martes, 7 de febrero de 2012

ENTRE AMIGOS






ENTRE AMIGOS


Dice mi amiga que soy un antisistema. Por sistema.
Yo digo que por vicio, pues tal vez lo sea.
Sí sé que no soy un antivicio.
Que me altero con facilidad cuando oiga la prensa y leo los telediarios.
Todo lo miro del revés para poderlo entender, demasiadas trampas.
Que se me acelera el pulso con tanto mentecato vestido de frac.
Y mentecata de Balenciaga.
Los unos sapos. Las otras ranas.
Todos en la misma charca.

Dice mi amiga que se me pone cara de Molotov cada vez que agito la coctelera
para prepararle un Dry Martini.
Que más que servírselo, se lo arrojo. Como se tiran las piedras
contra el pecador confeso.
O las garrafas de gasolina y ácido. Mi favorito el clorhídrico porque no tiene rival.
Que tengo voz de pancartero y brazos de borroka.
Piernas de manifestante y jerga antisocial. Mirada anticlerical.
Mochila de insurgente: cargada de adoquines contra el cordón gubernamental.

Dice mi amiga que estoy tardando en montar la ONG total y definitiva.
La ONG anti todo gobierno.
Refugio de insumisos, presos políticos, anarquistas, huelguistas y piquetes.
La ONG que hará sombra a la ONU. Que dinamitará el G7 en plena cumbre,
más antisocial que yo.
Que secuestrará el G20 para reclamar el rescate de los rescatados.
Y repartirlo entre los desheredados.
Convencerá en tiempo récord a la masa obrera americana
A los descamisados de Europa
A los trabajadores clandestinos de China, Corea, Taiwán.
A los esclavos de India y África.
Con esto ya vamos sobrados de fuerza guerrera.

Que llenará Tiananmen de ex militares con claveles rojos,
Wall Street y la City de brokers desertores.
Que vaciará las cárceles de pensadores.
El Taj Mahal hasta arriba de parias y leprosos.
La ONG que derrotará todo poder, que reventará todo gobierno
y deshará cualquier conspiración.

Dice mi amiga que cuando yo lo diga marchamos.
Primero por el barrio, luego por todas las calles.
Que no dejemos fachada sin pintar, avenida sin barricada ni plaza sin tomar.
Que sellemos furgones policiales y precintemos juzgados.
Debilitemos cajas fuertes con fuertes medidas de protección y fuertes compensaciones por daños robo o vandalismo.
Siendo vandalismo todo lo que no se parece al civismo.
Y civismo lo que nos dicen que es.
Desconectemos cámaras de seguridad, también por nuestra seguridad.
Rompamos la moneda única, la conducta y el pensamiento. Único y monocolor.

Tomemos ministerios emisoras de radio televisión rotativos de prensa.
Deprisa deprisa. Redactemos nuevas noticias: bastará con ser verdaderas.
Alejemos las cámaras del sensacionalismo y el suceso.
Capten los micrófonos la noticia que nunca se dice: la buena noticia.
Sea el fin del monopolio mediático y el imperio del miedo.

Dice mi amiga que asaltemos embajadas quememos banderas.
Diseñemos una sola, nueva y nuestra:
que signifique el fin de todo ismo. Excepto el del inconformismo.
Que reconvirtamos iglesias en escuelas sin doctrina.
Cerremos paraísos fiscales y legales. Metamos en la cárcel a sus responsables.
Que echemos a los que están. Los de las leyes de autoprotección y anti ciudadano.
Los del poder contra todos para pocos.
Del dinero bien repartido, entre ellos. Y las deudas también,
entre todos.
Los de las dietas para mantener la línea, curva.
Los viajes de tedio con chófer y aire.
Asiento permanente en fila uno del teatro. Billete en clase business.
Bisnes para los que no entendemos.
Maletines con sello gubernamental, poco peso y mucho poder.
Secretaria secretario ordenador personal móvil con cargo a los fondos.
Especiales, reservados. Privados.
Trabajadores por su país y vecinos. Afirman ser.
Y no sienten rubor.

Dice mi amiga que saquemos a las comadrejas de los ayuntamientos,
ubiquemos en ellos la sede de nuestro asentamiento.
Sin policía oficinas sellos permisos autorizaciones formularios ni horarios.
Servidores del pueblo sin salario.
Hagamos del tiempo la moneda de cambio:
¿por qué ha de valer menos mi día que el tuyo?
Volvamos al trueque de nuestros excedentes. Que deje de ser excesivo
lo que producimos consumimos tiramos. Cobramos a nuestros vecinos.
Que el comercio injusto sea el mayor descrédito.
Desmantelemos la industria de los superfluo y el clasismo:
alta costura joyería cosmética coches de lujo. Del lujo,
mejor eliminar el sector al completo.
Ocio entretenimiento armas. Caza y pesca deportiva.
¡Qué mayor deporte que matar por comer!
Ropa deportiva, calzado de marca. Náutica exclusiva.
Competiciones escaparate de empresas.
Turismo masivo. Aeronáutica de placer. Cruceros derroche.
Viajes al espacio para millonarios aburridos y afán de protagonismo.
Blindado heroísmo.

Que los trabajadores esclavos dejen de serlo.
Que puedan comer y vivir. Disfrutar ya vendrá después.
Si llega el caso.
Que no se maten por unas migas a fin de mes.
Que sea el puesto de trabajo para el que lo trabaja.
La tierra para el que la muele, el árbol para el que lo varea,
la cosecha para el que la recoge.
El barco para el que lo faena.

Dice mi amiga que queda tanto por cambiar como por celebrar;
después de haberlo cambiado.
Que ya estamos tardando. Que no queda tiempo y mucho por rehacer.
Antes demoler.
Que por ingente no es imposible la tarea.
Y cuanto antes ponernos a ella.
O nos adelantan los que con ventaja han jugado siempre.
Jugado nacido vivido.
Yo, sólo con pensarlo ya me abraso.

Que esta época ya ve su fin. Que llega una nueva era.
Y no será tecnológica, sí manual.
Que volveremos atrás de un salto y sin preaviso.
Que nos asustará el vértigo, nos atemorizará lo desconocido.
El temor, el temor.
Que nos violentará el método: salvaje contundente e incendiario.
Que solo la lucha inclemente y la purificación por el fuego traerán el cambio.
No habrá glorias, sí penas.
Después resurrección, y todo volverá a empezar.
Ella dice, yo no espero nada.

¿Dónde nos equivocamos que, siendo tantos,
contamos tan poco?







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