lunes, 23 de enero de 2012

INTERGENERACIONAL

INTERGENERACIONAL




A la solana en un banco de piedra abuelo y nieto están.
Aquel 76, éste sólo 6.


- Abuelito abuelito, ¿por qué estás tan serio?
Silencio.
- Abuelito abuelito, ¿me oyes abuelito?

Con la mano en la cabeza del niño y la mirada al infinito,
responde abuelito:

Nací en aquel año negro en que empezaban a bombardear Madrid.
A mi padre que detestaba caminar y el campo, ironías tiene la vida,
enseguida lo pasearon.
Otro cuerpo de cuneta o tapia que no vio amanecer nuevo día.
A mi madre, se sabe aunque no se dice,
de ambos bandos la violaron:
los unos por parecer roja, los otros por no serlo.
Suerte que no tuve hermanos, hubieran sido enemigos bastardos.


Mendigando trabajo y pan fuimos creciendo y luchando.
Primero para salir de pobres, después para no volver a serlo.
Créeme cuando te digo que cuesta más esto último.

De no tener nada y deberlo todo, pasamos a tener algo y no deber nada.
Todo, para que tu padre fuera por fin algo.
Y nada sin que hubiera que seguir luchando.
Comités sindicatos huelgas.
Carreras palizas cárcel.
Encierros en cines e iglesias, quién nos lo iba a decir,
y muertos en huelgas de hambre.
Con los años y algo de rejas, fuimos ganando peleas.
Peleas que vencen guerras.
Hasta que murió el tirano. Como todos:
dulcemente arrullado.


Dicen que vino libertad después,
con ira o sin ella aún nos queda por ver,
que llegó el momento del cambio:
tornaron dictador por rey.
Sin nadie preguntarnos qué. Como suele suceder.

Al rey le siguió su corte. A la corte parlamento,
parlamento que siguió sin preguntarnos qué.
Al parlamento gobiernos. Lo de siempre:
títeres con aspiraciones de rey.
Y vuelta a empezar el séquito:
de sirvientes a mil por cada pequeño trono de taifa;
que todo se hace con cargo al pueblo,
y no habrá pueblo sin gobierno, lo mismo que vasallo sin rey.

Celosos del poder vecino,
empezaron a competir los taifas simulando que era por su pueblo solo.
Aquel una residencia de estado; este un castillo de guardias bien pertrechado.
Aquel un noble teatro; este un circo romano. Pan y circo al vasallo
que repleto y contento no piensa. Y quien piensa reclama.
Aquel vaciando arcas pretextando servicios sociales.
Este acuñando monedas, de oro son su vivo retrato,
para comprar esclavos en tiempos de abolición:
paga y pensión. Que la costea el de al lado.

Juegos malabares de comediantes expertos.
Fácil fue tenernos despistados: sonreír hicimos cuando atracaron salarios.
En lugar de, nuevamente, a combatir salir.
Si bien antes fue más sencillo pues solo había un tirano.
¿Por cuál empezar primero?, ¡ahora tenemos cientos!


Con tanto juego de espejos engañaron a la sociedad
que atrapada en su laberinto la llamaron del bienestar.
Compre viaje invierta en bonos vivienda y basura.
Consúmase en el intento viviendo en el estercolero.
Hoy le hacemos descuento.
Siéntase feliz por un día, olvide que es todo mentira.
Niegue que nos hemos vestido con hilo de traje de rey.


Así hasta que llegó el seísmo que nos rompió los espejos:
desnudos ante el mundo quedamos.
Desnudos habíamos vivido creyéndonos bien vestidos.
Todo se ha malgastado, todo lo consentimos.


Pero aun siendo esto malo, lo peor vino después
cuando a la bronca de taifas no pudimos pararle los pies.
Y a nosotros nos los cortaron para que escapar no podamos.


Hoy veo las calles del pueblo y recuerdo aquel Madrid de hambre y escombros.
Ya ha empezado la guerra, no se me ocurre motivo que nos obligue quedarnos.


Mala vida te espera, hijo del hijo mío.
Dos generaciones de lucha se han perdido en apenas dos años.
Te queda volver a empezar, mendigar, trapichear.
Quién sabe si embaucar y engañar. Olvídate de soñar.
La realidad es una puta que antes de disfrutar tarifa.
Tarifa como los taifas.


- Abuelito abuelito, deja de contarme ese cuento.


Y vente conmigo al infierno.





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