domingo, 17 de marzo de 2013

COSTE/BENEFICIO



COSTE/BENEFICIO


Se nos rasgaron los ojos de tanto comprar en los chinos.
Basura amarilla.
Y blanca. Y azul. Y por qué no, Roja.
Como roja era la sangre que por las venas del orgullo circulaba,
hasta que el corte brutal y doloroso de una realidad
que no esperábamos
nos ha traído un nuevo desorden mundial.

Tampoco esperábamos ser desangrados como los cerdos en los pueblos.
Y aquí estamos: sin gota de esperanza, tal vez ni de vida.

Del falso combate entre comunismo y capitalismo,
ha vencido por KO el mismo ganador: el Bien.
Siempre el Bien para unos pocos elegidos,
a cambio del amplio Mal para todos los demás. Salvo excluidos.
Para ellos, también siempre, queda algo aún peor.

Hoy el fantasma embalsamado de Mao
se pasea sonriente y más fuerte que nunca Por Bruselas.
Y Fráncfort. Y Londres. Y París. Y.
Por los casinos de la bolsa donde los tiburones se comieron a sus hijos
en lo que fue el mar muerto del dinero:
evaporado como Aral.
El comunismo capitalista venció al capitalismo liberal.
Se embolsó en comisiones millones de fortunas,
y la libertad de todos los que un día creyeron que eran libres.

La élite de excombatientes rusos en la sombra de otro comunismo clandestino
se alza poderosa y orgullosa.
Con ojos de diamante y mostrando todos sus dientes de oro
sonríe a los bolcheviques descastados: sin dientes y con ojos como platos.

Unos y otros compraban deuda y pagarés.
Hoy se adjudican países que afirmaban ser territorio soberano.
Se les fue la mano concediéndose la libertad de gobernar por los demás:
el pueblo que hoy paga sus excesos con la pérdida total de libertad.

Ya no dejan cartas de amor en tu buzón. Ni de amistad.
Ni siquiera invitaciones de asistencia en calidad de público distinguido.
Ya no te dejan buenas noticias ni catálogos de publicidad
para salivar haciéndote ilusiones:
la felicidad del comprador es la salud de todo un sistema
engordando con un consumo en constante crecimiento.
Si compras habrá Paz Amor Prosperidad.

La repentina austeridad del consumista es la mecha que encendió
el barril de pólvora que reventó el polvorín:
voló como nunca el sueño capitalista.

Se nos rasgaron los ojos. Y la carne,
y todo el invento que teníamos montado,
con la pólvora.
Que inventaron los chinos.
Los del comunismo salvaje.
Con la mano de obra barata de su pueblo de desclasados,
trabajando por nada en los talleres de falsificaciones.
En las fábricas con inversión extranjera,
sin horarios ni derechos ni respeto. Casi sin sueldo.

Y la búsqueda del mayor beneficio ha resultado en el mayor sacrificio.


© CHRISTOPHE CARO ALCALDE

No hay comentarios:

Publicar un comentario