martes, 9 de junio de 2009

MONTAÑA

MONTAÑA


Perdido en el abismo descubrí un sendero.
Me pareció libre de riesgos.

Caminé dos jornadas.
Sin descanso. Sin aliento. Sin sentido.
A cada lado un barranco.
Tropecé. Caí. Me levanté.

Al alzar la vista
vi a Thérèse.

Experta en cumbres
sus amenazas y vértigos
me miró sonriendo.
Por mi torpeza.

Si tú quieres seguimos juntos
Preguntó en un susurro.
Acepté aliviado.

Fueron dos nuevas jornadas.
Con descansos. Con aliento. Con sentido.

En un cruce de caminos
perdí a Thérèse.
Y me perdí yo.

Otra vez:
A cada lado un barranco.
Otra vez:
Tropecé. Caí.
Me levanté.

No sé qué fue de Thérèse.
Sí sé qué fue de mi.

Acepté resignado mi destino.
Con mis manos y piedras construí un refugio.
Me quedé en la montaña.
Esperando a Thérèse.

Viví el invierno más largo.
Siempre la muerte acechando.
La fiera que más ruge:
El silencio.

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