jueves, 17 de agosto de 2017

I TAKE IT EASY



I TAKE IT EASY




A veces, puede que cada día menos ya ni sé cuándo se dio la última mejor no se repita,




siento un leve impulso poca cosa no sé si llamarlo como tal




de arrancarme y decir a los demás qué pienso cómo pienso por qué lo pienso cuánto tiempo llevo ya pensándolo y si alguna vez volveré yo a pensar así.




Pero en el acto,

tibio flojo descreido irrelevante desanimado mustio

de arrancarme a contar estas y otras mayores verdades como arcadas de catedral,




suele invadirme un nosequé propio de seres más inteligentes que yo

-sí, reconozco que ésto en fin no es tan difícil -




y en el antepenúltimo momento me arrepiento.




Visto el hecho después con la perspectiva del tiempo corto, apenas dos minutos bastan para analizar con frialdad castrense la situación,




me doy cuenta del grave error que cerca estuve de cometer.




Ni ellos querían saber

Ni yo tener que responder.




Los arranques de sinceridad,

aunque breves y esporádicos,

no dejan de ser una práctica malsana que se retroalimenta y como boomerang vuelve,

feliz a partirte la cara.




Mejor evitar este tipo de riegos innecesarios.





© CHRISTOPHE CARO ALCALDE


DESCARRILES



DESCARRILES





En este estúpido afán por no dejar pasar posibles oportunidades,

convencido a pleno pulmón de que sólo del no hacer nada nada sale,

tomo con frecuencia cualquier tren que mi camino cruza.




Con los choques y descarrilamientos posteriores

he llegado a la conclusión de que muchos son los trenes que no llevan a ninguna parte.




Cada vez que el caso ahora se repite

tomo el botijo y echo un trago.




Nada como la sabiduría de la arcilla

o la paz de una tarde a la solana

para tomar las decisiones adecuadas.




No todos los trenes llevan a buen término




Mejor dejar pasarlos




Y no perder el tiempo con proyectos falsos.






© CHRISTOPHE CARO ALCALDE


CLOSED CLOSET



CLOSED CLOSET




Es habitual que por los armarios me encuentre cosas olvidadas.



Debo concluir, por tanto, que no eran necesarias.



© CHRISTOPHE CARO ALCALDE

CADENA DE FAVORES




CADENA DE FAVORES





El compromiso del individuo para con sus progenitores

no debería ir más allá de una devolución de los favores prestados

deducido el descuento generacional.




Y no esperen más pues tal vez no lo merezcan.



© CHRISTOPHE CARO ALCALDE

GUANTES

GUANTES


Vestidos con chilabas y sandalias estuvimos vendiendo collares de plástico y bolsos falsos durante tres veranos.

El máximo tiempo tolerable hasta que cubiertos de insultos empujones pisotones y escupitajos, la foto de nuestros papeles y la nueva cara tras el proceso eran tan disímiles que la policía nos detuvo por usurpación de identidad a un emigrante por un indigente.

El texto de la denuncia era tan incongruente y la sentencia tan barroca, que la prensa sensacionalista vio negocio en echarnos una mano.
Y antes de echarnos definitivamente a las fieras del show business pagó las ridículas fianzas que pese a todo nos mantenían en aquellas jaulas para leprosos y otros apestados del sistema:
Judicial, mediático, social.
Acusador siempre.

Una oenegé ávida de crecimiento, repercusión y fondos nos echó el primer guante.

Tras un repaso epidemiológico y otro por el sastre, hizo de nosotros los seres respetables que nunca pretendimos.

Aún así, cumplimos el contrato y dimos numerosas ruedas de prensa en favor de nuestros benefactores. Cuando el filón de la compasión se agotó, y sus cuentas se llenaron, nos despidieron por la puerta falsa.
Nadie nos vio desaparecer ni nos echó de menos.

Tras dos raros meses de desorientación, un mediocre funcionario recién ascendido a director de banca por sus amistades en la política nos siguió la pista entre callejones y edificios en ruinas.
Era el Chicago de los ochenta y sobraban espacios abandonados por una ciudad en quiebra, técnica,
fuga,
de capitales,
y huida,
de autoexiliados.

Los altos ejecutivos mutaron a pandilleros sin tattoos y los índices de criminalidad cayeron como libido de desposada.

Reconvertidos en seres de otro planeta,
social,
y pregoneros de una nueva buena nueva,
económica,
proclamamos con natural escepticismo pero sorprendente credulidad entre los fieles que aquí había dinero y riquezas para todos.

Firmamos hipotecas, preferentes y otros cientos de productos preferentemente de riesgo durante más de una década.

Emigrantes sabios y resabiados, al fin y al cabo,
para cuando estalló el fraude legal,
y consentido,
ya teníamos nuestros veleros Latitude en las costas de otro país.
Con dinero en las bodegas y estas pateras de lujo, nadie preguntó ni pensó en echarnos el guante.

Entre piña coladas mujeres neumáticas y palmeras,
hoy gastamos como ricos vivimos como jipis decimos que somos de izquierdas y nadie hace preguntas.

El mayor riesgo es que un coco nos abra la cabeza, cosas de la gravedad y las alturas.
Estamos pensando en montar una aseguradora para hacer frente al respecto.

Y otro buen dinero como conclusión,
pues bien sabemos que de nada servirá todo esto.

Tenemos experiencia en hacer del humo un valor en alza.
Saldrá bien.


© CHRISTOPHE CARO ALCALDE


FALSE



FALSE




Pasamos la velada hablando de nuestros barcos y demás juguetes de pijos.
Que si el mío tenía diez metros que si el tuyo catorce.
Al final todo se redujo a ver quién lo tenía más largo.



Yo llevé un vino de varias medallas doce años cuatrocientos euros y miles de comentarios idiotas.
El que presentó mi compañero de silla me ganó apenas por un par de reseñas en la revista más chic del momento.
Una ofensa que he de vengar con el tiempo.



Para el segundo plato de ostras ya teníamos claro que aquella iba a ser otra cena de superficiales lisonjeros con aspiraciones a gente importante.
No en vano, estábamos en el club de gilipollas más exclusivo del momento
y esto nos hacía parecer seres de bien con opciones a únicos.



Habíamos hecho del dinero el único valor verdadero. Baremo sine qua non el portón del portal de nuestra cueva insignia
estaba cerrado al extranjero.


Yo gané mi primer millón fabricando tornillos defectuosos.
Sin más valor que la chatarra fina
el margen comercial era de quinientos por uno.


Mi compañero y en otro tiempo amigo
se dedicó con éxito durante años a salvar mi empresa de sucesivas demandas.

Interpuestas por clientes quisquillosos, su insatisfacción por el producto mal hecho sacaba de ellos su lado más furioso y aún no sé por qué.

Tampoco me importa,
y esto sí lo sé.



Cuando llegaron los postres ya teníamos en el cuerpo varias botellas de blanco y otro buen puñado de tintos.
Todos con carta de recomendación y calidad percibida en el precio.



Fue en ese momento único que nos explotó el champán.
Y tras varios rebotes del corcho por el local los ánimos subieron varios tonos a todos.
Culpándonos unos a otros por semejante desaguisado.



Las verdades de nuestras rencillas expusieron una buena colección de miserias que habíamos ocultado como tesoros.
O vergüenzas.



Nunca unos dulces fueron cosa tan amarga:

por una vez, y primera, supimos lo que de nosotros mismos pensábamos.

Y aquella asociación se deshizo como hielo al sol que más calienta.




Hoy somos los viejos que en verdad éramos:

pellejos solitarios, banales y envidiosos de una posición social que nunca tuvimos y el reconocimiento que no merecimos.

Nuestro club sólo era el único camino posible para proyectarnos al mundo como miembros de la élite que decidía los destinos, también los bruscos cambios de rumbo,

de una sociedad sin oportunidades.

Atrapada a creer que el futuro venía condicionado por su propia mediocridad.

Nada más lejos de la realidad, pero este fue nuestro mayor y mejor guardado secreto.




Hoy todavía me pregunto,

qué hicimos tan bien para que sin haber aportado nada distinto a este mundo

ni ser especiales en nada, inventáramos un discurso que nos permitiera vivir como ninguno.




Tal vez fuera el arte de saber vender mierda como oro y humo como bonos del estado.




Ya pagarán los demás,

nosotros quedamos exentos de toda responsabilidad.





© CHRISTOPHE CARO ALCALDE

miércoles, 2 de agosto de 2017

FECHO LUEGO EXISTO


FECHO LUEGO EXISTO







Antonio Luis sorbe una sopa entre dos dientes, un colmillo desafilado y dos molares mal puestos.

Hoy opina que está fría. Ayer caliente, pasado tibia.

No tiene mayor preocupación a la hora de la comida.

Previa a su hora de la siesta, anterior a la merienda y preámbulo de la cena.




Dormita rezuma ronronea gruñe lloriquea y se lamenta en un continuum inverso a su infancia temprana.

Retrocede a sabiendas y regañadientes por la curva abisal de la vida:

nada le gusta lo que queda.

Pero menos lo que por aburrido y temeroso negó.




En el historial de las pérdidas no añora sus difuntos,

cadáveres inconclusos que ya nada aportan a su existencia de autómata,

sino cada uno de los buenos momentos que descartó por ser parte del riesgo.




Fechorías de elevado voltaje amenazando su engranaje perfecto

que un día tras otro dijo no por miedo a perder lo que en realidad no tenía:

una biografía digna de ser llamada tal cosa.




Era, pensaba, su zona de confort y seguro de vida.

Hoy, lo sabe, su hiératico espacio de calma, aburrimiento y quietud.

De muerte perpetua en una mera supervivencia de grises y sombras.

De colección de claroscuros sin claros que echarse al corazón para acelerar sus latidos.




No a saltarse las vallas y normas.

No a beber más de lo que podía contar.

No a las noches de juerga.

A la velocidad, al riesgo del salto al vacío, a perder la camisa en una apuesta fuera de juego, a bailar más allá de la pista, a explorar otros límites, a salirse del tiesto, a gritar al vecino, a comer con las manos, a fumar en zona prohibida, a robar una fruta y correr, a robar un beso y quedarse, a jugar con amantes.




No a todas las benditas fechorías,

auténticas pruebas de vida,

de que si fecho es porque existo.




Antonio Luis sorbe otra maldita sopa de residencia entre los dientes.

Las terapeutas le limpian las babas.

Las auxiliares el culo.

La dirección la cartera.




No le adoran porque le quieran, sino por ser el que da menos guerra,

de ese grupo de cincuenta viejos verdes canallas.




Aunque algo tarde pero mejor tarde que nunca intentarlo,

está pensando seriamente en fugarse de bando

y dar un corte de mangas a su espíritu santo.




© Christophe Caro Alcalde


UN DÍA A LA CARRERA


UN DÍA A LA CARRERA







" Que vivan los novios. "

- grita desde el oscuro tercio del cuarto trasero el más gañan de la fiesta.




Que vivan los novios y toda su parentela.

Artistas invitados y demás espontáneos.

Algunos oportunistas, aduladores, envidiosos, criticones e hipócritas del santo oficio de sonreír como idiotas.




Que vivan los novios y se guarden los besos para ese mañana,

donde pasados los días de gloria de rosas de bailes de brillo en los ojos de deseo en los labios de pelos engominados de lentejuelas y tacones como clavos

broten como mala hierba

del suelo innumerables espinas.

Con diseño de anzuelo para no perder

uno solo de los posibles tormentos.




Que vivan los novios y toda su parentela.

Por si no hubiera ocasión de volvernos a congregar

antes de la final voluntad del patriarca del clan.




No vaya a ser que con la lectura de su Último Testamento,

enseñen las navajas unos a otros para demostrar

que todos ellos le querían más.




A la novia hermosa como nunca, y que jamás volverá a cruzar similar cielo de estrellas

el padrino le ha pisado el vestido.

Ella ha dicho que no tiene importancia pero le hubiera matado allí mismo.

De padrino hizo un tío porque el padre no quiso:

Afirmó no sin razón ni apoyo conyugal,

que no soportaba al marido.




No hay odio sin recompensa,

así que tampoco los padres del novio tienen un momento de descanso

desde que esa zorra de pelo rojizo

les robó a la niña tonta de sus ojos maduros.




Ese que mucho antes de hacer de marido era,

apenas por el mérito de ser entre sus paridos el último,

su hijo preferido.




Había consenso con este favoritismo:

ni uno sólo de los cuatro otros hermanos pasó por alto el agravio.

Comparativo.

Y se despacharon agusto la última navidad.




De ésta hace ya más de un lustro.

El mismo tiempo que sin hablarse están:

no será éste un caramelo que les amargue el gusto.




Qué regusto el suyo ese de dejar de ignorarse

para odiarse desde el yo más profundo.




Que vivan los novios, esos hijos de Pura.

Qué puta era Pura pero nadie dio a tiempo el aviso.

Y ahora uno tras otro se envían consignas

de date por muerto antes de que acabe el santo sarao.

So desgraciado y ladrón que te has llevado a mi hijo con esa furcia

descarada y con la lengua más larga que un día sin pan.




A mi hija bendita con ese holgazán y vago

que nunca será otra cosa que nada.




Alza la espada la pareja de nuevos esposos

y el más osado de cuantos hay en cola para asomar en el video, les hace como un fino insulto la foto:




Caen al suelo pedazos de tarta que nadie recoge.

Son un símbolo de que nada importa este momento

ni los que vengan después.




Para el final del baile de lerdos

lo que cae al suelo son los borrachos y las torpes.

Ellos por haber pisado en exceso la barra

libre aunque cara.

Ellas, por pisar con exceso de tacón.

Afilado y barato.




Después de la pelea volverán a sus casas con la misma sensación de hartazgo y derrota

que terminó su último carnaval.




Tienen de plazo hasta la próxima boda

para criticar sin descanso

a los demás.







© CHRISTOPHE CARO ALCALDE


JUEGO DE TRONADOS



JUEGO DE TRONADOS




Estuvieron litigando por los hijos como si no hubiera un mañana.

Ni un después ni siquiera un hasta luego.

Y no lo hubo. Desde luego.




Peleaban no por su cariño.

Sí por la custodia.

Por el chantaje el favoritismo la manipulación la venganza y contra venganza.

Las distintas formas y estrategias

de hundir la moral o destruir del enemigo la autoestima.

De robarle al ex amor,

hoy el nuevo contrario,

hasta el alma si fuera necesario.




Tanto fue lo recorrido por los caminos del odio

que un buen día los hijos

hartos de tanto puñal y guijarro

les abandonaron a ellos.




Se hizo justicia:

En el anónimo banco de un abandonado parterre dormitan ambos.




Comparten sin saberlo jeringuillas y cartones de vino rancio.

Ni siquiera ellos hoy se recuerdan.







© CHRISTOPHE CARO ALCALDE

THINKING ABOUT


THINKING ABOUT







Hay días en que para renovar un poco las ideas

no se te ocurre otra cosa que volarte la tapa de los sesos.




Es un comienzo.

Y final.




Ergo, un descanso.







© Christophe Caro Alcalde

BURBUJAS


BURBUJAS




Agitaban sus mudas y negras manos por las ventanas enrejadas del vagón de mercancías.




Estuvieron pidiendo ayuda desde que abandonaron sus hogares empujados por el gas sarín y las bombas incendiarias.

Éstas quemaban por fuera, aquel abrasaba por dentro.

Conclusión: todo era un infierno.




De fariseo en fariseo quemaron todas las etapas, puestos a seguir ardiendo,

y así llegaron a una plaza porticada con las paredes cubiertas de prerrogativas.

Todas escritas con sangre y acentos de desesperación.




Al abandonar aquel pueblo fantasma un convoy extraviado en la retaguardia les dio el alto y detuvo.




Despojados de todo valor ínfimo, quedaron prisioneros a merced de un enemigo compasivo que no los matara allí mismo en un juicio sumarísimo con sentencia rápida.




Cuarenta y nueve horas, cinco palizas, tres violaciones y noventa insultos después estaban maniatados contra la pared y frente a tres perros policía con los colmillos ensangrentados del último evadido.

De él no quedaron ni las suelas de goma.




Con siete golpes de culata subieron al vagón que en el viaje de ida había transportado mulos y yeguas.

Aún olían y sabían a estiércol sus paredes de madera carcomida.

Al suelo, resbaladizo y húmedo por los orines, le faltaban varias tablas. Bajo este, las ruedas chirriantes del eje trincharían a todo aquel que osara deslizarse para escapar.




Fue un viaje de silencios y lágrimas. De terror y desesperación. De pena y tormento.

Un viaje por las estaciones más solitarias que jamás se vieran en olvido alguno.




Al silbar el tren la última vez, las puertas de su móvil cárcel se abrieron.

Afuera, un pelotón de ejecución abrió fuego sobre sus cuerpos apestosos y sucios.




La razón:

Que llegó el convoy con seis horas de retraso y la compañía de ferrocarriles no tenía intención de devolver un penique del billete.




Aquella noche un trozo de luna cayó del cielo,

pero a nadie le importó esa cósmica pérdida habiendo tanto que lamentar en la tierra de los abusos perpetuos.




El presidente fue ascendido en la siguiente junta de accionistas

por los buenos resultados económicos de la compañía en el último ejercicio.




Todo sea por unos magros dividendos y un poco de champán.







© Christophe Caro Alcalde




MEAT LOAF



MEAT LOAF







Cocinamos toda la noche aquellos cuerpos mal desollados,

casi sin tiempo para un buen guiso con patatas irlandesas y secretas especias orientales.




Éramos, después de todo, unos profesionales

y más de quinientos invitados aguardaban el sublime momento de su muslo de carne deshuesada sobre una filigrana de sirope

en el blanco lecho de un plato de fina porcelana

salvada de los bombardeos in extremis.




Los gruesos ribetes de oro más de uno hubiera arrancado a mordiscos.

Para colocarlo después en el mercado negro a cambio de un pasaporte.

Huir: el gran deseo secreto y colectivo.




Eran tiempos difíciles.

Y este banquete de obligada asistencia regalado por el fürher a sus leales cercanos,

el principio del hundimiento que nadie osaba pronunciar:

"Hasta la victoria final" -rezaba el oficial mantra de la época.




Un grupo de músicos acobardados interpretaba La Cabalgata De Las Walkirias desde un rincón donde unos telones negros y rojos escondían la pared.

Y con ello, los orificios de la metralla.




Todo era una farsa, pero nadie levantaba la mirada del plato no fueran a cortársela.




Tras unos breves entrantes de verduras y pan seco, llegó la carne.

Duró en los platos lo mismo que la esperanza:

un suspiro.




Salvamos la vida gracias al recio vino alemán,

porque en un descuido del ayudante más estúpido que nunca tuve

quedó al descubierto el origen de la carne.




Borrachos ya los comensales, ninguno entendió que aquellos largos huesos desechados del plato principal que como leña en cestos acumulados estaban,

eran piernas del enemigo abatido en los campos de prisioneros.




Auténtica despensa para quienes aún gustaban de ser agasajados como si este negro tiempo no pasara.




Llegados a este punto, los infelices tenían más pellejo que carne y mucho más hueso que pellejo.

Pero daban sabor a las patatas.




Al acabar la contienda me hice vegetariano;

aunque sólo fuera por el inútil intento de olvidar

y como todos fingir que yo tampoco estuve allí.







© Christophe Caro Alcalde

NOCHE DE FIESTA


"NOCHE DE FIESTA "







Ella ha aparcado a las niñas con los abuelos maternos.

Qué si no:

la vía paternal en bloque huyó al conocer la noticia de una separación temporalmente perpetua.

Nadie los culpa, cada cual tiene sus terrores.




En el reloj sin pilas que hay sobre el aparador de la entrada

(otro horrendo recuerdo de los parientes políticos y políticamente desatinados)

las agujas detenidas dos semanas atrás sobre el seis y el tres

marcan por casualidad u obstinación la hora correcta.




Momento de recomponerse y eliminar todo rastro de decadencia y estrago.

El tiempo,

no el del reloj atrapado en su tedio sino el cósmico que perfila años o siglos como si nada,

apremia y no perdona.

Las oportunidades de enderezar un timón a la deriva o al ajado cuerpo echarle una alegría,

se desvanecen como el humo de las hogueras de San Juan en una tormenta.




La puta vida, que a toda hostia sin avisar se larga.

Puede que de su presencia en este zoco de bagatelas y regateos,

no quede ni rastro.




Con este programa de resurrección en la carta,

prepara ella todo su arsenal anti desaparición del mundo de las emociones fuertes.

Tiene perdida la cuenta del tiempo que ha pasado

desde la última vez que al unísono gritó y gimió

clavando sus tacones de fulana voluntaria a tiempo parcial

en el techo de una habitación desconocida.




- ¡Ah dios! - se estremece sólo con recordar aquella noche

cuando con calculado egoísmo

se entregó al primer chulapo que se atrevió a colarle un beso con su lengua de serpiente.

Sabía a tabaco rubio y tequila rancia, pero del asco al deseo apenas mediaron dos tragos y tres caladas.

De tequila rubia y tabaco rancio.




Piensa en ello mientras borra todo rastro de canas de su pelo alborotado.

Teñido de negro canalla,

reaparece la chica mala que en su juventud sobaba y se dejaba sobar en los portales del barrio.




Para las siete cuarenta del reloj de la mesita de noche,

éste sí con pilas,

ya está frente al espejo poniendo las tetas en su sitio con ese fantástico y caro Push Up Doble o Nada.

- Qué bendito milagro - piensa mientras ese cristal mágico le responde con la idealización de una mujer de alto riesgo.




El resultado es increíble, reconoce,

y los nuevos pezones aupados al cielo como la Asunción también le suben la autoestima.

Al paraíso.

Debe haber allí muchos ángeles hambrientos de sexo y malas prácticas.

Sólo por ese mágico e inmediato cambio

ya vale la pena el intento de reconversión.




Minutos después cuenta con un trasero nuevo.

Insolente y respingón como una adolescente.

No han sido necesarias duras jornadas de pilates, ni zumba ni rumba ni tumbao.

Mucho más rápido y efectivo son esas Brislips negras,

otras Bottom Up con encajes y un buen relleno

para dejar ver a los mirones y envidiosas que hay de lo que tiene que haber en ese culo trending

y además está bien puesto.




A las veintitrés horas intercambia confidencias con otras dos mejores amigas,

de entre todas las mejores amigas que por mejores se tienen,

frente a una barra de bar cinco estrellas.

Y cinco chupitos de ginebra all stars.




Al cuarto se fija en un fulano alto con aires de cimarrón,

firmes caderas, abultado pantalón, marcada nuez y negro pelo.

Como su teñido negro pero sin azabaches.

Le gustaría acercarse y robarle un beso,

previo a hurtarle toda la noche para darse el homenaje que anhela.




Pero algo se lo impide:




Y es no saber qué ojos abrirá ni qué cara pondrá ese macarra

cuando a mordiscos no le arranque todos los gemidos que olvidados esconde

sino los postizos con apremio comprados en el ap-estore del momento

que hoy lleva puestos.




Indispensables atuendos

para seguir viva

en el duro mercado de la carne fresca on line.










© Christophe Caro Alcalde
































A WALKING CORPSE


"A WALKING CORPSE "







Por la calle Melquiades te vi pasar hace dos días.

Tanto has envejecido que me parecieron años.




Poco queda de ti en ese despojo de huesos que caminan con tu nombre

y tu rostro como pueden soportan.




Nada de lo que prometías ha cruzado el filtro tosco de tu historia.

Ser o no ser se funden en ti como dos gotas de vinagre,

en la cuenca vacía de tus actos sin nombre ni propósito ni enmienda.




A tu paso lento y sin sustancia,

ya no dejas como rastro de que vives ni a tu sombra:

huyó de tu perchero viejo al cumplir su primera comunión.

La de ella, no la tuya.

Estás aún por comulgar de todos los sacramentos inconclusos

que en absurdas promesas hiciste como burdas amenazas.




De ti al mundo hay un abismo que crece según menguas.

Tanto te has empequeñecido

que ayer te barrió el camión de la basura y nadie se enteró.

Hoy no se te echa de menos,

viejo camarada de los sin nada ni nadie.




Tú, que para los veinte ya te habías metido todo

a los cuarenta de todo te han metido y callas por si acaso:

has aprendido que siempre te pueden joder más y empeorar.




Guerrero sin coraje cobarde sin trinchera soldado sin ejército ni camaradas.

La vida es para los valientes y aún no te has enterado,

bribón bastardo.




A los cincuenta no te queda un hueso sin romper ni una cana que peinar.

Fuiste tipo frágil de estructura y voluntad.

El sol hoy fríe tu calva pero hay calma:

no se perderán buenas ideas en el ínterin de tu cremación.

Nadie en el mundo nada lamentará con tu desaparición.

No viviste, sólo fuiste un estorbo y barruntas con ser no más que una carga.




No hay sitio en esta baldía tierra para los nadie como tú,

y sin embargo,

sois tantos que no dejáis espacio para talentosos como algunos de los que fueron tus vecinos.




Pero éstos,

no son sino seres contra su voluntad anodinos.




Algún día diremos ya por qué.







© Christophe Caro Alcalde





WANDERING AROUND


" WANDERING AROUND "







Y otro día de pan y nueces que se ha ido al cesto de los desperdicios, baby.




Shake, shake your body baby.

Say yes and come along.

Say and don't ask me why.




Date quizás una vuelta por donde yo te pida y no esperes a que me arrepienta.

Será por mí no por ti que todo cambie en esta cesta.

La de las sobras que aguardan los cerdos.




Ya lo decía tu madre, baby:

no tengas maridos.

Cuida mejor de los cerdos que más magros o grasos o duros o tiernos,

dan jamones en invierno.

Pero te pudo el afán por el regateo y el desconcierto:

a plantar maría te fuiste al huerto.




Y de una maría a otra

acabaste dando vueltas a todos los rosarios del pueblo.

También a alguna Rosario, que puestos a jugar hacia adentro,

no importa un veinte o un ciento.




Shake, Shake your body baby.

Say yes and come along.

Say and don't ask me why.




Pronto el huerto se quedó para tus intenciones pequeño:

Otro gran salto mar adentro

y con la primera ola de resaca te fuiste hasta donde se pierde la vista.




Esa línea fina entre el mundo y el cielo

en la que para divagar no hay sitio ni para dudar queda tiempo.

Menos aún para el desconsuelo.

Es la frontera donde arriba asoma lo auténtico,

abajo esperan los monstruos.

Bien pensado, estos son quizás más auténticos:

los monstruos son siempre monstruos.

Nunca se hacen pasar por buenos.




Arrebujadita como una caracola de plata

caíste hacia el otro lado de aquel colorido,

siempre desconcertante abismo.

Entre naranjas amarillos bermellones y algún que otro azul cerúleo,

viraste por la pendiente como si fueras un canto.

Un canto de los que había en tu pueblo:

rodado, polvoriento y bien duro por fuera o por dentro.




Shake, shake your body baby.

Say yes and come along.

Say and don't ask me why.




Date un tornillo de beso.

Una rosca de abrazo un grito de orgasmo.

Invéntate un pleonasmo hazte por un día noplasmática.

Expándete hasta que griten basta.

No hagas caso y dales un corte de mangas.

Hazte la cirugía cardíaca.

No porque te falle algún ritmo sino para estirar ese órgano,

que a ratos te sobra o falta.




Tal vez la vuelta tal vez una vuelta pero date un algo.

Aunque sea un mareo pero sal de ese bendito agujero.

No por bendita ni santa,

ni por casta ni beata,

sal porque te da ya la gana.

Para pecar si hace falta.




Shake, shake your body baby.

Say yes and come along.

Say and don't ask me why




Agárrate a un ideal,

antes de que éste también te deje plantada.

Compuesta y sin otro novio maría con que cubrirte como mortaja la cara.




Échate un trago un cigarro a la espalda los problemas y el karma.

Si te apetece más de un buen polvo.

Aunque tan solo sea polvo de ceniza de ese cigarro de maría,

a tus mejillas de sofoco rosadas.

Si esperabas otra cosa, has equivocado el día.

Te dije que hoy sólo pan y nueces.




Pan para que te mojes las ganas.

Nueces para que disimules,

y digas que no necesitas nada.




Shake, shake your body baby.

Say yes and come along.

Say and don't ask me why.







© Christophe Caro Alcalde








GREGUERÍA POST


"GREGUERÍA POST"







Si los desengaños de amor son desengaños amorosos




Los desengaños de amistad,

¿son desengaños amistosos?







© Christophe Caro Alcalde

GRAN SALTO


"GRAN SALTO"







Y caminamos a golpes.

Como batracios en una charca

a golpes de cola y patadas.




Abriéndonos paso entre el lodo aunque sea a dentelladas.




Y saltamos del agua a la tierra y al revés

buscando el tibio rayo de sol o una mosca que comer.

En su ausencia,

varios mosquitos nos bastan.

Pues a fuerza de ahogarnos hemos aprendido a conformarnos con poco.

Hay días, que casi nada.




Y se nos salen los ojos no ya de asombro

sino de asco por cuenta mugre nos cubre.

Que se nos pega a la piel como una capa de grasa.




No nos limpiamos,

más abriga costra de barro que agua clara y llegado adonde estamos,

claridad es lo que nos sobra

para saber que de aquí,

aunque ya nos gustaría,

no podemos marcharnos.




Y nos pasamos horas o días bajo el agua.

Por el aire silban las balas o nos quieren echar la caña.

Con anzuelo de acero atravesado en nuestra garganta.

Para despedazarnos en vivo y sacarnos hasta las entrañas.




De tanto taparnos la boca con la intención de callarnos

hoy por la piel respiramos.

Pero antes de aprender este truco

qué cerca estuvimos de ahogarnos.




También es cierto

que a nadie le hubiera importado.




Y avanzamos a golpes y vivimos bajo el barro y con ojos saltones discriminamos de comida el cebo.

Y aún con el agua más arriba del cuello,

sin embargo respiramos.




Y porque somos quienes somos, caminamos bajo el fondo.




Caminamos bajo el fondo.







© Christophe Caro Alcalde























I WISH YOU WERE SOMEWHERE



I WISH YOU WERE SOMEWHERE







Cómo se nos pasa la vida coleccionando migas de pan

para una futura pérdida que nunca llega.




Sabemos siempre dónde estamos

y esto viene a ser peor que sabernos encontrados.

Hubiéramos permanecido por más tiempo perdidos,

pues tal vez en esa ausencia sin patria ni destino,

estuviera refugiada toda nuestra esencia.

Si es que alguna vez nuestra efímera existencia

tuvo al fin algo de sentido.




Nosotros y el mundo de los otros.

Ajenos todos a los aquellos

que aquí nada importa cómo viven los demás cuando malviven.




Cómo nos aguardan los armarios

con posesiones inútiles esperando ser un día utilizadas.

Cogiendo polvo y pringándose de mugre las vajillas.

Tiñémdose de amarillo rancio los paños y puntillas.




Cómo vamos renunciando a los vanos intentos de prosperidad

y desarrollo puede que infrahumano,

por no ser otra cosa que fallidos intentos de suicidio colectivo sobrehumano.




Hemos atesorado con los años objetos inútiles, promesas rotas, decepciones perpetuas, imposibles esperanzas.

Moran hoy todas estas piedras

en la maleta de los viajes no iniciados.




No hay mudanza posible que pueda trasladar todo cuanto albergamos.

Desperdigados retazos de proyectos y fabulaciones

que no fueron ni serán jamás otra cosa

que un montón inútil de vanas ilusiones.




Cómo se nos fue la vida picoteando las migas de pan que alguien extravió

en su veloz camino hacia la gloria.




No pierdas más el tiempo amigo tuyo,

y escupe en este abrevadero para descontaminar conciencias

todo cuanto ya no puedas tragar.







© Christophe Caro Alcalde

WOMAN IN WHITE


WOMAN IN WHITE






Por qué amanecí aquella mañana con dos muelas desenfundadas como revólveres,

nadie lo sabe.

Contarán las crónicas que me desencajé la mandíbula en una jartá de reír tras otro mitin de Susana La Pesoista Madre De Todos.

Y tendrán razón.




En todo caso, mi secretario Pérez El Ratón Sectario

acordó hora con el dentista.




Ojo avizor.

👁




Ojo al dato porque el dentista no era él

que era ella y obnubilado salí.




Una sustituta que con apenas un cambio de prefijo en 3 letras

ejerció su oficio de meretriz con tesón y buen ánimo.

💋💄




Morena.

Ojos verdes pradera de posidonias.

Voluptuosa de hechuras con dos nobles gemelas

que apoyadas contra mi pecho

extrajo de mí cuanto quiso y yo no me arrepentí.




Con aliento aguardentoso de noche toledana

susurró en mi oído sordo un "quedamos para analizarnos mejor".




Yo sólo pude confirmar con un gesto ayurvédico de cuello rígido

aquella proposición coherente-indecente.




Entre sus manos con habilidad el instrumental.

Entre sus labios no diré qué por ser horario infantil.




De bata para abajo sólo dos largas piernas con que enroscar amantes.

De bata para dentro no más arsenal que la piel.




Con esa presentación, pedí consulta para cada día del año.

Ella, desinhibida y feroz, lo que me dio fueron citas para cada hora del día.




No me esperéis por donde suelo pasear a las mañanas o rezongar a las tardes.




No sobreviviré ni lo pretendo.




Ella no prometió amor eterno.

Yo sólo ofrecí sexo artístico:

ese que está lleno de conceptos inaprehensibles

y propuestas vanguardistas sin futuro ni utilidad.




Con un beso húmedo de anestesia,

llegamos pronto a un acuerdo:




"Quememos tu cama a lo bonzo " -propuse.




"Ardamos como fuegos fatuos" - respondió.




🔥🔥🌋🚀




Os quiero.

Recordadme sólo de vez en cuando.

Con un suspiro al año me conformo.




No me esperéis sentados

pues no volveré por aquí.




Sed malas gentes,

consumid esta vida con hambre canalla.

Pero no dejéis que los queridos amigos se enteren:




os robarán la ilusión y la idea.

Y el dentista volverá a ser un hombre.







© Christophe Caro Alcalde

INTERVIEW



INTERVIEW




El curriculum viene a ser esa forma de mejorar el presente



Con un inflado pasado.







© Christophe Caro Alcalde

FUNDAMENTAL









FUNDAMENTAL







Al asalto con munición que regaló el enemigo

tomaron ellas las casas del pueblo.

Fingiendo que eran del pueblo su mejor defensor y adalid.




Desalojaron con añagazas y viles argucias

a quienes por derecho detentaban los cargos.

Argumentando a hechos consumados

que quedaban invalidados sólo

por ser del sexo contrario.




Por casas del pueblo no entendieron locales de ocio ni espacios para reuniones. Tampoco centros culturales ni salas multiusos para múltiples públicos.

Fueron desde un primer momento su objetivo las instituciones.




Ayuntamientos Cortes Parlamentos Congresos.

En el lote también algunos palacios:

sólo los de justicia para tergiversar desde dentro,

cualquier ley o norma

que desde su fundamental horma se aparte.




Una vez pegados sus culos a los asientos

comenzó la más histérica presidenta que en democracia haya existido

a blasfemar soflamas contra el orden establecido.

No tanto por ser orden,

como por haber sido redactado por hombres.

Y en un discurso sofista abigarrado de clichés necedades falacias trampas de casamentera bulos de fulana desvaríos de yonqui e iras de fundamentalista

la presidenta declaró abierta su cámara y legislatura.

Dejando entrever sin tapujos que la callen velo que la esconda ni vergüenzas que la sonrojen

que ella y sus todas ellas estaban para quejarse y quedarse.




Todos los pelotas que pelotas no tienen,

a su alrededor babean y aplauden entonando con más miedo que gracia,

el salmo de "Tú eres la mejor mi reina".

No vaya a ocurrir que por no sonreír castiguen y por no rezar les maten.

Pudiera ser entendido por esta nueva Mantis Reina

como otro vil acto machista de sabotaje.




En la calle, un ejército de hombres cobardes aplauden cada vez que otro es enterrado en la cárcel.

Sin otra causa justa que la de haber sido parido hombre.

Quién sabe si por alguna hija puta de madre.







© Christophe Caro Alcalde