domingo, 15 de julio de 2018

BOOKS MODE


BOOKS MODE


Desde que entré en modo bookstore,

la esfera del globo se ha reducido a las dimensiones del largo por ancho

en una infinita hoja de papel con usos múltiples.



Extraño e irreconocible es este mundo pendiente de ser rediseñado como un mal exprimidor.

-Sobran malas ideas y propuestas repetidas en el arte de diseñar soluciones necesarias. -



Las tramas tienen un nuevo significado y las composiciones ya no son diabluras de mal pensantes o manipuladores.

Aunque abstracto

hay un mensaje en estas tareas diarias en la construcción del nuevo hombre

en busca de sentido.

De su propio y único sentido.



Ya no regalo mi tiempo a los habituales mediocres e interesados que me rodeaban:

siempre un paso al frente en la primera fila de los abrazos. Por delante un beso por detrás otra traición.

“Tú que sabes… ¿Por qué no me haces esto? Cariño.” -Si es que eso -.



Es ahora que algunos bien intencionados,

algo faltos de entusiasmo y convicción pero plenos de esa frustración de la mediana edad,

entregan su diaria dosis de energía en mi solo beneficio.

-Nunca demasiada pero tampoco yo demandaba gran cosa;

siempre acostumbrado a lo contrario es lo que tiene.-



Beneficio que será personal, único, quién sabe si a explotar o explorar,

en esta tardía tal vez inútil,

forma de rearmar el muñeco que guarda mis alientos.



Desde que me autoexilié de mi estúpida y banal forma de ser y estar en la sociedad de los yoístas,

me he desprendido del enjambre que sólo se acercaba al jardín de mis ideas cada vez que alguna buena les faltaba.

Y esto era mucho y muchas veces.

Tantas que se llevaron buena parte de mi vida.

Olvidado era por razones de afecto, recordado sólo para casos de urgente e interesada necesidad.

Egoístas mentecatos ineptos torpes o definitivamente estúpidos, sabían de mí cuando algo en su minúsculo y pobre mundo se quebraba.

Y esto era mucho, y muchas veces.



Ya no más.



Ya lo ves cariño,

desde que hui de ese ser imbécil y perdido que conociste por los quebrantos de los años vacíos,

sólo tengo tiempo para mí.

Tampoco para ti, qué te creías.



No verás cuánto lo siento.



No, no lo verás. Y yo tampoco.



© CHRISTOPHE CARO ALCALDE

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