasé sin ti.
Comenzó nuestro viaje en el verano tardío de la vida.
No hay mucho tiempo para preparar un otoño cómodo
y un invierno sin frío.

Por eso hoy te pido siéntate a mi lado
Compartamos lo poco que cabe en nuestras manos
y lo mucho que haremos y pensamos.

Hoy te pido, compartamos.

AHORA


AHORA


La nostalgia es el presente de los que prefieren vivir con el pasado.
El sueño de que siempre hubo un mundo mejor.
Mirar atrás la huída necesaria para no seguir adelante.
Tal vez, ni valga la pena.

Aterrorizan menos los fantasmas de otro tiempo,
porque ya están dominados.
O quizás porque ya estemos dominados.
Quizás sea más soportable la soledad del ayer,
por ser ayer, que la de hoy y de mañana.

El silencio de este momento, sepultural animal,
arropado con la música, lejana ronroneante,
ya sólo recordada.

Que este baile en solitario pueda ser en compañía de la musa,
difusa confusa,
de un recuerdo.
Soñemos el presente, para que vivirlo no sea tan doliente.

NI UN ALFILER


NI UN ALFILER


Contra la alfombra aterciopelada de los cobistas e interesados
La áspera estera de los desagradecidos e ingratos.
Adula y sonríe sólo el que quiere algo.
Y cuando lo quiere.
Que es siempre a su orden y antojo.

Del resto no verás sino rencor y desprecio.

Resentidos quedan los que de ti no oyeron lo que esperaban.
Ni obtuvieron lo que deseaban.
Surgen los enemigos por cualquier bobada
desde la mañana al final del día.
Y para toda la vida.

Tiene el odio aliento propio y contagioso
Con qué finalidad se propaga.
Sí que es este una pandemia.

Resulta la vida una pelea a cuchilladas.
Sobrevive el más rápido, fiero.
Carnicero.

Le dije a John que no tenía razón.
A Laura que estaba equivocada.
Que no podía ser a Andrés.
Que no, que no y que no a cuantos creí que no.
Resultó como esperaba:
ya no me dirigen la palabra.

De tus obras, malas y buenas, sólo quedan enemigos
deseándote una vida dolorosa y corta.
Y como hienas viven ríen se comportan:
cazan en grupo aunque entre ellas despellejan.
Rápido se multiplican los que sólo critican
aunque poco más sepan hacer:
mal hablar y procrear.

Son tantos los que no perdonan que apenas quedan nombres sin tachar
de la agenda que me regalaron al empezar.
Por esta tierra no volveré, ya nunca más.
Por su gente no clavaré, ni un alfiler.

SHE IS SO BITTER


SHE IS SO BITTER

That lady was the only one.
Como ninguna.

Fea como ella sola.
Pequeña como muchas.
Analfabeta como pocas.
Rencorosa como nadie.
Mediocre como la que más.
Deslenguada como una víbora.
Vengativa como no hay otra.
Mal hablada soez y grosera como la peor.
Obtusa cateta y necia como una mala apuesta.

Aquella mujer fue única.
Aún con eso, o tal vez por eso,
llegó a gobernanta.
En aquel país de viejos adormilados asustados y aborregados.
A veces, amancillados.

Su mano arrebatada y furiosa firmó las más injustas sentencias.
De libertad para criminales de muerte para inocentes.

En sus años de desgobierno arruinó aquel país de lerdos.
Conchabada con explotadores foráneos
dejó que las riquezas robaran.

Quién sabe, tal vez sus votantes lo merecieran.

Yo no sé si nada de esto puede ser cierto.
Sólo cuento el cuento que me contaron.