jueves, 16 de septiembre de 2010

POSADA


POSADA


He preparado una habitación
Para cuando vengas a verme.
Será la de huéspedes. Sólo VIP. Sabes que soy exigente.

La he dejado sin puerta, para no tener que llamar.
Y así saltarme la ley.
Que sea mi allanamiento, de tu morada, legal.
Legal consentida y nada casual.
Con el sentido de hacernos perder el sentido.
El discernimiento. Si es necesario, también la moral.

Tiene vistas al campo. A unos montes lejanos.
Aunque mirando nosotros al techo y al suelo,
aquellos no los veamos.

Al suelo al techo las paredes. También algún mueble.
Especialmente una silla Luis XVI:
la erótica de la ergonomía.
La anatomía en raíz de caoba.
Juntos piel y venas, madera y vetas. Tótum sin ser revolútum.

Te he preparado una habitación, sin puerta,
pero finas sábanas. Buena cama.
Creo que te traes la almohada. Tampoco es que hiciera falta:
no pondrás en ella la cara. Salvo para morderla.
Después de que yo te muerda.
Ya sabes, para aliviar la tensión.

Esta tensión sexual no resuelta.

Resolvamos pues este largo conflicto.
No demores la visita, mejor que sea cuanto antes:
si a los problemas hay que plantarles cara,
nosotros les daremos cuerpo.
Y entre cuerpo y cuerpo pasaremos la noche despiertos.

Amaneceremos con vistas al campo, a sus montes lejanos.
Después de todo este tiempo,
de reprimir el deseo con besos en la mejilla,
al borde mismo de la orilla
de tu boca.
esta vez sí, y de verdad, hemos estado cercanos.
No recordaremos si nos amamos,
ni falta que a estas alturas nos hace.

Sólo que de verdad,
y de envidia, disfrutamos.

Y ya que hablamos de fruta,
no sé a qué esperamos tanto. Si ésta,
por ser nuestra,
no nos estaba prohibida.



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