domingo, 15 de enero de 2017

CARTA DE ARROCES


CARTA DE ARROCES








Ya no hacemos paellas los domingos, vida tuya,

con todos sus sacramentos y benditas eucaristías

donde ponernos morados de tanto untarnos los morros

comiendo si menester fuera

hasta con las propias manos.




Qué cabrón este rodillo del tiempo, vida mía,

que molió aquellos encuentros de familia en torno a la mesa

una mesa

repleta de buenos momentos.




No sé por qué no hicimos caso del mensaje premonitorio que la foto sobre el aparador

la que se ve al lado izquierdo de la gran foto de aquella última reunión familiar

nos envió como un mensajero del diablo. O del miedo.




La primera se hizo en el Berlín de 1938. Felices que parecíamos con los amigos del barrio. Apenas un cuartillo de vida por detrás y todo por aprender y vivir. Para bien, qué si no.

La segunda, la grande, en agosto del 39. Entusiasmados con un futuro pleno de significado

y un presente con ambición y sentido.




La guerra nos devolvió a otro presente.

Ni sospechamos que era el infierno. O un sinsentido.




Años antes habíamos plantado cara a los acontecimientos con un arroz caldoso.

Tan ligero de condimentos como grandes los temores que nos venían cercando.




Para suplir sus carencias

a la lumbre lo cocinábamos horas

como si para alimentarnos bastara con irnos mimando.

No hay amor que cien años dure ni barriga que con quereres se llene.




En el 44, ya sin fotos en el aparador; ni aparador ni salón comedor ni pisito siquiera que todo lo evaporó un obús descarriado,

en un sótano sin ventanas ni puertas pero sí escombros y cucarachas,

aprendimos a sacarle gustos exóticos al arroz a lo pobre.

No hubo mejores condumios que nuestro paladar probara:

de las gambas a las cigalas del conejo al cordero del agua turbia al burdeos.

Todo tenía cabida en el vacío plato

rebosante de imaginación.




Esquivar la artillería pesada nos permitió llegar al 56.

Incipientes granjas locales criaban cerdos tan esclavos como escuálidos para nuestro arroz con costillas.

Eran puro hueso que la carne tenía precio de ultramarino, pero qué es la costilla sino un paréntesis del cuerpo.

A nuestro arroz con costillas le llamamos entre paréntesis

como algo contado al margen de los grises acontecimientos.




Fueron pasando los años, querida tuya,

con intención de ir prosperando.

Inventamos un risotto negro con tinta de calamar disecado:

quisimos dejar constancia de que íbamos por el buen sendero.

Con más tinta que acompañamiento,

parece que no nos quedó nada

en nuestros platos tintero.




Vamos por el 68,

año de despertares y de expulsar a la calle

parte de nuestros pesares.

Con tanto hablar y suspirar y practicar el amor libre, nos dimos al arroz meloso.

Nunca cientos granos juntos ligaron tan armoniosamente

ni se arrimaron tanto sin que terminaran quemándose.




Pero todo menú tiene su época y todo plato su hartazgo.

Para el 79 llegaron nuevas necesidades. Abandonamos lujos asiáticos y nos volvimos espartanos.

Disciplinados y austeros

no hay en el puchero ya otra variedad de grano

que no sea arroz integral.

Buscando no sé si con esto nuevas formas de integrarnos;

pues con los años gastados pudiéramos desintegrarnos.




Hoy nos miramos, compañera por decir algo,

casi como si queridos fuéramos.

Pero en lugar de besarnos

no hacemos sino rumiarnos.




Parece que de todos nuestros arroces ha quedado en la carta

esta carta sin remite ni dirección que aún no sé dónde estamos ni adónde vamos si vamos

solo el del sabor amargo.






© CHRISTOPHE CARO ALCALDE

BREAKING NEWS

BREAKING NEWS




Rompen la ciudad excavadoras de cincuenta toneladas.

Abren galerías en sus carnes para descubrir que bajo la máscara de asfalto y hormigón

no hay más cosa que tierra.




Tierra es pues donde todo se sustenta. Tierra humilde tierra eterna. A veces húmeda a veces seca. A veces a reventar de vida a veces muerta.

Siempre fue tierra.




Oscura y olvidada materia de la que emergen edificios que a escala de gusano humano pareciera que tocan el cielo.

Es la mirada del delirio ciudadano pues apenas levantan unos palmos del suelo.




Nuevas galerías de inmundicias surcarán este subsuelo, a escondidas arrastrando todas nuestras porquerías allá donde no lleguen los ojos.

Tierra que no pisamos también será envenenada. Y el agua bendita de los ríos bajará estéril a su encuentro con el mar donde avergonzada buscará desaparecer.




En el camino, succionan débiles nubes vapor de agua quemada, el viento infatigable traslada nubes negras que generosas descargan corrosiva lluvia sobre los tejados, de los edificios de los desalmados.




Por canalones y acequias veloz se mueve esta agua que un día fue clara.

Hoy es claroscura igual que los rostros de suplicantes que por las calles huyen de su propia sombra.




Como ratones asustados corretean los pobreshombres y pobresmujeres bajo los aleros. En busca de un cobijo o un maldito sitio donde guarecerse.

A falta de todo basta con un paraguas; verdadero trono para los que no tienen nada.




Las abuelas protegen sus peinados con bolsas de plástico cuando los chiquillos dan saltos en los charcos.




En medio de la confusión y el apocamiento, espera la zanja abierta en canal:

por donde había tierra ahora fluye barro.

Y.una excavadora con un operador fumando un Ducados, escupe salivajos de tabaco negro.

Maldice la tormenta porque trabajar no le deja. Lo que antes era poderío ahora suplica misericordia.




Es la insignificancia del hombre ciudadano puesta donde merece: con las aguas negras que los desechos se llevan.










© CHRISTOPHE CARO ALCALDE

COLGAJOS


COLGAJOS








Si se te van cayendo las carnes, querido tuyo,

por el pérfido efecto de la gravedad

no culpes a esta ley universal de tu desdicha

pues es ésta la que mantiene atadas nuestras partes,

donde digo partes digo piezas digo carnes,

que viene a ser como dejarnos vivos.




Acrimina, en todo caso,

a tu acúmulo de años o tu ausencia de vigor epitelial o tu laxa fibra muscular

este cambio perceptible de tu ser esta mutación irreversible de tu envuelta este rastro que deja la vida

pues quizás no te guste la alternativa

por no ser otra que no ser.













© CHRISTOPHE CARO ALCALDE

MANDRÁGORA






MANDRÁGORA







Con opio, mandrágora, hongos y mijo

hemos hecho un caldo para quitar el frío.

Es esta una mañana escandalosa, pantanosa y pesada de las que encogen el alma. Queremos aligerarla.

Flotar como flota un hadubellmout, un lepidóptero, una komee o una idea estúpida rebotando de cabeza en cabeza.




Con el caldo en un caldero y un tarugo de pan, preparamos una sopa de las de toma pan y moja, so idiota.

Tras los primeros bocados, ja, veréis como todo cambia.

Y dónde dije Diego... Digo Ramona.




Digo chúpamela donde chúpate esa. Vete a la mierda donde iba un vente conmigo al huerto y me trajiste unas patatas. Asalta la banca por salta el banco, clava en hueso rasga la guitarra dispara a las lesbianas secuestra al policía quema las escuelas inunda el congreso pisa las flores de los parques arranca los árboles monta en patinete y déjate caer por la pendiente rueda como un trompo mira como un sapo resopla como hacen las iguanas descorcha tu peor vinagre haz leña del árbol en pie canta tus pecados blasfema tus verdades llora como un hombre maltratado insulta como una feminista y pide cuentas méate en todas las fuentes tira las llaves cierra las puertas arrójate por las ventanas pringa las aceras pinta las tapias come chicle muerde pipas en el cine roba a las abuelas métele mano a las señoras huye si te piden ayuda grita si te dicen calla fuma en las iglesias vomita en el agua bendita acelera cuando digan frena cruza los semáforos en rojo suelta pedos en misa ríete en los velatorios copia en los exámenes sé infiel y no mires con quién no respetes a los muertos y cágate en sus vivos desvela los secretos cuenta mil mentiras gástate el dinero mejor si no es el tuyo falsea tu currículum invéntate los títulos haz promesas que no puedas cumplir sé un farsante fóllate a un ortodoxo tócate delante de las monjas vierte sal en las heridas descuida a quien hayas de cuidar cuenta todo lo que sepas e invéntate aquello que no muerde a quien te dé de comer no bebas para olvidar hazlo para reventar drógate hasta caer muerto.




Y después de todo esto

ya podrás salir ahí fuera para decir que tú no fuiste un reprimido.

Que como te ha dado la gana

has vivido.




Donde digo vivido digo soñado,

Ramona

porque donde dije Diego...

digo malnacido.










© CHRISTOPHE CARO ALCALDE

domingo, 1 de enero de 2017

BED AND BREAKFAST



BED AND BREAKFAST





A Rebeca le rompieron el corazón la semana de difuntos. No fue por amor que fue con un martillo.

Pilón.

Quedó tendida en un suelo de Bermuda Grass.



Un enterrador en acto de servicio pasaba por allí con una pala y la recogió en su carretilla.

Como buen profesional, se dispuso a sepultarla antes de que llegaran las moscas con sus miles de huevos y a la muchacha se la comieran los gusanos.




Un veterinario en caza y captura, de insectos primero y después por la policía, vio en el acto su oportunidad de redimirse ante tanto perro asesinado en su quirófano por falta de sensibilidad,

ajena,

y experiencia,

propia.




Nadie quiere a las mascotas enfermas y esto terminó por envenenarle alma y cuerpo.

Un día llamó a los dueños de los bichos y los gaseó en la propia clínica.

No sin antes haberlos encerrado en sus jaulas para perros. Y perras.

Reconoce en privado que disfrutó con ello.




Enterrador y veterinario acordaron una segunda oportunidad para Rebeca:

el primero le daría viento fresco con la pala mientras el segundo aplicaba un masaje cardíaco refrescante de alta intensidad.




Al último intento desesperado reaccionó Rebeca como solía: con asco.

Un vómito azul abandonó su boca como haría un convicto de su celda: por cualquier medio a cualquier precio por encima de cualquiera.




Teñidos de mar salobre quedaron los dos hombres mientras Rebeca furiosa les espetaba:




- ¡So imbéciles! ¡Pero no veis que estaba fuera de cobertura voluntaria!




Rebeca saltó de la carretilla y abandonó el campo santo en tres zancadas largas.

Tras la interrupción de su colapso emocional autolítico, decidió que ya había superado el duelo pertinente.

En el primer bar que encontró pidió un plato de garbanzos con morcilla. No dejó ni las migas.




En la peluquería de la esquina se cortó las puntas abiertas como palmeras. No dejó propina.




En la taquilla de viajes hacia el nuevo mundo compró un billete para el primer barco que abandonara la ciudad.

No dejó atrás nada que la pena valiera.




Asomada a la proa, desde la barandilla agradece al santo martillo por haberle liberado de su última atadura sin sentido.

Cerca estuvo de caer enamorada a pesar de haber jurado ante la tumba del pájaro carpintero que jamás volvería a dejarse atravesar con ese clavo.




En el horizonte, un cielo naranja ocupación se esconde tras una lámina salada azul indómito.

Se siente feliz porque sabe que cuando caiga la noche, volverá a quedarse dormida entre campos de cebada mecidos por el viento.

En sus sueños, con la cebada produce cerveza. Con ésta, se emborracha. Cuando lo hace, se divierte. Y entonces, es feliz hasta que otro canalla antillano le mire con ojos de trampa y ella se deje convencer.

Al amanecer, volverá a empezar si otro enterrador no la despierta en mitad del sueño como hoy.

Justo antes de que el canalla le metiera la lengua hasta el estómago sin pedir permiso.

Como a ella le gusta.




© Christophe Caro






© CHRISTOPHE CARO ALCALDE

SESGO VOLUNTARIO


SESGO VOLUNTARIO 


Por querer ser miembro honorífico del mejor club de sectarios 
defiendes su causa como causa carnal. 
De tu propia carne arrancada con tus propias manos y un compromiso; 
impropio de gente cabal. 

Al tumulto de este nuevo grupo radical excluyente enconado rencoroso 
te has sumado por la cola haciendo como que no pasa nada. 
Que el tuyo no es sino un gesto natural que todo ser, 
disfuncional, 
aplaudirá. 
Es tu oportunidad, tu forma de destacar tras el largo y vacío sendero por el que tus años de vida insulsa han pasado 
con mucha pena 
y ninguna gloria. 

Ay personajillo infame, mediocre y adocenado. 
Ratoncillo asustado que no sales de tu madriguera sino es por el trozo de pan que te lanzan desde la manifestapena; ignoras que lo hacen como si fueran piedras. 
Saco de fuertes tormentos y frágiles huesos. 
Y profundas desesperanzas y enormes desilusiones. 
Y todas las cobardías para abandonar tu cueva cama y armario. 

Ay personajillo nimio e insignificante 
que en el grupo de los radicales añoras ser escuchado. 
Que te atormenta tu no ser nada tu no estar en el momento adecuado ni ser nombrado 
en ninguna parte.
Tu vivir y tu sinvivir al margen de la historia 
de los demás 
para quienes siempre fuiste historia. 
No por relevante sí por olvidada. 

Y en esta vida tuya que no es ni vida hoy te alineas con los más violentos los más furiosos los más de todo 
empezando siempre por el sótano de los de abajo. Qué has hecho sino confundir ir en la cola con estar a la última. 

Para también tú tirar piedras a los demás para escupir a quien no te gusta para fusilar al hombre que no soportas aunque no conozcas. 
Pues solo así puedes afirmar que aquí estás para algo. 
Aunque este algo sea para hacer mal.

- Nota del editor: 
Donde se lee miembro quiere decir miembra, donde dice personajillo leer personajilla, donde radicales traducir por radicalas, donde sectarios sectarias, donde ratoncillo ratoncilla, violentos por violentas, furiosos por furiosas.
Hombre dejar por hombre. 

Una vez corregido volver a leer para de verdad entender -. 



© CHRISTOPHE CARO ALCALDE