jueves, 26 de agosto de 2010

DEMASIADOS


DEMASIADOS


Somos demasiados: para todo. Y para todo sobramos.
Demasiados en la cola del pan. Y del paro.
Demasiados soñando que los sueños se podían alcanzar.

Pero nos arrolló la vida como un tren de mercancías.
Y quedamos en pedazos esparcidos por la vías.
Vivimos mutilados. Discapacitados.
El hecho luctuoso y traumático de vivir ya te incapacita para hacerlo.

Somos demasiados riendo las bobadas de quienes viven como bobos.
Y lo contrario.
Hablando estupideces, pensando simpleces.
Limitándonos a vivir bajo los mínimos.
Nuestra propia insignificancia inventó el minimalismo,
e hizo de él una tendencia.
No se puede ser más claro.

Somos demasiados gritando y por eso no se oye:
el bramido silencioso.
Demasiados trabajando inútilmente, opositando a todo para nada,
rezando y pidiendo más fortuna. Apostando jugando haciendo trampas.
Trampas a la mala suerte. Ni por esas.
Sorteando balas y golpes. Dando golpes.
Buscando, buscando la felicidad en una lámpara vacía,
o un vaso de güisqui lleno. Ni con eso.
En el sexo diurno o nocturno. En los hijos propios e impropios.
Demasiados queriendo triunfar y trascender.
Cualquier cosa por un aplauso, por favor.
Y por un beso, no digamos por un beso.

Pero somos demasiados.
Y allí, no alcanza para todos al lugar a donde vamos.
Pues somos, y no queremos lo que somos.

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