jueves, 10 de noviembre de 2016

El MISTERIO DE LA AVIACIÓN






EL MISTERIO DE LA AVIACIÓN







Ella creyó ver en su piloto

-un amor tardío para las pasiones maduras que del cielo cae como dulce fruta-

la yesca para una llama que nunca se apaga.

Que aún le arde el corazón y las entrañas que ella no está acabada.

Por esto apuntó alto su arco por si en el cielo aguardaba

el amor que buscaba para los grandes momentos.

De vino y rosas de champán y ostras. De orujo y miel

puede que también.

Los días de ensueño los sueños perfectos.




Tras varios intentos fallidos de aquí te pillo y te mato,

fallidos porque efectivamente se murió el candidato

-del susto de observar sus maneras y miradas de infarto y modales y andares y agitar sus caderas, y lo que un hombre imagina

solo con verla con la boca abierta-

dio la flecha en el blanco.




Blanco como mirlo blanco y reblanco que él no era perfecto,

era pluscuamperfecto.

Un príncipe de cuento un rey con un trono mágico un señor en la tierra un ángel en los cielos.




Un no te vayas mi amor un quizás vuelva a tus brazos mañana un te esperaré lo que haga falta aunque esto pueda ser para siempre.




- Un casi siempre, que tarde o temprano dejaremos,

mi amor,

de darnos la mano.




- La mano y los besos, principalmente esos besos, que nos regalamos al poco de vernos.

Nos comimos, sí, la boca y el cuerpo hasta que nos hartamos de tener el mismo menú,

cada poco en el plato.




Dejaron, menos tarde de lo que ella había soñado,

de cruzar media Europa para verse a los ojos de todos

y amarse en un profundo secreto.




Los caramelos se deshacen en la boca con la saliva y la lengua.




Ella se quedó en tierra descompuesta y sin novio.

Él en los cielos recompuesto y con el amor de su vida:

la vieja avioneta con la que cruzar el océano y al mundo poner por montera.




Cuentan quienes lo conocen que él está en Canadá.

Volando de estado estado en un no parar.

Ahí donde los paisajes son sin igual y no hay más abrazos que los abrazos de oso.




Murmuran quienes la conocen que ella vive sola.

Que no sale de casa porque no comprende,

que él la abandonase

por una hélice loca y dos alas de lata.




Le avergüenza contar a amigos y público que a ella también la han dejado por otra.

Ella tan sexy tan rubia tan madura tan mona.




Le enfurece contar que la otra es esa avioneta.

Con ésta él se reparte el mundo sin planos ni fronteras ni mapas.




¿Hay algo mejor?



© CHRISTOPHE CARO ALCALDE

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